¿… como sacramentos de unión y de unidad…?

(+ Ciriaco Benavente Mateos– Obispo de albacete)

“En medio del actual proceso de globalización, cuando el fenómeno de las migraciones suscita, para algunos, más temores que esperanzas, qué admirable servicio prestaríamos significando y haciendo realidad ante el mundo, en este trozo de tierra iluminada por la luz del Evangelio, que las diferencias no son un obstáculo para la convivencia en paz, que la pluralidad es la riqueza de la unidad”

“La Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). La meditación de este texto me hace preguntarme hasta qué punto los seguidores de Jesús somos signos eficaces no sólo de la unión con Dios, sino también de la unidad del género humano.

En medio del actual proceso de globalización, cuando el fenómeno de las migraciones suscita, para algunos, más temores que esperanzas, qué admirable servicio prestaríamos significando y haciendo realidad ante el mundo, en este trozo de tierra iluminada por la luz del Evangelio, que las diferencias no son un obstáculo para la convivencia en paz, que la pluralidad es la riqueza de la unidad, que las migraciones pueden ser contempladas como la punta avanzada de los pueblos en camino hacia la hermandad universal, que somos miembros todos de la gran familia de los hijos de Dios.

Me ha alegrado mucho la convocatoria hecha por el Papa a los líderes de las diversas confesiones y religiones del mundo para revivir el espíritu de aquel otro memorable encuentro promovido por Juan Pablo II en Asís.

Me parece una iniciativa admirable no sólo para promover la paz, sino también para ofrecer juntos a la humanidad del tercer milenio aquellos valores espirituales y trascendentes comunes que ésta necesita para lograr una sociedad digna del hombre.

Los logros se nos quedan siempre más cortos que los deseos. Pero cómo gocé, en un reciente encuentro con inmigrantes, al oírles decir que en nuestra Iglesia habían encontrado su casa, su familia y la llave más eficaz para abrir la puerta de la integración.

En el nº 2.740 de Vida Nueva.

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