Modelando los rostros de la fe

La saga familiar de los Aznarez lleva 65 años consagrada a la imaginería religiosa

(Victoria Lara) Aún están frescas en la memoria de muchos las impresionantes imágenes del interior del templo de la Sagrada Familia de Barcelona durante la ceremonia de consagración oficiada por el papa Benedicto XVI en su reciente visita a España. El propio Pontífice destacó el significado de esta obra de arte como “un signo visible del Dios invisible”, poniendo de relieve que la belleza puede ser un excelente medio para acercarse al Creador. En ello creen también los maestros artesanos de Arteaznarez, un taller madrileño de imaginería religiosa que lleva 65 años modelando los rostros de la fe que llenan las paredes y las hornacinas de capillas, iglesias y catedrales de todo el mundo.

“La persona con sensibilidad artística o con un sentimiento religioso es capaz de captar que una imagen, una pintura, no es simplemente un objeto decorativo; percibe que tiene algo más”, asegura Jorge Fernández Benítez, uno de los hijos de José Luis Fernández Aznarez, que fue quien abrió el taller, allá por el año 1963, tras concluir su formación en distintas escuelas de Bellas Artes y talleres de escultura.

Comenzó realizando trabajos para órdenes religiosas, cofradías, tiendas de artículos religiosos y particulares, principalmente en España y Sudamérica. Simultáneamente, colaboró en proyectos como los Museos de Cera de Madrid y Barcelona y con distintas empresas. A partir de 1989, con la incorporación de sus hijos Jorge y José Ángel, se empezaron a realizar obras de mayor envergadura. Desde 1999, y ante el importante volumen de encargos de escultura, pintura y restauración, comenzaron a colaborar de forma intermitente las dos hijas de José Luis, María Teresa –licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense en la especialidad de Restauración– y Esther –formada en la Escuela de Artes y Oficios de La Palma–.

Se trata, por tanto, de una empresa eminentemente familiar. “Desde pequeños, mostramos cualidades naturales para el dibujo y el modelado; recuerdo la emoción que sentía cuando mi padre nos llevaba a los museos o al taller de imaginería donde trabajaba”, explica Jorge, quien no oculta la admiración que siente hacia su progenitor: “Con su ejemplo de constancia, inquietud y su crítica ha sido nuestro maestro; poco a poco le fuimos demostrando lo que éramos capaces de hacer, hasta que pudimos asumir la responsabilidad completa de un encargo”.

La formación artística de Jorge y de su hermano José Ángel, aunque tutelada por su padre, se puede decir que ha sido autodidacta: “El estudio de los maestros como Praxíteles, Miguel Ángel, Gregorio Fernández, Bernini, Canova, Rodin…, la experimentación con nuevas técnicas y materiales, siempre forma parte de nuestro trabajo diario. Creemos que lo que mantiene viva nuestra ilusión en este oficio es saber que siempre podemos aprender y mejorar”, apunta Jorge.

Un entusiasmo que es mayor si cabe por el hecho de que cada nueva obra es diferente. “En la mayoría de los casos, al trabajar por encargo, partimos de las ideas básicas del cliente, y desde este punto realizamos el boceto original que nos da libertad para crear, siendo ésta la parte más bonita de nuestro trabajo”, añade.

Clientes religiosos

El tipo de clientes sigue siendo básicamente el mismo que desde sus comienzos: parroquias, congregaciones religiosas, hermandades y particulares. Lo que sí lamentan, en cierto modo, es que, en ocasiones, al recibir muchos de los encargos por parte de tiendas especializadas en imaginería, el nombre del artista queda en un segundo plano. “El mundo del arte sacro es bastante cerrado y muchas veces se conoce la obra, pero no al autor. En nuestro caso suele ser a través del boca a boca de los clientes; una buena obra puede ser la mejor propaganda”.

Ello no ha impedido, no obstante, que sus trabajos hayan llegado a destinos tan lejanos como los Estados Unidos (donde cuentan con más de 50 obras), Brasil, Venezuela, República Dominicana, Kenia, Egipto o Japón, entre otros países. Jorge Fernández cree que la alta demanda de arte religioso español puede deberse a que en estos lugares “no tienen una tradición artística como la europea y, si bien cuentan con medios económicos, no son capaces de realizar obras dotadas de la expresión que aporta haber vivido en nuestro entorno”.

La escultura es una de las actividades principales del taller, y la mayoría de las figuras son piezas únicas o réplicas de obras propias; no existe la producción en serie, lo que aporta un valor añadido a cada uno de los trabajos, que son realizados manualmente. El material que más utilizan es la arcilla, pues su plasticidad da una gran libertad a los artistas para hacer todas las modificaciones que sean necesarias hasta conseguir un buen resultado. Sin embargo, también trabajan el bronce, la piedra y la madera.

A pesar de los avances tecnológicos, en este taller la manera de trabajar los materiales sigue siendo fundamentalmente la misma de siempre, tal y como explica Jorge: “Las técnicas básicas –modelado en arcilla, talla en madera, policromía, dorado, estofado– son las tradicionales, aunque otras –como el vaciado, la preparación de bloques y el sacado de puntos– se han hecho más eficientes gracias a la maquinaria utilizada y a los nuevos tipos de materiales”.

En lo que se refiere a los estilos artísticos, parece que recientemente ha vuelto el gusto por una imaginería más clásica. “Tras la Guerra Civil se realizaron numerosas imágenes con materiales baratos, como la pasta de madera, para reponer todo lo destruido; posteriormente, hubo un periodo en el que la escasa decoración de los templos demandaba pocas imágenes y con estilos simplificados, casi sin policromía. En los últimos años se han vuelto a valorar las imágenes religiosas, recuperando formas y policromías con estilos más ricos y tradicionales”, afirma el artista.

Volviendo al referente del templo de la Sagrada Familia del arquitecto Antonio Gaudí, nos preguntamos si, como éste, es importante ser creyente para llegar al corazón de quienes contemplan una creación artística. “Creemos que sí, porque para que una obra llegue al que la contempla , debe de emocionar primero al que la realiza. Una obra sacra puede ser técnicamente perfecta, pero si no expresa la fe, pierde su sentido”, asegura Jorge.

Un arte muy universal

Arteaznarez cuenta con una producción de más de 1.000 obras artísticas repartidas por todo el mundo. Sólo para España, han realizado más de 850 creaciones, pero el gusto por la imaginería religiosa española ha hecho que los trabajos de este taller hayan llegado hasta África, Oriente Medio y Asia, y que incluso hayan atravesado el océano Atlántico en multitud de ocasiones. En Estados Unidos encontramos medio centenar de sus obras, por 26 en Venezuela, 23 en Brasil y 10 en la República Dominicana, aunque también han llegado hasta Panamá, Argentina, Perú, México o Colombia. En el continente africano, están presentes en Egipto, Chad, Kenia y la R. D. del Congo.

Entre las obras más destacadas están, por ejemplo, las realizadas en Madrid para la Catedral de la Almudena (varias imágenes para el altar de los Paúles) y el Hospital de la Milagrosa (un relieve para la fachada principal). En Toledo, en la Parroquia del Santísimo Corpus Christi, encontramos la talla del Vía Crucis y el conjunto de la Santa Cena, con figuras a tamaño natural. También se han hecho imágenes procesionales para distintas ciudades españolas: Madrid, Guadalajara, Benidorm, Oviedo y A Coruña, entre otras.

Muchos encargos provienen de las congregaciones religiosas, como es el caso de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza, para las que han realizado hasta 98 obras, repartidas por todo el mundo. Los Carmelitas Descalzos también cuentan con trabajos realizados en el taller madrileño, entre ellos, diversas esculturas y restauraciones para Burgos, A Coruña y Oviedo. En los Estados Unidos, las dominicas de Tennesee poseen varias imágenes a tamaño natural de santo Domingo, santa Catalina, san José y la Virgen María.

También fuera de España, en el Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, en Alabama (EE.UU.), Arteaznarez ha realizado hasta 21 relieves, y en la capital venezolana, Caracas, encontramos 11 relieves en la parroquia de la Sagrada Familia.

En el nº 2.739 de Vida Nueva.

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