Emoción ante la próxima beatificación de Juan Pablo II

La ceremonia tendrá lugar el 1 de mayo y será presidida por Benedicto XVI

(Antonio Pelayo. Roma) No por esperada y anticipada, la noticia de la beatificación de Juan Pablo II ha dejado de provocar un fuerte impacto en la opinión pública del mundo católico o no. A menos de seis años de su muerte (2-4-2005), la memoria de Karol Wojtyla no ha palidecido, y el recuerdo de sus palabras, de sus gestos, de su atractiva personalidad, sigue muy viva para millones de personas. No han faltado –es verdad– algunas voces críticas, pero han sido sumergidas por la gran marea de los que han manifestado su emoción ante el reconocimiento oficial de una santidad que para muchos no necesitaba de refrendos oficiales.

Ya se anuncia una afluencia masiva a la ceremonia del 1 de mayo. Apenas se hizo público el anuncio, muchos hoteles de Roma tuvieron que poner el cartel de “completo” y las compañías aéreas vieron cómo se llenaban sus vuelos a la capital italiana en esas fechas.

No estará de más hacer notar que la elevación a los altares de Juan Pablo II responde a una lógica que se ha impuesto en los últimos 150 años de la historia de la Iglesia. De la lista de los diez últimos papas (Pío IX, León XIII, Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II), sólo cuatro (León XIII, Benedicto XV, Pío XI y Juan Pablo I) han quedado fuera, por ahora, de ese proceso.

Uno (Giuseppe Sarto-Pío X) fue canonizado en 1954; dos fueron beatificados en 2002 (Giovanni María Mastai-Pío IX y Angelo Maria Roncalli-Juan XXIII). La causa de Eugenio Pacelli (Pío XII) sigue su curso a pesar de las dificultades que suscita su actitud ante la shoah, así como la de Giovanni Battista Montini (Pablo VI), todavía en fase inicial.

“Que esta institución exalte a casi todos los que la han dirigido desde hace 150 años –notaba en Le Monde el historiador Etienne Fouilloux– constituye en, mi opinión, una forma de autojustificación del papado”. También podría decirse –pienso yo– que el mecanismo de selección de candidatos en los últimos siglos ha mejorado notablemente y que la calidad personal de los últimos pontífices es sensiblemente superior a la de muchos de sus predecesores. El último papa declarado santo fue Pío V, el hombre de Trento, del catecismo y de la Contrarreforma.

El 14 de enero, Benedicto XVI recibió al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y en el curso de la audiencia autorizó la promulgación de varios decretos. El primero de ellos, el relativo “a un milagro atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II (Karol Wojtyla), Sumo Pontífice nacido en Wadowice (Polonia) el 8 de mayo de 1920 y muerto en Roma el 2 de abril de 2005”.

Esta escueta comunicación iba acompañada de una declaración del director de la Sala de Prensa de la Santa Sede en la que se anunciaba que “el rito de beatificación del Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II tendrá lugar en el Vaticano el 1 de mayo de 2011, segundo Domingo de Pascua, de la Divina Misericordia, presidido por el Sumo Pontífice Benedicto XVI”. Asimismo, la citada Congregación adjuntaba una nota informativa sobre el iter que ha seguido el proceso que aquí recogemos:

– “Benedicto XVI decidió que la causa de beatificación se iniciase antes de que se cumplieran los cinco años de la muerte del Siervo de Dios, como exige la normativa vigente. Esta dispensa fue solicitada por la imponente fama de santidad de que gozó Juan Pablo II en su vida, durante la muerte y después de su muerte”.

– “Entre junio de 2005 y abril de 2007 tuvieron lugar la encuesta diocesana principal en Roma y las rogatorias en diversas diócesis sobre la vida, las virtudes y la fama de santidad y de milagros. La validez jurídica de los procesos canónicos fue reconocida por la Congregación para las Causas de los Santos con un decreto el 4 de mayo de 2007”.

– “En junio del 2009, después de examinar la positio [exposición que hace por escrito el postulador de la causa], nueve consultores teólogos del dicasterio dieron su parecer positivo sobre la heroicidad de las virtudes del Siervo de Dios. El mes de noviembre de ese mismo año, siguiendo el curso habitual, esta positio fue sometida al juicio de los Cardenales y Obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, que manifestaron su parecer positivo. El 9 de diciembre de 2008, el Sumo Pontífice Benedicto XVI autorizó la promulgación del decreto sobre la heroicidad de las virtudes”.

– La postulación –seguimos las afirmaciones de la Nota– presentó a la Congregación como milagro la curación del “morbo de Parkinson” de Marie Simon Pierre Normand, religiosa del Instituto de las Hermanitas de las Maternidades Católicas. Todo el material médico-legal fue sometido al examen científico de la Consulta Médica del dicasterio el 21 de octubre de 2010. “Sus peritos, después de haber estudiado con su habitual escrúpulo los testimonios del proceso y toda la documentación, se expresaron a favor de la imposibilidad de explicar científicamente esta curación. Los Consultores teólogos, después de haber visto las conclusiones médicas, el 14 de diciembre procedieron a una valoración teológica del caso y, por unanimidad, reconocieron la unicidad, la primacía y la coralidad de la invocación dirigida al Siervo de Dios Juan Pablo II, cuya intercesión fue eficaz para los fines de la prodigiosa curación”.

– “Por fin, el 11 de enero se celebró la Sesión Ordinaria de los Cardenales y Obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, que han emitido una sentencia afirmativa unánime considerando milagrosa la curación de sor Marie Simon Pierre, realizada por Dios de un modo científicamente inexplicable por intercesión del Sumo Pontífice Juan Pablo II, confiadamente invocado por la persona curada y por otros muchos fieles”.

En unas declaraciones hechas a Roberto Piermarini, de Radio Vaticano, el cardenal Amato ha respondido así a las críticas sobre una aceleración excesiva de todo el proceso de beatificación: “Digo inmediatamente que esta causa ha tenido dos facilidades. La primera se refiere a la dispensa pontificia de los cinco años para que comenzara, y la segunda, su curso a través de un itinerario preferente que no la hiciera pasar por una lista de espera. Por lo que, sin embargo, se refiere al rigor y a la precisión en los procedimientos, no se han hecho descuentos. La causa ha sido tratada como las otras, siguiendo los pasos previstos por la legislación de la Congregación. Es más, si se me permite una impresión personal, justamente para honrar dignamente la memoria de este gran Pontífice, su causa ha sido sometida a un escrutinio especialmente exigente para disipar cualquier duda y superar todas las dificultades”.

Coincidencia de fechas

En cuanto a la fecha, quedó descartado el mes de octubre –como en un principio se creyó– porque durante el mismo tendrán lugar algunas canonizaciones, entre ellas la de la española Madre Bonifacia, fundadora de las Siervas de San José.

El 1 de mayo coinciden la tradicional fiesta de San José Obrero (Wojtyla fue el único trabajador manual que llegó a papa) y la celebración de la Divina Misericordia, fiesta inspirada por las revelaciones de la santa polaca Faustina Kowalska y que Juan Pablo II introdujo en el calendario litúrgico. Benedicto XVI, en sus palabras a la hora del Angelus del domingo 16, recordó que Karol Wojtyla expiró en la vigila de esta fiesta: “Todos los que le han conocido, todos los que le han estimado y amado, no podrán no alegrarse con la Iglesia por este acontecimiento”.

La fecha plantea, sin embargo, el problema del escaso período de tiempo para la preparación de un acontecimiento de tan enormes proporciones.

Por de pronto, ya han comenzado en la Basílica de San Pedro los trabajos para trasladar desde las grutas vaticanas a la capilla de San Sebastián (la primera después de la ocupada por la Pietá de Miguel Ángel) el sarcófago que contiene los restos del papa polaco y que se verá acompañado por sendos monumentos ya erigidos en su día en honor de Pío XI y de Pío XII.

El arzobispo Nichols, de rodillas, con los tres nuevos sacerdotes

La prefectura de la Casa Pontificia ha anunciado que para la ceremonia del 1 de mayo no será necesario pedir billetes. El acceso a la Plaza de San Pedro será libre, y cuando su aforo quede lleno, las gentes se situarán en la Via della Conciliazione y calles adyacentes. Se calcula que la multitud superará el millón de personas, una buena parte de ellas, procedentes de Polonia.

Primer ordinariato para anglicanos

El sábado 15 se hizo pública la erección del Ordinariato Personal de Nuestra Señora de Walsingham en Inglaterra y Gales “para el grupo de pastores y fieles anglicanos que han expresado su deseo de entrar en la plena y visible comunión con la Iglesia católica”, afirma un comunicado de la Sala de Prensa vaticana. Esta decisión es consecuencia de la constitución apostólica Anglicanorum coetibus (4-11-2009), que ahora entra en su fase operativa.

“Un ordinariato personal – se explica– es una estructura canónica que consiente una reunión en forma corporativa que permite a los que eran anglicanos entrar en plena comunión con la Iglesia católica conservando elementos de su característico patrimonio anglicano”.

Al frente de esta nueva estructura pastoral ha sido nombrado el reverendo Keith Newton, de 58 años de edad, casado y con tres hijos, que fue ordenado obispo anglicano en marzo de 2002 por el entonces arzobispo de Canterbury, Su Gracia George Carey.

Como la Iglesia católica no admite en ningún caso la ordenación episcopal de hombres casados, Newton y otros dos ex obispos anglicanos fueron ordenados sacerdotes de la Iglesia católica el mismo día en Londres por el arzobispo de Westminter, Vincent Nichols.

El comunicado anuncia que en la próxima festividad de Pascua serán recibidos en la Iglesia católica los primeros grupos de fieles anglicanos con sus respectivos pastores y que en torno a la de Pentecostés recibirán la ordenación sacerdotal algunos ministros que están recibiendo la necesaria preparación.

Comentando estos hechos y el nombramiento del luterano suizo Werner Arber como presidente de la Academia Pontificia de Ciencias, Luigi Accatoli –durante muchos años vaticanista del Corriere della Sera– escribe que “son gestos que señalan que el pontificado de Benedicto XVI no tiene miedo y no se repliega sobre sí mismo, como insisten en describirlo algunos intérpretes que, por sus prejuicios, le son contrarios”.

Kiko Argüello con Benedicto XVI, el 17 de enero

Más asuntos: a raíz de unas palabras de Benedicto XVI sobre la masacre de coptos en Alejandría y, sobre todo, de la clara alusión a este asesinato en el discurso del 10 de enero al Cuerpo Diplomático, la embajadora de Egipto ante la Santa Sede, Lamia Aly Hamada Mekhemar, fue llamada a consultas por el gobierno del Cairo. Antes de partir fue recibida por el secretario para las Relaciones con los Estados, Dominique Mamberti. Una entrevista –se nos dice– amistosa en la que, según un comunicado vaticano, la Santa Sede y el Gobierno egipcio comparten “la preocupación de evitar una escalada del enfrentamiento y de las tensiones por motivos religiosos”.

Finalmente, el 17 de enero fue una jornada gozosa para los fundadores y miembros del Camino Neocatecumenal. A las doce del mediodía, Kiko Argüello, Carmen Hernández, el sacerdote Mario Pezzi, los responsables de los equipos itinerantes presentes en más de 120 naciones, los rectores de los seminarios Redemptoris Mater y varios centenares de neocatecumenales fueron recibidos en audiencia por Benedicto XVI.

El Papa, además, bendijo a las 230 nuevas familias en misión en 46 naciones de los cinco continentes y, por otra parte, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha aprobado el Directorio Catequético del Camino, después de introducir en él algunas correcciones.

“La Iglesia –les dijo el Papa– ha reconocido en el Camino Neocatecumenal un don particular suscitado por el Espíritu Santo; como tal, tiende naturalmente a injertarse en la gran armonía del cuerpo eclesial”.

LLAMAS, por Antonio Pelayo

“Cuando el diablo no tiene nada que hacer –dice el refrán español–, con el rabo mata moscas”. Siempre he pensado que esto es lo que les sucede a algunos de nuestros comentaristas e informadores de noticias religiosas. Será por cobrar sus colaboraciones o por no querer perder popularidad entre sus seguidores, pero les pasa con alguna frecuencia que inflan desmesuradamente un hecho o una afirmación y le dan una transcendencia que no tiene; eso ocurre –desde luego– siempre cuando se brindan, además, a sí mismos la ocasión de echarle unas flechitas al Papa o a la Iglesia.

Acaba de sucederles con la frase de santa Catalina de Génova citada por Benedicto XVI en su audiencia del 12 de enero, que ha provocado una oleada de comentarios exagerados y algunos de ellos francamente risibles. ¿Recuerdan aquella sección de La Codorniz titulada ‘La cárcel de papel’? Ahí me viene algunas veces la tentación de mandar a esos colegas, asegurándome antes de que en ella no hay llamas, como no las hay ni en el purgatorio ni en el infierno.

apelayo@vidanueva.es

En el nº 2.738 de Vida Nueva.

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