Arte Sacro con mayúsculas

La apertura del nuevo Museo Diocesano de Barbastro simboliza la modernización de estos espacios

(Juan Carlos Rodríguez) Nuevos museos para nuevos tiempos. La apertura del Museo Diocesano de Barbastro, al que se sumará en dos meses el de Arte Sacro de Orihuela, simboliza la transformación de los museos diocesanos. Algunas diócesis, como es el caso de las de Barbastro-Monzón y Orihuela-Alicante, con la ayuda de la Administración, están haciendo esfuerzos considerables en la revitalización de sus colecciones de arte sacro, tan importante hoy de cara a la evangelización y a lo que se ha dado en llamar el diálogo fe-cultura. Pero no son los únicos: los de Jaca, Mondoñedo o Albarracín, también renovados en los últimos meses, ejemplifican la reforma (material y conceptual) de los museos diocesanos.

Los nuevos museos se insertan en escenarios históricos, en muchos casos, los propios palacios episcopales, restaurados con fidelidad a la museología contemporánea, en donde es fácil observar el enorme salto de calidad, ofreciendo las colecciones de modo más acorde con su valor histórico, artístico, cultural y emocional. El arte sacro expuesto se revaloriza gracias al cuidado diseño museográfico, su excelente iluminación y la moderna arquitectura interior. La belleza de la fe.

Los museos de Barbastro –once millones de presupuesto– y Orihuela –nueve–, ambos financiados por las respectivas administraciones autonómicas, indican un nuevo camino en el que el arte sacro deja, en cierto modo, de ser la cenicienta de la cultura y, por supuesto, simples adosados a las visitas catedralicias. Arte sacro con mayúsculas.

Tanto en Barbastro como en Orihuela, el alto coste está vinculado a la restauración y adaptación de los palacios episcopales en los que se han erigido los museos.

Reforma radical

La reforma del antiguo Palacio Episcopal de Barbastro ha sido radical con el vaciado interior, preservando la fachada de estilo gótico-aragonés, artesonados y la capilla barroca, según el proyecto del arquitecto José Miguel Ferrando. “La rehabilitación de este viejo palacio episcopal venía siendo, desde las fechas de la remodelación de los límites diocesanos, un objetivo indispensable. El precario estado de la fábrica de este palacio renacentista y la necesidad de albergar, de un modo digno, el legado histórico-artístico y documental de nuestros predecesores en la fe –legado que constituye a su vez un monumento cultural de primera magnitud– hicieron soñar a mis predecesores con este edificio”, afirmó en la inauguración el obispo de Barbastro-Monzón, Alfonso Milián.

El nuevo palacio alberga los archivos diocesano y capitular, el archivo municipal histórico, la biblioteca, la residencia del obispo y el museo diocesano, en el que se muestran 290 obras en 900 metros cuadrados de exposición. “Creemos que hay expectativas y que será bastante visitado, sobre todo la primera temporada”, considera el director del centro y responsable de patrimonio de la diócesis barbastrense, Enrique Calvera. De hecho, en los primeros quince días de andadura ha recibido 1.570 visitas.

Poco o nada tiene que ver el nuevo museo con aquel inaugurado en 1978, acomodado provisionalmente en las dependencias de la catedral. Las obras lucen también como nuevas, dado que el Gobierno de Aragón ha restaurado para la ocasión 276 piezas de las 290 expuestas, que abarcan una amplia gama desde el siglo XI al XIX.

Calvera destaca el pantocrátor de Villamana, el altar de plata de la catedral de Barbastro, el conjunto de cruces parroquiales, las vírgenes del siglo XIV y el retablo gótico de Abi, obra de Pedro García de Benabarre y procedente del monasterio de San Pedro de Tabernas. El discurso cronológico elegido para ubicar las obras se rompe para presentar ejemplos de una iglesia rural (Vió), una iglesia colegiata (Fanlo) y un templo catedralicio (Barbastro).

Para el director del nuevo centro, el museo es “una muestra de la cultura pirenaica a través del arte religioso”.

Aunque en Barbastro grandes protagonistas son también las piezas ausentes: las obras de arte sacro procedentes de las parroquias aragonesas de la Franja. Así, en vitrinas vacías se exponen  fotografías y fichas detalladas de 25 de las 112 reclamadas por el Obispado de Barbastro-Monzón, y actualmente en el renovado Museu de Lleida, inaugurado en 2007.

Este museo, diocesano y comarcal, es también un ejemplo de la renovación museística ligada al patrimonio religioso, si bien su configuración va más allá al erigirse en un verdadero museo histórico de Lleida y su comarca desde que fue creado en 1997. Fruto de un consorcio público, integrado por la Generalitat de Cataluña, la Diputación ilerdense, el Ayuntamiento, el Obispado y el Consell Comarcal del Segrià, el museo nació de la unificación de dos colecciones. Por una parte, la procedente del antiguo Museu Diocesà de Lleida, fundado en 1893. Por otra, la conservada por el Institut d’Estudis Ilerdencs y heredera del fondo que había nutrido de piezas arqueológicas el antiguo Museu d’Antiguitats, creado en 1868.

El obispo Alfonso Milián, durante la inauguración del Museo Diocesano de Barbastro

La nueva sede del Museo de Lleida ocupa un edificio religioso desamortizado, el antiguo convento carmelita de Sant Josep, adaptado por el arquitecto Joan Rodón, con un presupuesto que alcanzó los 18 millones de euros, de los que el 60 por ciento fue financiado por la Generalitat, y el resto, a partes iguales, entre la Diputación y el Ayuntamiento. Con más de 6.000 metros cuadrados, dedica 2.300 a la exposición permanente, en la que acoge 974 piezas, de las que 700 proceden de los fondos del Institut d’Estudis Ilerdencs.

Tan ambicioso o más es el Museo de Arte Sacro de Orihuela, que será inaugurado a finales de febrero con la intención de convertirse en uno de los referentes de la Comunidad Valenciana y también de la geografía nacional. Con cerca de diez millones de euros de presupuesto, costeados por la Generalitat Valenciana, gran parte ha estado dedicado a la restauración y adaptación museográfica del palacio espiscopal (construido en la segunda mitad del siglo XVI y reformado en el primer tercio del siglo XVIII), que acogerá las colecciones del Museo Catedralicio de Arte Sacro y el Museo Diocesano de Orihuela.

Diversidad de autores

En él se pondrá ver pinturas de autores como Velázquez (La Tentación de Santo Tomás de Aquino), Paolo de San Leocadio, Sánchez Coello, Matias Stommer, Juan de Juanes, Pedro Orrente, Pedro Camacho, Vicente López, Jerónimo Jacinto de Espinosa o Joaquín Agrasot.

Así como tallas de Francisco Salzillo, Miguel de Vera, Hércules Gargajo, Juan Antonio Domínguez, Estanislao y Fernando Martínez, Antonio Grao o Luis Perales. Y, por supuesto, piezas de orfebrería, textiles –como la casulla del cardenal Belluga– o códices. Asimismo, albergará el Archivo Histórico de la Diócesis.

Como anunció Rafael Palmero, obispo de la Diócesis de Orihuela-Alicante, la Iglesia será “el garante de todo cuanto albergue el museo”, así como con el mantenimiento de las instalaciones. Además, mostró su satisfacción porque el edificio pueda “mostrar lo que tiene la Iglesia”, así como la coincidencia con el Año Jubilar que se celebra en Orihuela con motivo del V centenario de la catedral de El Salvador.

En el nº 2.738 de Vida Nueva.

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