Frescos contemporáneos para la iglesia de siempre

El pintor ruso Strashko culmina los frescos de la “Capilla Sixtina” de la Jara (Toledo)

(Juan Carlos Rodríguez. Foto: W. Strsahko) Es constante casi asumida que el arte religioso contemporáneo es incapaz de darle a nuestras iglesias el brío enérgico de la fe y el discreto encanto de la belleza. Recurrentes son, de hecho, las iglesias contemporáneas que han sido incapaces de incorporar una calidad pictórica o iconográfica a la altura de la fe. Y se podrían nombrar unas cuantas. Así que hay que celebrar, aunque sea de vez en cuando, la épica de algunos feligreses y hombres de la Iglesia que se han empeñado en romper tópicos y ofrecer trabajos artísticos de calidad notable que, sin duda, contribuyen al conocimiento de Dios a la vez que lo celebran en su belleza.

Ése es el ejemplo de la pequeña iglesia parroquial de Aldeanueva de San Bartolomé (Toledo), del siglo XVI y estilo gótico tardío, que ha visto después de 17 años cómo el pintor ruso Wladimir Strashko culminaba unos hermosos y coloristas frescos que ocupan todo el ábside y los muros laterales de la nave central a modo de tríptico.

Estos frecos están haciendo que el templo de Aldeanovita –sobrenombre que posee el pueblo– se conozca popularmente como la “Capilla Sixtina” de la Jara, la comarca en la que se inserta, entre Toledo y Extremadura.

Iglesia parroquial de Aldeanueva de San Bartolomé (Toledo), donde están los frescos

Colores muy vivos y gran fuerza expresiva

El sacerdote mercedario, historiador de arte y director de la revista Caminos de liberación, Mario Alonso Aguado, la describe entusiasmado: “Aldeanovita y su ‘Capilla Sixtina’ de La Jara bien valen una visita. El conjunto de la obra de Wladimir es más que notable. En las pinturas murales destacan colores muy vivos, de gran fuerza expresiva; es fácil adivinar paisajes y parajes cercanos a Aldeanovita, y hasta descubrimos rostros de personajes inspirados en lugareños de la zona o en familiares y amigos del propio pintor”.

Para el escritor Juan José Fernández Delgado, también natural de Aldeanovita, sobresale, ante todo, el mensaje catequético que desprenden los murales, dedicados al patrón de la localidad: “Wladimir, desde su posición de artista convertido en teólogo, narra en todo el frontal, como tema central, la elección de san Bartolomé como apóstol y su posterior martirio”.

Coincide básicamente con la opinión que expresa el profesor Martín Recio, que hace las veces de cronista y guía del templo: “Así como las iglesias románicas y góticas son catequesis en piedra, estos murales son catequesis en pintura. Wladimir no sólo es un maestro de la pintura, sino también un teólogo. El arte se hace teología y la teología se hace arte”.

Regalo del artista

Wladimir Strashko finalizó el pasado 19 de noviembre, con la colaboración de un alumno, Borodinov Andre, la ambiciosa obra que había iniciado en el año 1994, invitado por el párroco y uno de los vecinos, José López.

Ambos se cruzaron en San Martín de Montalbán, en donde iba a trabajar en los murales de su iglesia junto a otro pintor ruso. Una discusión con éste hizo que se ofreciera a José López para pintar la iglesia de Aldeanovita.

Más información, en el nº 2.737 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, puede leer el reportaje completo aquí.

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