Ante un 2011 desafiante

(Norberto Alcover, SJ, escritor y periodista) Se ha convertido en costumbre que al comienzo de cada año manifieste una serie de pautas para enfocar los meses venideros, en la medida de lo posible. Para nada en plan de improvisado pitoniso, antes bien fundado en el hecho de que sigo muy de cerca el devenir de España y del resto del mundo por razones profesionales y también, aunque pueda parecer mentira, religiosas. No en vano, solamente podemos preguntarnos hacia dónde orientar nuestra evangelización, si previamente nos hemos interrogado por el desde dónde arrancamos. Y en nuestro caso, el español/europeo, ambas cuestiones están muy específicamente unidas, si bien solamos olvidarlo.

1. 2011 será seguramente el año en que la crisis socioeconómica toque fondo hasta límites en general no calculados en la calle, pero perfectamente analizados en las cúpulas financieras, bolsísticas, empresariales, mercantiles y, sobre todo ello, en los lugares decisorios del desempleo, que aumentará. Haremos crack y solamente entonces sabremos de verdad las medidas últimas que es necesario poner en práctica para que los mercados reaccionen positivamente.

2. En consecuencia, y como ya prometieron los sindicatos de turno, tan complacientes con nuestros gobernantes mientras les dieron la razón, la calle entrará en acción y en una acción permanente y agresiva, porque para la Unión Europea, por ejemplo, es imposible dar marcha atrás en las medidas antipopulares tomadas y a tomar desde Moncloa.

El Gobierno se encontrará sin apoyos parlamentarios suficientes, situado frente al sindicalismo, interrogado desde su propia militancia, con un Partido Popular que se limitará a esperar su caída, con los grupos todavía más de izquierda apoyando a los sindicatos. De nuevo, el repetido baile político de las máscaras. Leer a Camus.

3. Habrá que apretarse el cinturón todavía más, comenzando por los asalariados a quienes el Gobierno puede controlar de forma más fácil. Resultado: aumento del paro, de la pérdida de credibilidad en los mercados y de nuestro lugar en el ránking de la creatividad. Repito que los asalariados siempre llevan las de perder en estas circunstancias. Visionar Las uvas de la ira. (…)

5.¿Qué pinta la Iglesia/Iglesias en todo esto? Pues más de cuanto podamos pensar. Se haría necesaria una carta genérica pero breve del episcopado europeo saliendo al paso de la destrucción del empleo, de la supeditación del trabajo al capital, de la urgencia de gobernar según criterios de justicia retributiva, pero sobre todo de recordarle a los europeos los criterios de igualdad, libertad y fraternidad heredados de la Revolución Francesa y en último lugar vinculados al Sermón del Monte.

Más información, en el nº 2.737 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea el análisis completo aquí.

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