Se clausura el Año Santo Compostelano de los récords

El 2010 congregó a 270.000 peregrinos, 90.000 más que en el anterior Jubileo

(José Ramón Amor Pan– Santiago de Compostela) Marcaba el reloj las 16:51 horas cuando Julián Barrio Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela, empujaba lentamente las dos jambas de la Puerta Santa de su catedral y procedía a cerrarla con llave, mientras el coro entonaba el Iocundetur et laetetur del Códice Calixtino. Una puerta que no se volverá a abrir hasta el atardecer del 31 de diciembre de 2020 para dar inicio al Año Jubilar de 2021 (pues hasta ese año la festividad del Patrón de España no volverá a coincidir en domingo). Cerrada la Puerta Santa, el prelado procedió a la lectura del mensaje enviado por Benedicto XVI para esta ceremonia, que no podía comenzar de manera más cordial y cercana: “Con ocasión de la solemne clausura del Año Santo Compostelano de 2010, vuelvo a pensar con emoción en la Casa del Señor Santiago, que visité recientemente con hondo gozo interior”.

En sus palabras, el Santo Padre alentó a los peregrinos a volver a sus lugares de origen “gozosos y agradecidos”, convertidos “en mensajeros alegres y confiados del Cristo viviente, que es bálsamo para nuestras penas y fundamento de nuestra esperanza”. Ello requiere, siguió diciendo el Papa, “el propósito de fortalecer cada día más nuestra fe, participando asiduamente en los misterios de gracia confiados a la Iglesia y dando ejemplo eficaz y concreto de caridad”; un tema éste que ya estuvo presente en sus intervenciones durante su reciente peregrinación a la Tumba Apostólica. “No seremos testigos creíbles de Dios si no somos fieles colaboradores y servidores de los hombres. Este servicio a una comprensión profunda y a una defensa valerosa del hombre es una exigencia del Evangelio y una aportación esencial a la sociedad de nuestra condición cristiana”, profundizó. Hizo también una apelación al valor europeísta del hecho jacobeo (“que su luz se perciba igualmente en Europa, como una invitación incesante a vigorizar sus raíces cristianas y así potenciar su compromiso por la solidaridad y la firme defensa de la dignidad del hombre”), así como un llamamiento a los jóvenes para encontrarse con él en agosto en Madrid, para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud.

Distinta presencia de políticos

Tras la lectura del mensaje papal, se procedió a formar la comitiva para acceder al templo catedralicio y dar comienzo a la misa de clausura. Al entrar se entonó el Te Deum laudamus. Ejerció como delegado regio el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, una función que ya había desempeñado la víspera por segundo año consecutivo, durante los actos litúrgicos con ocasión de la festividad de la Traslación (que rememora el traslado en barca de los restos del Apóstol desde Jaffa, en Palestina, hasta Iria Flavia, Padrón). Entre las numerosas autoridades asistentes, ocupaban un lugar destacado la práctica totalidad de los miembros del Gobierno autonómico; el ministro de Fomento, el gallego José Blanco; o el presidente del Partido Popular, el también local Mariano Rajoy. No acudieron, en cambio, ni los dirigentes del BNG, de lo cual ya habían advertido previamente a los medios, ni tampoco los del PSdeG.

Es de destacar que el actual presidente del Gobierno central ha sido el primero elegido desde la restauración de la democracia en España en no visitar Santiago de Compostela en ningún momento a lo largo de un Año Santo. En la ceremonia de clausura lo representó, como dijimos, el ministro de Fomento, al igual que cinco meses antes con motivo de la tradicional ofrenda nacional al Apóstol del 25 de julio, que había encabezado el Rey. Invitado a justificar la ausencia de José Luis Rodríguez Zapatero, Blanco eludió salir en defensa del mismo. “No voy a hacer ningún comentario”, se limitó a responder a los periodistas, visiblemente incómodo.

En su homilía, Julián Barrio, al que acompañaban el resto de obispos de Galicia y un buen número de sacerdotes, aludió a los miles de peregrinos de todo el mundo que habían llegado hasta la Casa del Señor Santiago para confesar su fe en el Dios Trinitario: 270.818 según los datos oficiales facilitados por la Oficina Diocesana de Peregrinaciones, es decir, todos aquellos que han obtenido la Compostela (cuando en el Año Santo de 1993 el número total de peregrinos había ascendido a 99.436, que habían llegado a 154.613 en el Año Santo de 1999 y que en el año 2004 fueron un total de 179.944), una cifra que se dispara hasta cerca de 10 millones cuando de visitantes y turistas hablamos, según los datos oficiales ofrecidos por la Xunta de Galicia.

Sabiduría ante la crisis

“En esta experiencia han percibido que caminar en la luz es amar a Dios quien nos ha creado, glorificar a Cristo que nos ha redimido de la muerte, ser sencillos de corazón y ricos de espíritu, no seguir las sendas de la cultura de la muerte, erradicar malos propósitos contra el prójimo y no permitir que la insolencia domine nuestra alma”, había afirmado la víspera durante la misa de la Traslación. Ese día, en su invocación, Núñez Feijóo había pedido al Apóstol “la fuerza y la sabiduría necesarias para esquivar la crisis”, un “drama social y personal” que especialmente “hunde” a los jóvenes. “España y Galicia viven hoy unos tiempos muy duros”, sintetizó el mandatario gallego. En su respuesta, Barrio ponía el dedo en la llaga al afirmar: “En medio de la crisis económica que nos afecta, se nos habla de recuperar la confianza, situándonos en un horizonte moral. Tenemos que fiarnos de los demás para recuperar la confianza, pues la desconfianza hace inviable nuestra convivencia, sintiéndonos atenazados por la sospecha y por el miedo que nos permiten sobrevivir pero nos empequeñecen en las diferentes dimensiones de nuestra vida. Es urgente volver a los valores como el sentido trascendente de la vida, el compromiso, el esfuerzo, la honestidad, la visión de futuro, la corresponsabilidad, la solidaridad y la fraternidad que fundamentan la confianza en los distintos ámbitos de la vida. Hay problemas que no pueden resolverse sin la aportación del pensamiento religioso”.

Volviendo a la misa de clausura, Julián Barrio, visiblemente satisfecho, manifestó en su intervención que “la fidelidad y la misericordia de Dios han aparecido realizando la salvación de manera providencial en este Año de gracia”. También señaló que la Iglesia compostelana ha intentado acoger a esa inmensa marea humana de la mejor manera posible, con el objetivo último de facilitar su encuentro con el Señor, “animándoles a ser testigos del amor de Dios en la familia, en la sociedad, en el mundo de la cultura y en la profesión laboral con un estilo de vida cristiana que brilla por la verdad que nos hace libres y la caridad que se manifiesta en la bondad”. La Puerta Santa como símbolo se ha cerrado –añadía–, pero queda siempre abierta la Puerta que es Cristo, Camino, Verdad y Vida.

Acabado el Año Santo, la catedral compostelana se prepara para la celebración en este 2011 del octavo centenario de su consagración. Debido a las obras de restauración, el templo catedralicio no podrá lucir en todo su esplendor tampoco en este año, pero ello no será obstáculo para unas cuidadas celebraciones litúrgicas como las que se han desarrollado en él en todo el 2010, y ya está casi ultimado un ambicioso programa religioso, cultural y artístico.

jramor@vidanueva.es

En el nº 2.736 de Vida Nueva.

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