Mártires por amor

De dioses y hombres

(J. L. Celada) Entre los muchos adjetivos que podrían definir esta conmovedora e inolvidable producción, hemos elegido uno: ejemplar. Así es la historia que nos narra y el oficio de su director, Xavier Beauvois. Porque De dioses y hombres es un drama contemporáneo tan edificante por la contundencia de su testimonio como gratificante para los paladares cinéfilos.

El realizador francés recrea aquí un trágico suceso de 1996, cuando extremistas islámicos secuestraron y asesinaron a siete monjes compatriotas suyos en Tibhirine, enclave del Atlas argelino donde esta comunidad trapense convivía con la población local. A retratar su sencillo modo de vida, a caballo entre el trabajo y la oración, dedica las primeras secuencias del filme. El huerto, la cocina, la biblioteca, la capilla o un pequeño consultorio médico son testigos de sus quehaceres cotidianos como cristianos (y vecinos) en tierras musulmanas.

Una presentación inicial que no sólo nos regala pinceladas de indudable calidad evangélica sobre su misión en el país magrebí, sino que es la antesala del auténtico nudo argumental de esta cinta: cómo los protagonistas se enfrentan a las amenazas, el miedo y la tentación de huir. Asistimos entonces al honesto proceso de discernimiento –personal y comunitario– de estos religiosos, asaltados por los ataques de pánico, las dudas o el desconcertante “silencio de Dios”, pero que acabarán encontrando en la Palabra y la Eucaristía una respuesta a la altura del compromiso adquirido un día con aquellas gentes.

“Aunque seáis dioses e hijos del Altísimo todos, moriréis como todos los hombres, caeréis como cualquier príncipe”, han rezado a menudo con el salmista. Y, junto a ellos, iremos descubriendo cómo ahora sus plegarias van cobrando sentido. Ésas en las que ruegan al Señor no fallar a “la cita de la sangre derramada” y, a ejemplo del Buen Pastor, salir “al encuentro del hombre que nos llama desde la cruz”. Su recogimiento interior, sus cantos, sus conversaciones en torno a la mesa constituyen momentos de gran cine y alta espiritualidad, en los que un grupo de actores en estado de gracia comparten preciosas reflexiones acerca de la debilidad (no confundir con la pasividad o la resignación), del martirio (nunca por heroicidad, sino por amor, por fidelidad) o de la libertad como antídoto contra la muerte.

Hasta alcanzar el desenlace –por conocido, no menos emotivo–, en el que estos discretos mensajeros de paz asumen ya que lo que les queda por vivir allí es “el misterio de la Encarnación”. Lo reconocerá su prior, cuyo testamento espiritual pone el broche de oro con sus premonitorias palabras a De dioses y hombres. Y lo hace a modo de ofrenda, sobre un inmenso manto de nieve. Una bella imagen para cerrar una gran película: inmaculada en su factura y fidelidad a los hechos, y de una sensibilidad escalofriante.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Des hommes et des dieux

DIRECCIÓN: Xavier Beauvois

GUIÓN: Etienne Comar y Xavier Beauvois

FOTOGRAFÍA: Carolina Champetier

PRODUCCIÓN: Pascal Caucheteux y Etienne Comar

INTÉRPRETES: Lambert Wilson, Michael Lonsdale, Olivier Rabourdin, Philippe Laudenbach, Jacques Herlin, Loïc Pichon, Xavier Maly, Jean-Marie Frin

En el nº 2.736 de Vida Nueva.

INFORMACIÓN RELACIONADA

Compartir