Los clamores del 2010

(José María Arnaiz– Ex Secretario General de la Unión de Superiores Generales)

“En estos meses han tomado fuerza unos sujetos emergentes que no se puede dejar de mirar y escuchar; se encaminan a ser protagonistas: han aparecido en este año los indígenas, los afroamericanos, las mujeres, los encarcelados. Para mí es un sujeto emergente el papa Benedicto XVI cuando responde con libertad y claridad a las difíciles preguntas de un periodista”

No haré la lista de los grandes clamores que se han escuchado en el 2010. Pero sí quiero ayudar a que cada uno identifique a los que ha dado oídos. En este final de año estamos invitados a escuchar a Dios donde la vida clama. Clama porque está amenazada o porque está brotando y se encuentra más que nunca en sintonía con la Creación.

Al hacerlo, no podemos olvidar que la vida busca más vida. Escuchando los clamores de este año, me he dado cuenta de que la mitad son dolores y más de la mitad esperanzas; la mitad bloqueos y opresiones, y más de la mitad anhelos y propuestas; la mitad historia y pasado, y más de la mitad promesa y alternativa. Bastantes de ellos me han sonado a nuevos.

Estos clamores vistos y oídos en clave de creatividad están preñados de humanidad. Así pienso y así he procedido, aunque en el 2010 haya habido catástrofes abrumadoras y opresiones humillantes. Por eso, el título para los meses pasados sería el de un presente que tiene futuro, porque está hecho de innovación, cercanía, empatía y responsabilidad social.

Y no cierro los oídos. En el año que termina he podido constatar con mayor evidencia el agotamiento de determinados modelos para los que ya no sirven las reformas ni hay esfuerzo posible para mantenerlos vivos. Eso ocurre en el campo de la vida religiosa, familiar y eclesial. En éste último, los clamores son grandes, porque está siendo demasiado largo el compás de espera. Me convenzo cada vez más de que no son vestidos viejos que hay que intentar parchar con tela nueva, sino que exigen odres nuevos (Mc 2, 18-22).

Para que los clamores resuenen más y mejor, se precisa tomar conciencia de los nuevos escenarios en los que los clamores retumban. Evoco los que a mí más me han impactado: el ver los escombros de una casa construida con el trabajo de 38 años y terremoteada el 27 de febrero, y de la que ya se ven los nuevos cimientos; el haber podido acompañar los rostros de unos mineros sumergidos a 732 metros en las entrañas de la tierra y haberlos visto salir tras dos meses de “encierro” sanos, salvos y sabios; el escuchar clamores de respeto y justicia a 30 mapuches que se hicieron clamor con una huelga de hambre de 82 días, porque querían un país que no sea uniforme; una cárcel en la que el 4º piso ardió en llamas y consumió 81 vidas, y pude oír los clamores de sus familiares y un serio “no más de eso” en este país; un hombre grande que, abusado por un sacerdote cuando tenía 13 años, se atrevió a clamar, y su clamor ha sido escuchado.

Más aún, los clamores tienen rostros. Los de los sujetos emergentes. En estos meses han tomado fuerza unos sujetos emergentes que no se puede dejar de mirar y escuchar; se encaminan a ser protagonistas: han aparecido en este año los indígenas, los afroamericanos, las mujeres, los encarcelados. Para mí es un sujeto emergente el papa Benedicto XVI cuando responde con libertad y claridad a las difíciles preguntas de un periodista y a partir de una convicción que se hace clamor: en medio de las crisis dramáticas del mundo de hoy podemos clamar: Jesús es la luz del mundo. Lo son, también, los jóvenes, a quienes, según el Informe Jóvenes Españoles 2010 de la Fundación SM, les falta una confianza mínima para afrontar el futuro.

Comenzamos año nuevo con este estupendo consejo: “Desde el punto a donde hemos llegado, sigamos adelante” (Flp 3, 16). Avancemos. En los meses  pasados me han incomodado los encuentros que no estaban animados por la esperanza transformadora, y que me sigan disgustando en el 2011, y que se hagan clamor esperanzado.

jmarnaiz@vidanueva.es

En el nº 2.735 de Vida Nueva.

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