Año de tensiones eclesiales

(Camilo Maccise– Ex presidente de la Unión de Superiores Generales)

“Es normal que se den conflictos entre el aspecto carismático y el aspecto institucional de la Iglesia pero, en 2010, se agudizaron. Blanco de los ataques ha sido la Vida Religiosa posconciliar. Y esto de forma sistemática. No se ha tratado de gestos aislados, sino de intervenciones concertadas a altos niveles”

Al hacer un balance de la Vida Religiosa en la Iglesia durante el año 2010, creo que una de las muchas experiencias que la ha caracterizado han sido las fuertes tensiones con la Iglesia institución. Es normal que se den conflictos entre el aspecto carismático y el aspecto institucional de la Iglesia pero, en 2010, se agudizaron. Blanco de los ataques ha sido la Vida Religiosa posconciliar. Y esto de forma sistemática. No se ha tratado de gestos aislados, sino de intervenciones concertadas a altos niveles. Aunque iniciada el año pasado, la visita apostólica a las religiosas norteamericanas ha continuado siendo fuente de tensiones. Sólo las religiosas fieles a la renovación conciliar han sido la causa de esta investigación, que responde a las preocupaciones que católicos conservadores de los Estados Unidos habían hecho llegar, durante varios años, a la CIVCSVA. En ella se valora poco todo lo positivo que realizan las personas consagradas fieles a la renovación conciliar. En esas altas esferas se tiene como ideal y modelo a seguir en la Vida Religiosa a institutos ultraconservadores, a pesar de escándalos que han surgido en su seno haciendo ver que no todo lo que brilla es oro.

En una secuencia, claramente orquestada, se han repetido, a lo largo del 2010, las ya clásicas acusaciones a la Vida Religiosa posconciliar: magisterio paralelo, pastoral paralela, desobediencia a los obispos. Ante todo, la inmensa mayoría de las personas consagradas que aceptaron el Vaticano II y que buscaron poner en práctica sus orientaciones renovadoras, son acusadas de haber “adoptado la moda efímera de los cambios externos, exentos de eficacia apostólica y corrientes demoledoras que llevan a la relajación de la doctrina”, como dijo el prefecto de la Congregación de los Santos en Sevilla.

Poco después, el secretario de la Congregación para la Educación Católica, publicó un  artículo en L’Osservatore Romano en el que arremetía contra la Vida Religiosa que siguió las orientaciones conciliares y la acusaba de secularización y de valoración excesiva del laicado. Para él, la forma de Vida Religiosa posconciliar ya no tiene futuro. La solución es volver a las formas preconciliares de Vida Religiosa.

En la reciente Asamblea Plenaria de la CONFER, el prefecto de la CIVCSVA acusó a la Vida Religiosa de crear una “Iglesia paralela” y de romper así el misterio de la comunión eclesial. Ciertamente, la Vida Religiosa posconciliar no ha estado exenta de fallos y desaciertos, pero, en su conjunto, sigue siendo una vida que, con espiritualidad evangélica, ha renovado su opción por los pobres hasta el martirio, con una fidelidad creativa a su carisma en el mundo de hoy, dentro de la comunión eclesial y en los puestos de vanguardia evangelizadora. Los ataques han puesto de relieve, por contraste, todo lo positivo que hay en esa Vida. Por tanto, el balance, contra lo que se podría suponer, es positivo e impulsa a seguir adelante con renovada identidad.

cmaccise@vidanueva.es

En el nº 2.735 de Vida Nueva.

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