Hermanos religiosos: el rostro de los consagrados

Un simposio analiza su papel ante la inminente publicación de un documento vaticano

Joseph Tobin (en el centro), durante su intervención en el simposio

(Luis Alberto Gonzalo-Díez, cmf) Con más de 200 participantes, se celebró del 10 al 12 de diciembre en Madrid el III Simposio del Instituto Teológico de Vida Religiosa bajo el título Religiosos hermanos hoy, don para la Iglesia y la sociedad. La convocatoria surgió ante la inminente publicación de un documento por parte de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA).

Han expuesto su particular forma de entender la presencia en la sociedad y la Iglesia hermanos de distintas congregaciones y órdenes. Cistercienses, capuchinos, marianistas, menesianos y paulinos, por citar algunos, presentaron los acentos desde los cuales entienden su pertenencia a la Iglesia y la incisiva presencia en la transformación social. Una conclusión lógica y evidente: el signo de los tiempos pide un hermano que, ante todo, sea testimonio de fraternidad y reconciliación.

Los presidentes de CONFER y de la CLAR glosaron la relevancia de los hermanos religiosos en la Vida Religiosa (VR). Participaron también Fr. Jesús Sanz, presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la CEE, y Joseph Tobin, CSsR, secretario de la CIVSVA, ambos convencidos del empuje que este simposio puede ofrecer a la reflexión teológica y vital de esta forma original de VR.

También ofreció sus aportaciones Emili Turú, superior general de los Hermanos Maristas, Donatus Forkan, superior general de los Hermanos de San Juan de Dios y Álvaro R. Echevarría, superior general de la Salle.

En conjunto, unas jornadas intensas con buena participación y ambiente expectante. Joseph Tobin, en la Eucaristía de clausura, dejó un mensaje de aliento para los hermanos y la VR, en general. Durante su homilía, aludiendo al momento en el que el cardenal Bertone le comunicó la decisión del Papa sobre su nombramiento, el Secretario de Estado le dijo: “Recuerde que su misión no es controlar, sino animar la Vida Religiosa”. Casi nada.

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