¿Está puesta al día la Pastoral Familiar?

(Vida Nueva) La exhortación Familiaris Consortio sobre la misión de la familia cristiana cumple, en 2011, 30 años. ¿Qué tipo de pastoral ha propiciado? ¿Cómo está afrontando los cambios que la institución ha ido viviendo durante estas décadas? Carlos Colina y Rosa López, de los Equipos de Nuestra Señora y el salesiano Antonio María Calero, del Movimiento Alianzas, ofrecen su punto de vista sobre este tema.

Mucho trabajo por hacer

(Carlos Colina y Rosa López– Responsables Nacionales de Equipos de Nuestra Señora) Con motivo del 30º aniversario de la  Familiaris Consortio (FC), se nos ha pedido que hagamos una reflexión sobre la Pastoral Familiar (PF) hoy en España. ¿Cómo la vemos? Pues bien, releyendo de nuevo la FC y el Directorio de Pastoral Familiar publicado por la CEE, hemos comprobado, en primer lugar, que la FC sigue siendo el documento base.

Queremos recordar, en segundo lugar, qué es la Pastoral Familiar, y aunque en los dos documentos la definición de la misma es muy similar, cogeremos la del Directorio. Dice así: “Se puede definir la Pastoral Familiar como la acción evangelizadora que realiza la Iglesia, orientada por sus pastores, en la familia y con la familia como conjunto, acompañándola en todas las etapas y situaciones de su camino” [40].

Vemos que es un proceso que se desarrolla durante toda la vida. ¿Por dónde empezamos? Lógicamente, por la pareja humana ya que ésta, porque Dios lo ha querido así, es el origen de la vida. Y vemos que la Iglesia y sus pastores, con muy buen criterio, se vuelcan en esa preparación inmediata al matrimonio. Ésta y la de Comunión, son las que están más “trabajadas”.

Pero, ¿es suficiente? Por supuesto que no. Normalmente, las parejas llegan a esta preparación con “el traje de la comunión” puesto. ¡Y les queda tan ridículo! Habría que trabajar más en la Pastoral remota y próxima, es decir, en la Bautismal, con los padres, pues son ellos los primeros catequistas de sus hijos; en la de Confirmación (es una pena que algunos colegios religiosos hayan dejado de hacer esta importante preparación poniéndose al servicio de la libertad personal y que elijan ellos); y en la de Novios. Necesitamos materiales atrayentes y, sobre todo, agentes preparados. Pero damos fe de que se está trabajando en ello.

Pero lo que vemos más fundamental y más inminente es la pastoral post-matrimonial. Sabemos por experiencia que muchos novios llegan a los famosos “Cursillos” obligados y sin ganas, pero se produce en muchos de ellos “un despertar religioso”, sobre todo si los agentes de los mismos les han sabido trasmitir fe vivida y encarnada. Pero… esto se pierde.

Los Movimientos Familiares podemos ofrecer esta pastoral imprescindible para la Iglesia. Algunos pastores creen que estos movimientos son “guetos” donde nos “miramos el ombligo”. ¡Nada más lejos de la realidad! Algunos párrocos piensan que nos vamos a llevar de las parroquias a esas personas tan válidas. ¡Qué ignorancia! Ocurre todo lo contrario. La oración y la formación, si son auténticas, nos comprometen y nos empujan a trabajar. En un apartado de nuestra Carta Fundacional se dice: “(…) porque experimentan a diario la dificultad de vivir cristianamente en un mundo paganizado, y porque tienen una fe inquebrantable en la eficacia de la ayuda mutua fraterna, han decidido formar equipo. Sus equipos no son guarderías de adultos de ‘buena voluntad’ sino una fuerza de choque formada por voluntarios…”. Ésta es una prueba de lo que decíamos anteriormente. Y seguro que los demás movimientos familiares están en la misma línea.

Dice el Directorio: “Toda nueva evangelización necesita nuevos evangelizadores, el testimonio vivido es el fundamento de la transmisión de cómo la fe es vida, y no se da testimonio sin testigos” [39].

Y aquí viene nuestra queja: ¿por qué hay tanta reticencia a ofrecer desde la jerarquía, obispos, párrocos y presbíteros, algún movimiento familiar o conyugal a estos nuevos matrimonios? Hay muchos con carismas diferentes, todos inspirados por el Espíritu Santo para responder a diferentes necesidades de la Iglesia. Nos dice Juan Pablo II en la FC: “No se deberá descuidar el promover la inserción activa en grupos, asociaciones, movimientos e iniciativas que tienen como finalidad el bien humano y cristiano de la familia”. [66]

Mención aparte merecería hablar de la carencia de una pastoral sobre el amor y la sexualidad para jóvenes. Es un tema muy dejado de lado. Ni padres, ni colegios religiosos, ni parroquias abordan este tema con valentía.

Otra carencia es la falta de una pastoral para uniones conflictivas; para viudos; familias monoparentales y para ancianos.

Hay mucho trabajo por hacer. La mies es mucha y los obreros pocos. ¡Os animamos a todos desde aquí a trabajar por el Reino! ¡Urge!

Serios interrogantes a una misión imprescindible

(Antonio María Calero, SDB- Movimiento Alianzas de matrimonios cristianos) La relectura de la exhortación apostólica Familiaris Consortio (FC) a los treinta años de su publicación (22 de noviembre de 1981), plantea, mirando más al futuro que al pasado e, incluso, al presente, algunos serios interrogantes al lector atento. Serios, porque se ponen precisamente sobre aspectos nucleares de la enseñanza de dicha exhortación. El mismo Benedicto XVI ha reconocido que es correcto que muchas cosas en estas áreas deben ser pensadas de nuevo y dichas nuevamente (cf. Luz del Mundo, p. 154). He aquí algunos de esos puntos centrales sometidos hoy a una seria reflexión y discusión:

  • ¿Es posible mantener, hoy, en forma absolutamente hermética el concepto de “ley natural” cuando los avances tecnológicos en el campo de la biología dejan más que perplejo a cualquier observador, por ignorante que sea en estos temas? ¿Puede ser contra la ley natural que algunas parejas puedan llegar finalmente a ser padres, gracias a técnicas altamente refinadas? Es cierto que no todo lo técnicamente posible es moralmente aceptable. Pero, ¿para cuándo queda el esfuerzo por la convergencia entre la ciencia y la fe? Por lo demás, ¿entra la persona humana en el mismo orden de ley natural que las plantas o los animales? ¿No existe una diferencia esencial entre el hombre y el animal, gracias a su condición de persona, más aún, de criatura hecha “a imagen y semejanza de Dios” (Gn 1, 26-27)?
  • Otro punto central de FC (reafirmando la enseñanza de Humanae Vitae) es el principio según el cual todo encuentro íntimo entre los esposos tiene que estar necesariamente abierto a una nueva vida. Pues bien, el hombre de hoy, el cristiano de a pie (no necesariamente irresponsable, pervertido o pecador) se pregunta: la sexualidad –incluso en su específica dimensión genital–, ¿no tiene igualmente la finalidad del cultivo y desarrollo del amor entre los esposos? Las complejas circunstancias del hombre actual, tan densamente recogidas por la propia exhortación (n. 77), ¿no hacen que la vida del matrimonio se vea alterada en todos sus aspectos, también en la regularidad de sus encuentros íntimos? La sexualidad, ¿no es hoy entendida en una perspectiva que excede con mucho la simple procreación? El riesgo de abusar es evidente, y la realidad misma nos lo está diciendo. Pero ese riesgo, ¿le quita legitimidad a la nueva perspectiva?
  • Otra importante cuestión es la absoluta indisolubilidad del matrimonio sacramental. Ahora bien, el divorcio entre personas casadas por la Iglesia (calificado de plaga por FC, n. 84), está a la orden del día. Las estadísticas (incluso las provenientes de la Sagrada Rota Romana) así lo avalan. Este enorme y doloroso problema pastoral, ¿se ha afrontado con atención improrrogable?, ¿se puede, en todo caso, seguir planteando y resolviendo únicamente con las pautas ofrecidas por la misma exhortación (n. 84)?, ¿no habría que proceder a la ampliación de las causas de nulidad? Y, sobre todo, ¿no habría que ser mucho más exigentes a la hora de proceder al matrimonio sacramental?
  • Por otra parte, es preciso reafirmar el indudable y hasta imprescindible cometido de la familia cristiana dentro de la propia Iglesia y de cara a la sociedad. De cara al futuro, sometido a cambios cada vez más rápidos y profundos, también en la percepción y aprecio de los comportamientos cristianos, hoy es preciso transmitir mucho más valores que comportamientos. FC (n. 37) presenta una serie de valores –además de los específicamente cristianos (FC, nn. 51-61)– que hoy pueden traducirse como austeridad solidaria, diálogo como camino de la paz y de la justicia, ética y profesionalidad de calidad, educación sexual en el contexto del amor, indudable “sí” a la vida desde la concepción a la muerte natural (FC, n. 30).
  • Finalmente (last but no to last), en línea con la propia exhortación (n. 64), la familia cristiana tiene que acometer, de cara a un futuro que es ya presente, la tarea de preparar a las nuevas generaciones a vivir un verdadero ecumenismo antropológico: es decir, a saber respetar al otro por la radical y, en definitiva, única razón de ser persona humana, más allá del sexo, la religión, la opción política, la nacionalidad o la vecindad. La sociedad en que vivimos es ya de tal forma pluralista en todos los órdenes, que la gran razón de la coexistencia pacífica entre los hombres para construir una humanidad vivible será el compartir todos la condición de persona que nos iguala en lo más radical.

En el nº 2.734 de Vida Nueva.

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