Adviento 2010

(+ Baltazar E. Porras Cardozo– Vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y arzobispo de Mérida, Venezuela)

“Adviento es tiempo subversivo, porque nos pide prepararnos, dejar de lado lo que dificulta que florezca la justicia. Es necesaria la paciencia y la constancia para acoger a Cristo Jesús, hecho niño y debilidad, ternura y amor”

Vivimos en un mundo acelerado, en el que todo cambia y se pierde la perspectiva transformadora de la espera. Es tal la desilusión ante tanta oferta vana que no esperamos nada. Se vive intensamente el momento presente, como si fuera el último.

El Adviento, tiempo en el que los creyentes somos llamados a preparar el nacimiento del Emmanuel, es convocatoria a crecer en la esperanza, a vivir la experiencia de la cercanía de Dios en la vida cotidiana, escenario en el que Dios se manifiesta y nos llama a un tiempo nuevo.

Lo que entusiasma o fascina es lo único capaz de mover a seguirlo. Pero, ¿qué celebramos? Romper las ataduras forzadas. Estamos atados a tantas cosas que no podemos pensar en la liberación. De ahí la fuerza de Isaías: brotará un renuevo del tronco de Jesé que no juzgará por apariencias y defenderá con justicia y equidad al pobre. Sus frutos: la paz y la convivencia fraterna. Habitará el lobo con el cordero y el niño jugará con la víbora.

No es simple poesía. Es el llamado apremiante que anuncia el amor de Dios que pide cambiar el corazón, estar dispuestos a guiarnos por la bondad de Dios, viviendo con los débiles el rechazo de la opresión, el poder y la riqueza. Adviento es tiempo subversivo, porque nos pide prepararnos, dejar de lado lo que dificulta que florezca la justicia. Es necesaria la paciencia y la constancia para acoger a Cristo Jesús, hecho niño y debilidad, ternura y amor.

Celebramos la esperanza. La capacidad de soñar despiertos, de estar vigilantes, de hacer florecer la belleza y convertir lo imposible en posible. Vivimos en medio de un mundo lleno de conflictos, de abusos de poder, de desprecio a la vida, de violencias. Es el paso del desierto al paraíso, si los hombres aprendemos a reconocer a Dios en medio de nosotros y a comportarnos como hermanos. Hermosa tarea para decir con toda fuerza: ¡Feliz Navidad!

En el nº 2.733 de Vida Nueva.

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