La Vida Religiosa quiere recuperar su “identidad profética” en el Viejo Continente

La Plenaria de la Unión de Superiores Generales recibe el aliento del Papa

(Darío Menor) Del 24 al 26 de noviembre se han reunido en Roma 160 miembros de la Unión de Superiores Generales (USG) en la segunda asamblea semestral del año, que, como la anterior, ha tenido como objetivo la reflexión sobre el presente y el futuro de la Vida Religiosa (VR) en Europa (VN, nº 2.710). Tras las dos primeras jornadas, en las que diversos relatores analizaron los desafíos y oportunidades de la Vida Consagrada, el último día los miembros de la USG y las religiosas del comité directivo de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) fueron recibidos en audiencia por el Papa.

Benedicto XVI agradeció a los religiosos “todo lo que hacen en la Iglesia y con la Iglesia a favor de la evangelización del hombre”, incluso en circunstancias “arriesgadas” y “difíciles”. Tras hablar de la fraternidad como un “elemento profético importante” que las congregaciones “ofrecen en una sociedad fuertemente individualista”, el Pontífice advirtió que sin “discernimiento”, “oración” y “reflexión”, la Vida Consagrada corre el peligro de “acomodarse en los criterios de este mundo: el individualismo, el consumismo y el materialismo”. Estos tres elementos son capaces de dinamitar la VR, ya que le hacen perder su “fascinación y mordiente” y reducen la “fraternidad”. A continuación, recordó a los superiores generales que “una parte importante” de sus responsabilidades consiste en “la búsqueda común de medios que favorezcan la comunión, la mutua comunicación, el calor y la verdad en las relaciones recíprocas”.

Ajeno a los discursos catastrofistas, el Papa aseguró que la VR es “una planta llena de ramas que hunde sus raíces en el Evangelio”. Subrayó, además, que la consagración sigue siendo una “alternativa digna de confianza”.

Sobre la disminución del número de miembros de muchas congregaciones y el aumento de la edad media de los mismos, Benedicto XVI pidió “un renovado empeño en la pastoral vocacional y en la formación inicial y permanente”, y exaltó la misión como una “clave para comprender y revitalizar” la VR. La misión no tiene su hábitat sólo en las tierras de frontera, también Occidente es uno de sus objetivos, como dejó vislumbrar el Pontífice al tratar “el desafío de la nueva evangelización”.

Antes del discurso de Benedicto XVI, el presidente de la USG, el salesiano Pascual Chávez, aprovechó el saludo que dirigió al Pontífice para reconocer sin miedo que éste es un “tiempo difícil” para la VR. Chávez consideró un “don” la situación de ésta en Europa, donde es “poco conocida y menos apreciada”, y animó a que se recupere la “identidad profética” por medio de tres compromisos: “Volver a encontrar la profundidad de la experiencia espiritual, construir comunidad donde se vive con alegría el don de la fraternidad, y recuperar la centralidad de la misión y servirla con más transparencia”.

“NO CREO QUE NOS HAYA DADO UN TIRÓN DE OREJAS”

Al sevillano Javier Álvarez-Ossorio, superior general de la Congregación de los Sagrados Corazones y miembro del consejo ejecutivo de la USG desde 2009, le gustó el discurso de Benedicto XVI. “Demostró que conoce la Vida Religiosa, sus puntos positivos y sus peligros y dificultades. No creo que nos haya dado un tirón de orejas. Fueron unas palabras fraternas, alentadoras, realistas y sencillas, como es el propio Papa”. Álvarez-Ossorio considera aburrido el debate entre los que atacan la Vida Consagrada y sus defensores (“hay cosas más importantes de las que hablar”) y apunta que las congregaciones en Europa no deben añorar otros tiempos, sino “caminar con los hombres y mujeres europeos tal y como son hoy”.

Los religiosos, en su opinión, siguen teniendo un lugar “en esta esquinita del mundo que es Europa”: existen unas buenas oportunidades porque hay “sed en el corazón” de las personas. “La Iglesia en Europa es apasionante. Cuando la VR es apostólica y sencilla encuentra un lugar interesante”. No hay que temer la reducción numérica, apunta este antiguo misionero en África, si se “mantiene el sabor evangélico”. “El verdadero problema lo tenemos cuando nos desfondamos y no hacemos mención al Evangelio”.

Aparte del encuentro con el Papa y del diálogo entre los superiores generales, Álvarez-Ossorio destaca el valor de los testimonios escuchados durante la Asamblea. “Han sido veraces y profundos. Hemos escuchado experiencias con las que te puedes identificar y no sentirte una bala perdida”.

dmenor@vidanueva.es

En el nº 2.732 de Vida Nueva.

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