No lo correcto, sino la fe

(Juan María Laboa– Profesor emérito de la Universidad Pontificia Comillas)

“Desde el jardín de infancia se intenta imponer en nuestras conciencias lo políticamente correcto con festividades y enseñanzas que se contraponen a la antropología cristiana, antes de que nuestros hijos puedan optar por una vida con misterio inefable. Padres, maestros, educadores, sacerdotes, es nuestra hora. No gastemos un minuto sobre la leche derramada. Defendamos la libertad del ser humano”

El Papa analiza en su último libro un virus que inconscientemente se nos está inoculando en esta sociedad nuestra y, sin darnos cuenta, en cada uno de nosotros: “La verdadera amenaza ante la que nos encontramos consiste en que la tolerancia venga abolida en nombre de la misma tolerancia. Existe el peligro de que la llamada razón occidental sostenga que ha descubierto lo que es justo e imponga una pretensión de totalidad, que es enemiga de la libertad. Creo que es necesario denunciar esta amenaza. Ninguno es obligado a ser cristiano, pero ninguno debe ser obligado a vivir según la ‘nueva religión’, como si fuese la única verdadera, vinculante para toda la humanidad”.

En función de nuestra capacidad humana y de nuestra fe optamos por una religión que consideramos verdadera y que responde a nuestro anhelo más personal. Sin embargo, somos bombardeados por mensajes, presiones, ninguneos e incomprensión, con el fin de demostrarnos lo absurdo de nuestra opción, el significado incorrecto y antediluviano de nuestras creencias. En épocas anteriores, las revoluciones o las inquisiciones amenazan el cuerpo, la vida, pero hoy, los apóstoles de la razón y de las libertades amenazaban la psicología, el prestigio, la convivencia democrática. Desde el jardín de infancia se intenta imponer en nuestras conciencias lo políticamente correcto con festividades y enseñanzas que se contraponen a la antropología cristiana, antes de que nuestros hijos puedan optar por una vida con misterio inefable.

Padres, maestros, educadores, sacerdotes, es nuestra hora. No gastemos un minuto sobre la leche derramada. Defendamos la libertad del ser humano. Seamos capaces de dar razón de nuestra elección y valores. Nuestra casa es el primer escalón imprescindible y nuestra capacidad de presencia activa en la escuela, la Iglesia y la sociedad son nuestros poderes, nunca como gueto, sino como espacio de libertad.

En el nº 2.731 de Vida Nueva.

Compartir