Manifestación a favor de los crucifijos en Almendralejo

Cinco mil personas protestan contra su retirada de un colegio por la Junta

(F. J. Pérez Valero– Foto: David Vigario) Cinco mil personas protestaron el pasado viernes 19 en Almendralejo (Badajoz) contra la retirada de  crucifijos en un colegio público. El dato es digno de mencionar en una población que cuenta con unos 25.000 vecinos. Manifestantes de todas las edades mostraron así su rechazo a la decisión de la Consejería de Educación de la Junta de Extremadura de quitar las cruces de dos aulas del colegio ‘Ortega y Gasset’, tras la denuncia efectuada por el padre de los dos alumnos que estudian en esas clases. En su demanda solicitaba incluso que fueran eliminados actos colegiales como la tradicional misa al inicio del curso o el Belén viviente que suelen poner en escena los alumnos cada Navidad. Por su parte, la Junta argumenta que ha actuado en aplicación de una decisión del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, que dio recientemente la razón al padre en una sentencia.

“Esta concentración no es contra nadie, sino a favor del sentir mayoritario de un pueblo que ha salido a las calles a defender sus convicciones”, afirmó Francisco Lamoneda, portavoz de la Asociación de Madres y Padres (AMPA), organizadora de la convocatoria. “No queremos imponer credo o religión a nadie; respetamos absolutamente la libertad de todos los padres y por ello las clases de religión son opcionales, pero no podemos consentir que, totalitariamente, nos impongan su no creencia a todos los demás”, concluyó.

Carta de García Aracil

De otro lado, en una carta pública titulada Con la cruz o sin la cruz, el arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, señala que “asumir la cruz interior que supone para nosotros la campaña contra el crucifijo, ha de ser la muestra más clara de que, como Jesucristo, no queremos la muerte del pecador, sino que se convierta y viva”. A continuación, el prelado explica que “no se vence la batalla de las libertades haciendo desaparecer a quien cada uno considera enemigo o simplemente distinto”. Y se pregunta: “¿Condiciona más la presencia del crucifijo en el aula que la acción constante de un programa oficial mediante el cual se inoculan al alumno indefenso principios, formas de ver la vida y de verse a sí mismo y a los demás?”. El obispo sostiene que, “obrando en la línea de suprimir en lugares públicos lo que pueda molestar a una persona, debería desaparecer todo lo que es testimonio de la fe cristiana, verdadera raíz de España y de Europa”. García Aracil concluye afirmando que “la sociedad aconfesional no debe caer en el error de ser confesionalmente antirreligiosa”.

En el nº 2.731 de Vida Nueva.

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