¿Cómo no iba a venir?

(Jesús Sánchez Adalid– Sacerdote y escritor)

“Es muy triste asistir a esta ceremonia de la simplificación que sólo se atiene a los beneficios económicos que pueda o no reportar la visita. ¿A eso se reduce el alcance del viaje? No se nos puede escapar lo que significa el Camino de Santiago; el fenómeno que supone en múltiples ámbitos. ¿Cómo no iba a venir la cabeza de los católicos del mundo?”

A día de hoy, estamos a la espera de la visita del Papa a España. No sabemos, pues, todavía cuáles serán los efectos del viaje de Benedicto XVI; si serán o no positivos, si ayudarán a nuestra Iglesia; o si, por el contrario, servirán para que resalten las protestas, enfatizadas por parte de algunos medios de comunicación y que contagian un determinado clima de opinión. En las próximas semanas no serán apreciables los cambios que puede suscitar este encuentro. Porque este tipo de transformaciones ocurren en las conciencias de los hombres y ninguna aproximación empírica podrá medir esos efectos. Es posible que tampoco en los meses ni en los años siguientes eso sea apreciable. Lo único que tal vez se pueda apreciar serán los cambios en las percepciones de lo que llamamos comúnmente imagen pública; aquello que, no obstante los cambios en las conciencias, tiene efectos externos que, generalmente, se manifiestan a largo plazo. En principio, cabe suponer que el resultado sea similar al de viajes anteriores. Siempre el efecto es mucho más positivo que las expectativas de algunos comentaristas. Es muy triste asistir a esta ceremonia de la simplificación que sólo se atiene a los beneficios económicos que pueda o no reportar la visita. ¿A eso se reduce el alcance del viaje?

No se nos puede escapar lo que significa el Camino de Santiago; el fenómeno que supone en múltiples ámbitos. ¿Cómo no iba a venir la cabeza de los católicos del mundo? ¡Bienvenido, Benedicto XVI, Peregrino!

En el nº 2.728 de Vida Nueva.

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Especial Visita de Benedicto XVI a Santiago de Compostela y Barcelona

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