Los Papas viajan a España

La de este fin de semana será la séptima visita de un Pontífice a nuestro país

Juan Pablo II con los jóvenes en Cuatro Vientos (Madrid), en 2003

(Antonio Pelayo –Roma) Juan Pablo II viajó a nuestro país por vez primera en 1982; volvió dos años después para una breve estancia de un día en Zaragoza camino de Hispanoamérica; cinco años más tarde, con ocasión de la JMJ, visita Santiago de Compostela, con un colofón en Covadonga. Su cuarto viaje, en 1993, se focaliza en los lugares del sur de España ligados al descubrimiento de América; y, por fin, en 2003, preside cinco canonizaciones en Madrid. España se sitúa en el tercer puesto de países más visitados por Karol Wojtyla, después de Polonia (ocho veces), por obvias razones sentimentales, y Francia (siete veces). Benedicto XVI también ha dado muestras de especial predilección por nuestro país.

Al año de haber sido elegido sucesor de Pedro, Benedicto XVI viene a Valencia en el 2006 para estar presente en el V Encuentro Mundial de las Familias.

Ahora se dispone a visitar, los días 6 y 7 de noviembre, Santiago de Compostela y Barcelona. Para agosto del año próximo, volverá de nuevo a pisar suelo español con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Madrid. Así, España se coloca a la cabeza de todos los países visitados por Ratzinger con tres viajes, por encima de su Alemania natal a donde ha viajado dos veces.

El frustrado viaje de Pablo VI

En sus doce años de pontificado, Pablo VI realizó nueve viajes internacionales. Y, a pesar de la leyenda negra fomentada por el franquismo, amaba mucho España y le dolía profundamente saber que en nuestro país algunos le consideraban antiespañol.

Basta leer lo publicado sobre la larga y positiva acción de nuestro embajador cerca de la Santa Sede (entre 1964 y 1972), Antonio Garrigues y Díaz Cañabate, para darse cuenta de con qué interés seguía todo lo referente a España. En más de una conversación con Garrigues alude a su deseo de visitar nuestro país, y más en concreto Santiago de Compostela, pero las condiciones políticas y los conflictos Iglesia-Estado que dominaron ese período hicieron completamente imposible el proyecto.

Primer viaje de Juan Pablo II a España

Las calles de Madrid en 1982

El primer viaje a España de Juan Pablo II tiene diez días de duración: del 31 de octubre al 9 de noviembre (exactamente, nueve días, siete horas y cuarenta y cinco minutos). Estaba previsto para antes, pero fue aplazado a causa de las elecciones políticas gracias a las cuales subió al poder el socialismo de Felipe González.

El itinerario abraza una buena parte de la geografía española. Por este orden, visita Madrid (de donde sale y a donde vuelve para dormir los siete primeros días), Ávila, Alba de Tormes, Salamanca, Guadalupe, Toledo, Segovia, Sevilla, Granada, Loyola, Javier, Zaragoza, Monserrat, Barcelona, Valencia, Alcira y Santiago de Compostela.

A Santiago de Compostela llegó el martes 9 de noviembre, siendo recibido en el aeropuerto por el entonces arzobispo, monseñor Ángel Suquía, y su joven obispo auxiliar, monseñor Rouco Varela.

El programa, como era habitual en los viajes wojtylianos, fue exhaustivo: misa del peregrino por la mañana en el aeropuerto, visita a la catedral de Santiago, encuentro con las gentes del mar en la Plaza del Obradoiro y acto europeísta en la catedral en presencia de Sus Majestades, Don Juan Carlos y Doña Sofía, del todavía presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, y de los presidentes de las Conferencias Episcopales Europeas, así como de varios rectores de universidades del Viejo Continente.

“Yo, Juan Pablo II –dijo el Pontífice con solemnidad–, hijo de la nación polaca que se ha considerado siempre europea por sus orígenes, tradiciones, cultura y relaciones vitales; eslava entre los latinos y latina entre los eslavos. Yo, sucesor de Pedro en la sede de Roma, sede que Cristo quiso colocar en Europa y que amó por su esfuerzo en la difusión del cristianismo en todo el mundo. Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago grito con amor a ti, antigua Europa: reencuéntrate a ti misma. Sé tu misma. Redescubre tus orígenes. Revive tus raíces”.

Wojtyla en Barcelona y en castellano

Para los amantes de las noticias meteorológicas, el 9 de noviembre de 1982 fue un día sin lluvia, soleado pero muy frío. La víspera había llovido en Galicia con una rara intensidad.

Nada comparable, sin embargo, con el auténtico vendaval que se había abatido sobre toda Cataluña el domingo 7, que obligó a un cambio de programa pero –por decisión del Papa– no a suspender la cita con las decenas de miles de fieles que, a pesar del mal tiempo, se habían concentrado en el santuario de Montserrat, a donde llegó en coche cerrado, y no en helicóptero, pasadas las diez y media de la mañana.

La Eucaristía se transformó en una celebración de la palabra. El cardenal Narcís Jubany Arnau le saludó en catalán y en dicha lengua se leyó el evangelio, pero el Papa pronunció su homilía en castellano.

Después se dirigió al camerino para besar el pie de la Moreneta, mientras la famosa escolanía del monasterio entonaba el himno mariano a la Virgen negra de Czestochowa. A continuación, la comitiva papal recorrió los 45 kilómetros que separan Montserrat de Barcelona y llegó ante la Sagrada Familia, donde recitó el Angelus y saludó el “dinamismo y la laboriosidad” de los catalanes.

Por la tarde, en Montjuïc, Juan Pablo II, el primer obrero de la historia que llegó al Pontificado, se reunió con el mundo del trabajo y pronunció estas palabras que no han perdido nada de su actualidad: “El Estado no puede resignarse a soportar crónicamente un fuerte paro; la creación de nuevos puestos de trabajo debe constituir por eso una prioridad tanto económica como política”.

De nuevo en Compostela

Una vez madurado el proyecto de las incipientes Jornadas Mundiales de la Juventud, se decidió celebrar la Jornada alternativamente un año en Roma y otro en diversas partes del mundo. Para la de 1989 se había propuesto Santiago de Compostela, de donde había sido nombrado arzobispo en 1984 monseñor Antonio María Rouco Varela, y hasta allí llegó el 19 de agosto, siendo acogido en el aeropuerto por los Reyes.

Karol Wojtyla, un peregrino más en Compostela, en 1989

Ovacionado por más de cuatrocientos mil jóvenes que se habían dado cita en la ciudad del Señor Santiago desde los más remotos confines del mundo, el Papa llegó en coche hasta la iglesia de San Francisco. La gran fiesta con ellos había sido reservada para la tarde, cuando comenzaba el ocaso en el Monte do Gozo, donde habían acampado más de trescientos mil jóvenes de todos los continentes y razas. “Somos los jóvenes del 2000”, cantaban al unísono mientras esperaban la llegada del Santo Padre.

Madrid 2003, emotiva despedida

La canonización del padre Poveda, de sor Ángela de la Cruz, del jesuita padre Rubio, de la madre Maravillas de Jesús y de Genoveva Torres Morales motiva el quinto y último viaje de Juan Pablo II a Madrid, los días 3 y 4 de mayo de 2003, cuando su salud está ya muy quebrantada, pese a lo cual protagonizará un conmovedor encuentro con los jóvenes en la base aérea de Cuatro Vientos, poniendo una vez en evidencia su “jovialidad”, su sentido del humor, su capacidad de conectar con las nuevas generaciones, su mirada hacia el futuro siempre esperanzada.

Para asistir a la Misa de canonización, que tiene como marco la Plaza de Colón, se han desplazado a Madrid más de un millón de fieles de todos los ángulos de la Península, conscientes muchos de ellos de que es su última oportunidad de ver vivo al Pontífice polaco, deseosos por eso de demostrarle una vez más el amor que sienten por él los españoles.

Benedicto XVI también viaja

Con la llegada en abril de 2005 a la sede de Pedro de Joseph Ratzinger, a la venerable edad de 78 años (Wojtyla tenía 58 cuando fue elegido ), algunos pensaron que las imágenes del Papa viajero se harían muy raras o casi inexistentes. Se equivocaron, puesto que del 18 al 21 de agosto de ese mismo año el Santo Padre ya se encontraba en Colonia para tomar parte en la Jornada Mundial de la Juventud y, al año siguiente, visitó la patria de su predecesor, Polonia.

El 8 y el 9 de julio de 2006 se celebró en Valencia, como estaba previsto, el V Encuentro Mundial de las Familias, y el Papa no quiso estar ausente de un acontecimiento de esta naturaleza. Toda la ciudad –que pocas semanas antes había sufrido un grave accidente en su red metropolitana– se puso de fiesta para recibirle y manifestarle su caluroso respeto mientras visitaba la catedral y la Basílica de la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad.

“La familia –dijo ante un auditorio fervoroso– es una institución intermedia entre el individuo y la sociedad y nada puede suplirla totalmente. Ella misma se apoya sobre una profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa, sostenida por el afecto y la compresión mutua. Es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro para los esposos durante toda su vida”. Ideas que de alguna manera volvió a repetir el domingo 9 en el transcurso de la Eucaristía que clausuraba el Encuentro Mundial.

Al día siguiente, muchos periódicos destacaban este asunto y los llevaban a titulares: “El Papa reafirma la vigencia del matrimonio entre el hombre y la mujer” (La Razón), “El Papa moviliza a un millón de españoles en defensa de la familia” (El Mundo)…; mientras algunos preferían destacar otros aspectos: “El Papa marca un nuevo discurso a los Obispos en su relación con el Gobierno” (ABC), “La visita del Papa aplaca la tensión entre Gobierno y Obispos” (El País).

Vida Nueva prefirió abrir su número-resumen de la visita con este título: “La familia, garantía de la dignidad humana”.

Ya de regreso a Roma, hablando con el cardenal Antonio María Javierre, buen amigo del Papa desde hace muchos años, éste me comentó: “Algunos esperaban rayos y truenos en vez de las afables palabras del Papa, que es hombre de doctrina y de persuasión, incapaz de la más mínima violencia, incluso verbal”.

Más información, en el nº 2.728 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea el ‘Pliego’ íntegro aquí.

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Especial Visita de Benedicto XVI a Santiago de Compostela y Barcelona

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