Brasil apuesta por la continuidad para suceder a Lula

Dilma Rousseff será la primera presidenta en la historia del país

(Graziela Cruz– Brasil) Por primera vez, una mujer regirá los destinos de Brasil. Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT) –formación de Luiz Inácio Lula da Silva– fue elegida el 31 de octubre como nueva presidenta del país, con el 56,05% de los votos, derrotando en segunda vuelta a su rival, José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), quien obtuvo el 43,95% de apoyos entre los más de 110 millones de electores. Rousseff asumirá el cargo el 1 de enero de 2011.

Poco después de que el Tribunal Supremo Electoral anunciara los resultados en un tiempo récord (apenas dos horas), gracias a un proceso totalmente automatizado, Rousseff prometió en su primer discurso como presidenta electa que su futuro Gobierno garantizará “la libertad más amplia y sin restricciones a la prensa, y la libertad más amplia de la religión y de culto”, temas que han generado controversia durante la campaña. La mandataria se acercará a los partidos de la oposición en busca de un programa para Brasil que prosiga la lucha contra el hambre, la pobreza y la desigualdad y la exclusión social.

Rousseff se enfrenta a la “difícil y desafiante” tarea de suceder a un presidente “que deja el Gobierno después de ocho años con niveles récord de aprobación”, los mayores de la historia brasileña. Por eso, en el mismo discurso, desveló que la emoción de ganar en las urnas se mezcló con la tristeza por la despedida de su predecesor, aunque reconoció que “un líder como Lula nunca estará lejos de su pueblo”. “Golpearé en su puerta –añadió–, y estoy segura de que la encontraré siempre abierta”.

Para el economista jefe del Instituto de Estudios para el Desarrollo Industrial (IEDI), Rogério Cesar de Souza, la elección de Rousseff puede representar una nueva etapa en el desarrollo del país. En una entrevista al diario Correio Braziliense, el día después de los comicios, sostuvo que la expectativa es de continuidad en los avances del Gobierno de Lula y profundización en la reducción de la pobreza, con una mejoría en la distribución de los ingresos, la educación y la salud. A su juicio, Brasil, como evidencia un análisis de la trayectoria de los países desarrollados, necesita nuevos saltos en su desarrollo.

La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), por su parte, emitió un comunicado saludando a los políticos elegidos y felicitó “de modo especial” a Dilma Rousseff, de quien espera “fidelidad en el cumplimiento de las promesas hechas durante la campaña”. “Pesa sobre los hombros de cada uno la responsabilidad de corresponder plenamente a las expectativas y a la confianza, no sólo de sus electores, sino de toda la nación brasileña”, dice la nota de la CNBB, al tiempo que pide “la intercesión de Nuestra Señora de Aparecida” ante los elegidos y todo el pueblo brasileño.

En la segunda vuelta, Rousseff firmó una carta comprometiéndose a garantizar la libertad de culto y a no presentar al Congreso un proyecto de ley para despenalizar el aborto. La CNBB, que se ha posicionado históricamente en contra de dicha despenalización, ha sido uno de los organismos más críticos con la tercera versión del Programa Nacional de Derechos Humanos (PNDH-3) que prevé tal medida.

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UNA VIDA DE DESAFÍOS


Dilma Rousseff, de 62 años, es hija de un inmigrante búlgaro y una profesora brasileña. Nacida en Belo Horizonte, fue educada en escuelas tradicionales de la capital de Minas Gerais, y comenzó a hacer política ya en su adolescencia. En 1964, con el golpe militar que derrocó al presidente João Goulart, optó por la lucha armada contra la dictadura. Fue perseguida y obligada a vivir en la clandestinidad. En esa época, conoció al abogado Carlos Araujo, con quien estuvo casada durante 30 años. En 1970, fue detenida y pasó tres años en prisión, donde fue brutalmente torturada. Tras salir de la cárcel, se trasladó a Porto Alegre y regresó a la escuela. Tuvo una hija. Más tarde, ayudó a fundar el Partido Democrático Laborista (en brasileño, PDT). Su primer cargo público fue en Porto Alegre como secretaria de Hacienda. En 2001, ingresó en el Partido de los Trabajadores (PT) y colaboró en la formación del Gobierno de Lula, siendo la primera mujer en asumir el Ministerio de Minas y Energía. Luego accedió al cargo de jefa de la Casa Civil, y se convirtió en la figura principal del Ministerio.

Elegida como sucesora del propio Lula, ha tenido que enfrentar un nuevo desafío: un cáncer del sistema linfático. Logró conciliar la política con las sesiones de quimioterapia y no desistir de la candidatura. Al final, ha salido victoriosa en su lucha contra el cáncer y en la elección presidencial.

gaparecida@vidanueva.es

En el nº 2.728 de Vida Nueva.

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