Benigno Ramos: “Hay que hacer maletas y emprender una nueva misión”

Superior de los Hermanos de San juan de Dios en la Isla Tiberina

(Luis Alberto Gonzalo-Díez, cmf) Hablar del Hospital de los Hermanos de San Juan de Dios en la Isla Tiberina es hablar de historia, pero, sobre todo, es un referente de hospitalidad, convivencia y creatividad en la misión. Benigno Ramos está ahora al frente de esta institución. Es un hombre joven cuya misión se evalúa, cada día, desde dos claves: acogida y misión compartida.

Háblenos del cambio en su misión. ¿Qué dejó y qué encontró?

Estoy en Roma desde febrero. Mi ocupación anterior, al servicio de la formación continua, era muy diferente. El de aquí es un mundo que aún no conozco. Sólo tengo primeras impresiones: buena valoración de la Vida Religiosa, conciencia de un aparente respeto… Uno no sabe si esto es bueno o no…

¿Cuál es la función del Hospital San Giovanni Calibita?

Es una ciudadela de la salud. Esta isla siempre estuvo asociada a la salud. De hecho, en el subsuelo del hospital están los restos del templo de Esculapio. Cada día pasan por la isla miles de personas: personal sanitario, voluntarios, religiosos y religiosas, enfermos y sus familiares…Sólo médicos y enfermeras son más de mil. Unido al hospital hay una Escuela de Enfermería, otra de Obstetricia y una de Cirugía Estética. Esta escuela de Medicina es muy especial ya que hacen un servicio excelente a personas afectadas por los severos tratamientos de oncología.

¿Cómo se puede vivir la esperanza en medio del dolor?

Ése es nuestro rasgo vocacional: sembrar esperanza, ser capaces de irradiar que la última palabra no la tiene ni el dolor, ni la enfermedad, ni la muerte. He aprendido, de nuevo, a maravillarme con el origen de la vida. Tenemos una de las mejores secciones de neonatos de Roma. Ver el origen de la vida, la debilidad y el milagro de salir adelante es un grito de la fuerza de Dios frente al cálculo humano.

Dirige el centro pero, sobre todo, es el superior de una comunidad…

Estamos nueve hermanos de nacionalidades muy diferentes. Creo que estamos aprendiendo a ser comunidad que signifique. No sólo hacer cosas juntos, sino hacerlo unidos. Está lograda la multiculturalidad, y estamos aprendiendo a ser interculturales. Eso es más difícil. Lo fuerte es el don vocacional, pero, en ocasiones, lo cultural nos marca demasiado.

¿Se da en el hospital un trabajo intercongregacional?

Sí, es de los aspectos más ricos. Diariamente tres comunidades vivimos juntos la Liturgia de las Horas y la celebración de la eucaristía. Es una experiencia rica de complementación y de Iglesia. Además de las tres comunidades, hay otros 30 religiosos y religiosas de distintas congregaciones que desempeñan aquí su misión. Es muy novedoso y por ahí tenemos que ir…

¿Y la atención a la gente?

La gente espera una palabra de aliento y consuelo. Trabajo diariamente con el voluntariado y, de manera prioritaria, con un grupo de necesitados (esos no nos abandonarán nunca). El Hospital no puede perder ese rasgo de hospitalidad tan nuestro. Si un día lo dejásemos, estaría fracasando la misión

¿Benigno está de paso o para quedarse?

Estoy naciendo de nuevo. He desecho las maletas. Me está costando. Pero también me está ayudando a crecer. Es más, en la Vida Religiosa, a nivel personal, creo que hay una etapa en la que hay que deshacer maletas para siempre. Y nuestras congregaciones y órdenes están en una etapa donde tienen que hacer maletas, cargar poco y aventurarse a una nueva misión que espera. Si no, no abrazamos el futuro.

MIRADA CON LUPA

El gran relato de profecía de la Vida Consagrada se escribe con los testimonios –incontables– de hombres y mujeres que lo dejan todo por la misión. En todos los lugares y culturas, los consagrados están sembrando esperanza porque saben anteponer el Reino a sus aspiraciones. Este milagro es difícil de cuantificar, imposible de ver a quien se acerca a la Vida Religiosa desde la sola sociología. Hay un mensaje que se reitera: para tener vida, hay que darla. Para que la Vida Religiosa tenga futuro, hay que abandonar mucha costumbre que nos ahoga.

lagonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.728 de Vida Nueva.

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