(Camilo Maccise– Ex presidente de la Unión de Superiores Generales)
“No hay lugar para triunfalismos o para identificar la nación con aspectos superficiales y folclóricos. Se necesita más que nunca luchar para resolver el desafío de la pobreza, de la desigualdad, de la ignorancia. Hay que lanzarse a emprender tareas pendientes sin dar la espalda a los problemas”
Varios países de América Latina están celebrando este año el bicentenario de su independencia. Como es natural, los gobiernos buscan exaltar los sentimientos patrióticos de sus conciudadanos y derrochan cantidades enormes de dinero para festejos. No faltan, con todo, voces críticas que ponen el dedo en la llaga de esas naciones en las que la independencia y las libertades se ven amenazadas actualmente por la corrupción, el narcotráfico galopante, los crímenes, la impunidad y la miseria creciente a pesar de sus riquezas.
Los 200 años de independencia no han podido consolidar esos países, que continúan sujetos a un neocolonialismo en un mundo globalizado en el que “los excluidos no son solamente explotados, sino sobrantes y desechables”. En particular, en los últimos tres años, México ha sido noticia por la violencia del narcotráfico, que ha dejado más de 28.000 muertos y ha creado un ambiente de inseguridad que paraliza iniciativas y proyectos. Especialmente, se ha destapado la cloaca de la corrupción de autoridades coludidas con los narcotraficantes. Esto, por una parte, ha creado un clima de abatimiento y desesperanza; por otra, ha puesto de relieve las posibilidades que tiene el país de superar esta situación.
Así las cosas, no hay lugar para triunfalismos o para identificar la nación con aspectos superficiales y folclóricos. Se necesita más que nunca luchar para resolver el desafío de la pobreza, de la desigualdad, de la ignorancia. Hay que lanzarse a emprender tareas pendientes sin dar la espalda a los problemas. Recordar los logros obtenidos, a pesar de todo, puede ser de una gran ayuda. Eso mismo ocurre también hoy en otros países latinoamericanos hermanados por idéntica problemática y por desafíos semejantes.
En el nº 2.727 de Vida Nueva.
