María Menéndez-Ponte: “Los jóvenes pueden integrar a Jesús en sus vidas”

(Texto: Marina de Miguel.  Foto: Archivo SM) “Es como si hubiera tocado a Jesús”. María Menéndez-Ponte es de aquellas personas que ponen el corazón en todo lo que hacen. Cuya vida (ya sean vivencias propias o experiencias de los seres queridos) sirve para ‘dar vida’ a los personajes que pueblan sus libros. Por eso, no es de extrañar que su última aventura literaria, Si lo dicta el corazón, le haya permitido ser testigo de excepción de la vida del Nazareno, sus predicaciones y muerte. Todo ello, gracias a Samuel, un muchacho enamorado que experimenta en su propia piel cómo las enseñanzas del Maestro chocan con la práctica vacía de la religión, basada en cumplir estrictas reglas.

“Creo que en esta vida hay que ser siempre un poco beligerante, sobre todo ante las injusticias”, explica la escritora coruñesa para indicar que esta faceta, la rebeldía, es predominante en la visión que ella tiene del Mesías. “Fue alguien que vino a enfrentarse con una sociedad muy rígida, donde lo religioso y lo político iban de la mano. El Dios del que hablaba era amor, justicia, estaba cerca de los pobres y los más desfavorecidos”.

Antes había participado en proyectos de índole religiosa, como Pasito a Pasito, Hablamos de Dios, El libro de Jesús o La Biblia. Historias de Dios, publicados por Ediciones SM, como el resto de su obra. Sin embargo, ésta es la primera incursión en la que, con esa temática, se dirige a los jóvenes, para lo que ha recurrido a la novela.

Como ya ocurriera en El poso amargo del café y en las demás creaciones de la colección ‘Los libros de María’, los lectores se sentirán parte de la trama. “Al expresar la historia de Jesús a través de las vivencias de Samuel, hace que tengas más cercanía. Además, hoy en día hay muchos samueles; muchachos que chocan con los planteamientos de su familia y de la sociedad”, apunta.

Las nuevas generaciones también tienen, como el protagonista, dudas e inquietudes religiosas: “Los jóvenes se han apartado de la Iglesia. Sólo hay que ir a las misas dominicales para ver que la mayoría de los asistentes son mayores”. Un lenguaje adaptado, mayor proximidad a la época actual y una buena formación de los evangelizadores son, a su juicio, aspectos a cuidar.

Con esta historia, que bebe de la fascinación con la que seguía de niña las clases de Historia Sagrada, pero también de las preguntas que le producían esos pasajes, pretende que los jóvenes vean que “pueden integrar a Jesús en sus vidas”. “El sentimiento mueve montañas y eso es fácil a través de la literatura. La imagen que van a recibir de Jesús es muy diferente de la que tienen ahora. No es un Cristo muerto. Está vivo, siempre ha estado con nosotros y puede seguir estando”, afirma.

Premiada

Pronto los coloquios, las cartas o los mails le dirán si los dictados del corazón de Samuel son escuchados por quienes se han convertido en sus compañeros y confidentes a lo largo de su extensa trayectoria literaria. Fue galardonada con el Libro de Oro 2006 por Nunca seré tu héroe y el conjunto de su obra recibió el Premio Cervantes Chico en 2007.

“Los jóvenes son auténticos. Si les das cosas de verdad, ellos te responden con creces. Muchas veces están faltos de cosas reales y cercanas. Veo gente muy motivada, a los que la sociedad se empeña en machacar”, señala. A menudo, sus cuatro hijos le dicen: “Mamá, aún no has salido de la adolescencia”. Por ello, no es errado decir que el imaginario de María Menéndez-Ponte está lejos de agotarse. Está dando una segunda oportunidad a una historia juvenil que escribió hace ocho años y… ¡cómo no!, debe narrar las nuevas peripecias de Pupi, el famoso extraterrestre.

En esencia

Un libro: Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.

Una canción: Imagine, de John Lennon.

Una película: La vida es bella, de Roberto Benigni.

Un deporte: equitación y surf.

Un recuerdo de la infancia:
los árboles, estaba siempre subida a ellos.

Un regalo:
el nacimiento de mis hijos.

La mayor alegría: lo mismo que la anterior.

La mayor tristeza:
la muerte de mi padre.

Un deseo frustrado:
ser bailarina.

Una persona: toda mi familia.

Me gustaría que me recuerden por:
haber sido cercana.

En el nº 2.726 de Vida Nueva.

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