Un nuevo Greco para celebrar su 400º aniversario

La Fundación El Greco 2014 inaugura su primera exposición en Guadalajara, “Los Apóstoles. Santos y ‘Locos de Dios’”

(Juan Carlos Rodríguez) Una nueva manera de ver y mirar al Greco. Éste es el objetivo de la conmemoración del IV Centenario de la muerte de Doménico Theotocópuli (Candía, Creta, 1541-Toledo, 1614). “Frente al artista místico y arrebatado, ha surgido la figura del pintor esteticista e intelectual, filósofo, que se tuvo a sí mismo por genio, ajeno a las preocupaciones de los devotos y eruditos contemporáneos”, afirma Fernando Marías, comisario, junto a María Cruz de Carlos Varona, de Los Apóstoles. Santos y ‘Locos de Dios’, inaugurada en Guadalajara y primera muestra que organiza la Fundación El Greco 2014, constituida en mayo en la Sacristía Mayor de la Catedral Primada de Toledo por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, el Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento y el Arzobispado de Toledo.

Esta muestra inaugura el IV Centenario y esa nueva mirada. No sólo parte de la exposición del célebre “Apostolado” que El Greco pintó en torno a 1607 –en obligado peregrinaje tras el cierre por rehabilitación del Museo de El Greco, que le ha llevado por Sevilla, Valencia, Zaragoza, México y Bruselas–, sino que lo expone como no se ha hecho hasta ahora. En la primera parte, El Apostolado de El Greco y la invención del artista: motivaciones y fuentes, se muestran también unos grabados en los que el pintor cretense se inspiró para retratar a los Doce Apóstoles y el Salvador, entre los que destacan los de Alberto Durero o Lucas van Leyden. Y en la segunda, Redescubriendo el Apostolado: de Cossío a Marañón, se resume la admiración del  historiador Manuel Bartolomé Cossío (1857-1935), quien creyó ver en san Bartolomé “un loco furioso escapado del antiguo y célebre Hospital del Nuncio”, y, más tarde, del médico Gregorio Marañón (1887-1960), que, a la sombra del III Centenario, trató de demostrar cómo el pintor había utilizado locos como modelos para sus Apóstoles. El ‘Griego de Toledo’, como se le conocía en vida, “creó con sus pinceles un nuevo mundo de imágenes religiosas y una revolucionaria forma de tratar y mostrar a los individuos divinos o terrenales, de tal fuerza que hoy podemos fácilmente reconocerlo”, explica Marías, para quien El Greco “sintetiza las tradiciones de la pintura griega, el color veneciano y el diseño romano”. Pero también, según añade Gregorio Marañón Bertrán de Lis, presidente de la Fundación, “fue ese inmigrante que nunca llegó a dominar nuestra lengua, firmó siempre en caracteres griegos y mantuvo el apodo de su nacionalidad de origen, llegando a ser el más universal toledano de todos los tiempos, y un verdadero icono de la identidad de nuestra ciudad. El valor simbólico de su ejemplo para los hombres y las mujeres de hoy trasciende la genialidad de su arte y tiene también una dimensión social”.

El Marañón ‘fotógrafo’

San Pedro

Esa misma dimensión social es el sello que Bertrán de Lis quiere aportar al IV Centenario, del mismo modo que la exposición de Guadalajara “tiene su base en la que ha estado discurriendo por las ciudades españolas pero con unos elementos de novedad en su planteamiento”, según explica él mismo, y de la que llaman la atención las fotografías y negativos originales en los que su abuelo, el célebre médico, historiador y académico, Gregorio Marañón, utilizó también como modelo a enfermos mentales, a los que les hizo adoptar las mismas poses que los Apóstoles de El Greco, así como una carta del doctor hablando sobre el “experimento” y las repercusiones del mismo en la prensa internacional. Además, incluye textos del médico Jean Martin-Charcot (1825-1893), que investigó sobre la histeria y otras enfermedades mentales. En cualquier caso, con esta exhibición en Guadalajara y una última parada en Ciudad Real, los trece óleos volverán en marzo o abril al Museo de El Greco, cuya reapertura constituirá el epílogo más esperado a la celebración del IV Centenario.

San Pablo

Una conmemoración que tendrá una gran plataforma: “La gran exposición, que será la pieza vertebral del año 2014 en Toledo, será una de las más significativas, y también la exposición complementaria que se realizará en el Museo del Prado”, sobre la que Marañón no ha querido “adelantar fechas ni contenidos”. Sí ha vaticinado que la muestra atraerá un flujo de unos dos millones de visitantes a Toledo: “El continente de esta exposición será la ciudad entera y estará en un lugar específico, que pensamos que pueda ser el Hospital de Santa Cruz, aunque puede comenzar por Illescas, seguir por Tavera, que pase por Santo Domingo el Antiguo, que vaya al Museo de El Greco, que llegue a Santo Tomé, que pase por la Catedral y que finalmente acabe en Santa Cruz”. En ella simboliza Marañón el doble objetivo del IV Centenario: por un lado, “conocer mejor la vida, la obra, la persona y el entorno de El Greco”; por otro, un verdadero proyecto cívico “que, de hecho, haga de Toledo en 2014 la verdadera capital cultural europea, como lo fue en el tiempo del Greco”.

El Plan Director, que estará concluido a finales de noviembre, dará más detalles sobre el programa expositivo, para el que el presidente de la Fundación se ha rodeado de un ambicioso equipo de colaboradores, entre ellos el director artístico del Teatro Real, Gerard Mortier (responsable del área de Programación Artística); el académico y diseñador Alberto Corazón (que desarrollará el programa de identidad corporativa) o el arqueólogo Jesús Carrobles (que se hará cargo de un ambicioso proyecto cívico para Toledo). Además del historiador Fernando Marías, que será el comisario de la exposición toledana: “El arte de El Greco, repudiado por la Ilustración dieciochesca, fue redescubierto por los románticos y los pintores franceses del siglo XIX. Hasta entonces era tenido por un griego discípulo de Tiziano; también el interés general por la pintura de Velázquez hizo volver los ojos hacia él. Y la Generación del 98 lo entendió como representación del espíritu religioso español del Siglo de Oro, en relación estrecha con los más altos hitos de la cultura religiosa, en su vertiente literaria, de la época: la mística de santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. Después, las corrientes pictóricas de comienzos del siglo XX lo vieron como un precedente de sus propias preocupaciones expresionistas, subjetivistas y atormentadas, libres y opuestas a la imitación servil y mecánica de la realidad. En la actualidad, la interpretación de la pintura del Greco se encuentra en pleno proceso de renovación y debate; han sido puestas en entredicho su vinculación con la espiritualidad de los carmelitas descalzos y su identificación con los valores hispanos”.

En el horizonte de Marañón y sus colaboradores está que esta conmemoración tenga el impacto que tuvo el III Centenario, que “sirvió para cerrar la etapa en la que se recuperó su figura. Un periodo complicado en el que se rompió con las visiones restringidas y académicas que dominaban las instituciones y se logró la valoración de unas pinturas que, en su mayor parte, se encontraban dispersas por las iglesias y conventos de Toledo”, según Jesús Carrobles. Así, la imagen de El Greco como precursor de las vanguardias se fue abriendo paso desde entonces y, como apunta Carrobles, “sirvió para que sus cuadros fueran objeto de la atención de un destacado grupo de intelectuales que, a comienzos del siglo XX, dotaron al personaje de la crítica necesaria para definirle como uno de los grandes genios de la pintura universal”.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.724 de Vida Nueva.

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