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El diseño chapucero


Esta obra de Leandro Sequeiros (Khaf, 2010) es recensionada por Alfonso Novo.

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El diseño chapucero. Darwin, la biología y Dios

Autor: Leandro Sequeiros

Editorial: Khaf

Ciudad: Madrid

Páginas: 207

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(Alfonso Novo) Pese a haber transcurrido más de 150 años desde que Darwin publicara El origen de las especies, y aunque sus tesis principales, corregidas por la perspectiva de los sucesivos descubrimientos científicos, forman parte de la ciencia normativa, sorprende cuántos cristianos siguen considerando el darwinismo como una teoría contraria a su fe. Esto, que pudiera considerarse fruto de una doble ignorancia, científica y teológica, adquiere rasgos más peligrosos cuando disfraza la religión de ciencia.

Desacreditado casi universalmente el “creacionismo científico”, ha adquirido desde hace unos años cierta relevancia, más ruidosa que real, la doctrina del Diseño Inteligente, que, basándose en la supuesta incapacidad de la selección natural para explicar la complejidad biológica, pretende introducir la idea del diseño como un factor necesario para ofrecer una explicación convincente. Aunque este movimiento llega a alardear de no usar la idea de Dios, está claro que el diseño inteligente exige un diseñador inteligente, “y a esto todos lo llaman Dios”, que diría santo Tomás.

Parodiando el nombre de esa ideología, escribe Leandro Sequeiros El diseño chapucero. El libro, más allá de lo que promete el título, se adentra en cuestiones que superan este debate para discurrir, de forma más general, por las relaciones fe-ciencia, punto en el que parece inclinarse hacia la tesis de integración de Ian Barbour, aunque, en general, habla más bien de diálogo. Uno de los temas al que dedica más empeño es el de establecer un modelo ontológico que permita explicar la complejidad sin recurrir al dualismo. El autor se decanta por el monismo emergentista, desechando otros monismos que tilda de reduccionistas o mecanicistas, pero no queda claro qué es el emergentismo, y podría sospecharse que sirve sólo para enmascarar un mal sacrificado dualismo. También los monistas “reduccionistas” saben perfectamente que la complejidad no puede explicarse con ecuaciones lineales, mas no por ello postulan el surgimiento de un nuevo principio óntico desde la propia complejidad.

Aunque la idea es buena, se echa de menos su mejor estructuración. Hay demasiadas repeticiones, citas no especificadas que no siempre dejan claro de quién es el pensamiento, explicaciones algo confusas e incluso páginas enteras descargadas de Internet. Se diría que el autor se vio obligado a publicar el libro antes de terminar su redacción.

En el nº 2.724 de Vida Nueva.

Actualizado
08/10/2010 | 08:32
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