El Camino de Santiago crece de un modo “desconcertante”

La capital gallega acoge el II Congreso Mundial de Santuarios y Peregrinaciones

Julián Barrio, en el centro, preside uno de los coloquios

(M. Á. Malavia– Fotos: Miguel Castaño) A poco más de un mes de la esperada visita del Papa, en lo que será la culminación del Año Santo Jacobeo, Santiago de Compostela ha sido centro de un importante encuentro eclesial. Y es que, 18 años después de que Roma albergara su primera edición, la capital gallega, del 27 al 30 de septiembre, fue la sede del II Congreso Mundial de Santuarios y Peregrinaciones.

Organizado por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, congregó a unos 250 participantes, provenientes de más de 70 países, destacando la presencia del presidente de dicho dicasterio, Antonio Maria Vegliò, y el arzobispo de Santiago, Julián Barrio. Clausuradas las jornadas, éste aprovecharía para encontrarse, el 4 de octubre en Madrid, con el Rey de España, Juan Carlos I, presidente de honor del Congreso, para concretar algunos puntos de la visita papal del 6 de noviembre.

En su ponencia, Barrio resaltó cómo la ruta jacobea experimenta un notable crecimiento, constatando que “en los últimos 25 años la evolución del número de peregrinos siempre ha ido en aumento”. Algo que ve “sorprendente” y “desconcertante”, atendiendo a lo que en el siglo IX era Compostela, “una villa insignificante, perdida en los confines de Galicia”. Sin embargo, el descubrimiento de la tumba del Apóstol hizo de Santiago “una de las metas de peregrinos más importantes del mundo occidental”, superando “en algunos momentos de la historia a las otras dos de Jerusalén y Roma”. “En suma –se cuestionó–, ¿qué puede atraer con esa fuerza y facilidad a los peregrinos y viajeros?”.

Mensaje del Papa

A esa pregunta, indirectamente, respondió Benedicto XVI en el mensaje que dirigió a los participantes: “Ha de resaltarse la riqueza que nos brinda la peregrinación a los santuarios. Ante todo, por su gran capacidad de convocatoria, reuniendo a un número creciente de peregrinos y turistas religiosos, algunos de los cuales se encuentran en complicadas situaciones humanas y espirituales (…). A todos ellos se dirige Cristo con amor y esperanza. El anhelo de felicidad que anida en el alma alcanza su respuesta en Él”. En definitiva, santuarios y peregrinaciones se presentan como una oportunidad de fe.

En el nº 2.724 de Vida Nueva.

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