La homilía de Amato o la manera de enfadar

(Juan Rubio)

El arzobispo Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, viene frecuentemente a España. Tiene aquí algún mitrado, viejo alumno suyo, empeñado en la restauración espiritual de este país a la deriva y al que hay que salvar con anatemas y extravagancias. La última vez que nos visitó fue para beatificar en Sevilla a la Madre María Purísima de la Cruz, sucesora de santa Ángela de la Cruz. Su homilía ha desatado revuelo, no por ensalzar las virtudes de tan santa religiosa, sino por hacerlo enfrentándolas a otras tan legítimas. En los adornos doctrinales que hizo a sus virtudes, ofreció una percepción negativa de la Vida Religiosa en la época que siguió al Concilio. Aprovechó el momento celebrativo para cargar contra unos en favor de otros: “Siguiendo la sana tradición” contra los que “adoptaron la moda efímera de cambios externos, exentos de eficacia apostólica”. Habló de “corrientes demoledoras de la vida consagrada y del piadoso espectáculo de relajación de la doctrina y de las costumbres”, ridiculizando, sin nombrarlo, a un conocido centro teológico sevillano. El texto no tiene desperdicio y muchos de los asistentes se miraban confundidos pensando quién había metido al arzobispo en este berenjenal preparándole la homilía. La nueva beata nunca escribió en sus cartas en este tono.

Lo extraño es que sus homilías en beatificaciones anteriores no iban por esos derroteros. Ahí está la del P. Hoyos en Valladolid; o la de Lozano Garrido, en Linares (Jaén); o la de Fray Leopoldo, en Granada. Ésta de Sevilla fue un anecdotario al servicio de una idea: que la Vida Religiosa perdió su esencia en el periodo posconciliar.

Saltaron las alarmas en una Iglesia como la española, en donde hace tiempo, desde ciertos ámbitos de la Conferencia Episcopal, se busca un mayor control de la Vida Religiosa en beneficio de otras nuevas y legítimas fórmulas que se van instalando en la geografía española. La Comisión Episcopal para la Vida Religiosa, que en los últimos días está haciendo un acercamiento a CONFER con reuniones varias, anda preocupada por todo lo que se mueve en algunas congregaciones veteranas. El mensaje de Amato no es ajeno al objetivo de esta Comisión, que está haciendo “temblar” las carnes de quienes presienten un sometimiento, más que comunión y colaboración.

En el Episcopado se ha ido perdiendo sensibilidad hacia la Vida Religiosa. Era costumbre no escrita que algunos obispos fueran elegidos de entre los religiosos. Se marcharon Amigo, Sebastián, Gómez, Gutiérrez y sólo quedan Sanz Montes y Asurmendi. Otros casos no son aplicables. En Roma, mientras se espera el relevo del cardenal Rodé, el nuevo secretario de la Congregación para la Vida Religiosa, que hoy traemos a las páginas de Vida Nueva, ha llegado con aire de optimismo y esperanza.

Y es que el periodo que sucedió al Concilio, con sus luces y sus sombras, no puede ser barrido de un plumazo. Aconsejo la lectura y estudio de los tres tomos que escribió Aquilino Bocos, ex superior de los Misioneros Claretianos, especialmente el titulado Tiempos de Comunión y Misión, un deslumbrante recorrido, en pura fidelidad eclesial, a los convulsos, purificadores y vivos años de aquella primavera eclesial.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.723 de Vida Nueva.

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