Seis siglos de hogar para los niños desamparados

El Colegio Imperial de Niños Huérfanos de Valencia cumple 600 años

(Maria Nieves León) El Colegio Imperial de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer cumple 600 años. Están, pues, de gran aniversario. Juan Miguel Díaz Rodelas es el presidente del Patronato y en él representa al Cabildo Metropolitano. Un Patronato que viene de lejos… Nos remontamos al Siglo de Oro valenciano. Una época de esplendor de la lengua en la que, por otra parte, era muy frecuente encontrar errantes huérfanos moriscos abandonados a la caridad de los cristianos. A muy temprana edad se ponía a los niños a trabajar. En el Hospital de Santa María recogían a muchos, enfermos y desnutridos, y una vez atendidos, se les enviaba a pedir limosna, a acompañar entierros o a hacer de monaguillos en la Catedral.

Vicente Ferrer, el santo dominico nacido en Valencia en 1350 y muy sensibilizado con los niños de la calle, alquiló una casa para ellos; primero contaba con el apoyo de los Beguines y posteriormente buscó familias que se ocupasen de ellos, les enseñasen las letras y las oraciones y pudieran orientarles hacia algún oficio. Con ello estaba creando las bases del Colegio Imperial.

Tradicionalmente, los niños (xiquets de Sant Vicent) recitaban en la festividad Els Miracles del Sant. Hoy, el mayor milagro es que esta Fundación haya durado 600 años; a ello ha contribuido, sin duda, la tutela de las grandes instituciones eclesiásticas y civiles locales. La sociedad valenciana “los hizo suyos”, favoreciendo la integración social y laboral, tan necesaria.

También las niñas eran acogidas. Niñas huérfanas o sin lazos familiares que se hubieran visto abocadas a la marginación y a la prostitución. Era importante acogerlas, educarlas y proporcionarles una dote, sin la cual no podrían casarse ni entrar en un convento. El Colegio Imperial cree poder sentirse orgulloso de haber sido la primera institución en Europa que introdujo en sus planes educativos la enseñanza de la lectura y escritura para niñas.

En 1584 se redactan las primeras constituciones del Colegio, que reúnen todos los detalles sobre la acogida, la alimentación, vestido, higiene, etc. El marco jurídico supera favorablemente las medidas represivas de la época. En 1593, Felipe II les reconoce personalidad jurídica y en 1624 reciben la Casa del Emperador como vivienda. En 1848, las Hijas de la Caridad asumen la organización del Colegio. Hoy están en una espléndida parcela a unos 15 kilómetros de Valencia, en San Antonio de Benagéber.

La titulación de ‘huérfanos’ actualmente no es tan restrictiva como antes, ya que la sociedad de hoy plantea nuevos retos. Sabemos que ser padre no consiste solamente en traer hijos al mundo. Es, además, acompañarles, perder la vida y desgastarse por ellos. Éstos son los retos que el Colegio asume hoy y que actualizan sus orígenes. Las líneas de trabajo actuales siguen los principios fundacionales. Y lo primero es educar su afectividad, lo cual facilita su crecimiento personal. Cada niño tiene su propia historia y situación personal, y cada uno evolucionará según su propio proceso.

Otro de los puntos en que se hace hincapié es que todos los pequeños deben reunirse con su familia una vez a la semana, “tocar su sangre”, ya sea con la madre, el padre o los abuelos. Esto, que no siempre es posible –porque la relación familiar no siempre está resuelta–, les ayudará a favorecer el arraigo. Por esta razón de cercanía, afectivamente obligada, sólo se admite a niños de la Comunidad Valenciana.

Aquí se ha dado siempre mucha importancia a la educación cristiana, también porque en el origen los rapazuelos que se acogían habían aprendido la “sabiduría de la calle”, y con la enseñanza cristiana se pretendía reformar sus hábitos morales. De este modo, por ejemplo, todas las noches, antes de cenar, se visita la capilla. Además, se preparan los sacramentos, empezando por el Bautismo para los que no han sido bautizados; y los jueves celebran la Eucaristía, que van preparando por turnos.

Enseñar a quererse

Desde el reinado de Felipe II, el director del Colegio debe ser un sacerdote, conocido como clavario director. El pasado 16 de septiembre se anunciaba la designación del nuevo clavario, en la persona de José Ignacio Llópez Guasp. Sustituye en el cargo a Enrique Orquín, después de cinco años. El director, junto a los tutores, que trabajan en grupo, deben llevar un seguimiento de los niños, ayudando a cada uno a motivar su autoestima, enseñándoles a quererse. Son vidas que hay que tratar con sumo cuidado, porque hay historias de lo más delicadas. Como la de un pequeño que sufrió un accidente mortal con sus padres. No los volvió a ver nunca más y le cuesta comprender el porqué.

El Colegio tiene internado para 90 ó 100 niños, con nueve tutores, “papás, mamás o familias”, que puedan recrear con la mayor fidelidad un ambiente que les ayude a desarrollarse en plenitud. Mamen Cobo es una supermamá. Tiene trece niñas de entre 8 y 13 años. Las sigue de la mañana a la noche, atiende sus problemas, se ocupa del acompañamiento emocional, de sus estudios, de la relación entre ellas. Las niñas están expectantes. Sabían que venía una visita y quieren preguntar. Se las ve contentas y empiezan a narrar su día a día. Como en una familia, en las habitaciones están un poco entremezcladas por edades. Tienen sus responsabilidades y también tiempo para hacer deporte, participar en talleres, estudiar y jugar. Forman un grupo compacto y se llevan bien. Es la tarea del tutor, que además debe estar en estrecha relación con los padres cuando es posible.

Los fines de semana, en teoría se van a sus casas. Pero no siempre es así. A veces los progenitores tienen dificultades y solicitan no recogerlos. Para los que se quedan hay “otra casa” en la que pueden “escaparse” del ambiente escolar y vivir una dimensión más festiva; las paredes están pintadas de colores y a ellos les ilusiona mucho estar allí.

Las nueve “familias” funcionan con autonomía. Los niños viven tal como si estuviesen en un verdadero hogar con muchos “hermanos o hermanas” y encuentran un espacio cálido que les permite crecer con equilibrio y afecto. Uno de los tutores de los niños es Fernando. Él mismo ha sido colegial, y considera “un regalo” poder trasmitir a los niños lo que él recibió. En lo académico, el colegio es concertado y lo comparten con otros niños de la zona. Hay un porcentaje importante de inmigrantes; actualmente están representados diez países. La integración entre internos y externos, unos 240 en total.

Las celebraciones principales de los 600 años de la fundación del Colegio comienzan en octubre, un mes que estará jalonado de acontecimientos. Destaca una exposición pictórica con los fondos de la institución y otra bibliográfica. Este Colegio, pionero en su labor, está vinculado desde hace 500 años a la Casa Real española.

En el nº 2.722 de Vida Nueva.

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