Los Objetivos del Milenio, ¿son aún realizables?

“Con el 1% de lo aportado para salvar al sistema financiero se podría erradicar el hambre”

(José Carlos Rodríguez Soto) Por primera vez en quince años, el número de personas que pasan hambre en el mundo ha disminuido un 10%, según un informe de la FAO recién publicado. Pero antes de echar las campanas al vuelo conviene pensar que aún hay 925 millones de hambrientos y que la diferencia es que si hace un año moría de hambre un niño cada seis segundos, ahora muere uno cada siete.

Si, a pesar de todo, somos de los que prefieren ver la botella medio llena, nos alegraremos de que en el mundo haya 100 millones menos de personas subalimentadas que en 2009. La razón, sin embargo, es que se debe más a la buena suerte que a la acción de los gobiernos. Otro informe publicado casi al mismo tiempo que el de la FAO por OXFAM (y cuyas cifras coinciden) señala que este descenso se explica por las buenas cosechas durante los dos últimos años, lo que ha provocado un aumento de los alimentos a escala global. Sea cual sea la razón, a pesar de la mejoría, aún estamos muy lejos de poder cumplir la primera meta fijada por los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que persigue una reducción de la pobreza extrema (calibrada como vivir con menos de un dólar al día) y de los que pasan hambre para 2015. Para Jacques Diouf, director de la FAO, este objetivo –“el más difícil de cumplir”– no se alcanzará, entre otras cosas, porque para erradicar el hambre en el mundo haría falta invertir en seguridad alimentaria unos 45.000 millones de dólares al año, y desde que 189 países de la ONU adoptaron los ODM en 2000, hasta la fecha los países ricos han entregado más hermosas declaraciones que dinero contante y sonante para el desarrollo de los países pobres. Por otra parte, los avances han sido muy desiguales: gran parte de la reducción de la pobreza se ha concentrado en China, India y Asia oriental, mientras que en África subsahariana el descenso ha sido mínimo.

Del 20 al 22 de este mes se ha celebrado en Nueva York una importante cumbre para evaluar el progreso realizado en la consecución de los ODM, cuando ya han pasado diez años desde que se asumió este compromiso y quedan sólo cinco años para agotar el plazo marcado. Como suele ser habitual en estos acontecimientos, numerosos grupos de la sociedad civil de todo el mundo se han movilizado para recordar que se están perdiendo importantes batallas en la lucha contra la pobreza, apuntando a la falta de compromiso de los países ricos como la causa principal. Varias organizaciones católicas han manifestado antes y durante la cumbre su desmayo ante la situación. La CIDSE (sigla que responde a la Alianza Internacional de Agencias Católicas de Desarrollo) publicó el 9 de septiembre un informe titulado Fecha límite 2015, en el que se afirma: “Los gobiernos necesitan aclarar los compromisos que pueden sostener, dado que los donantes del Norte no entregan el dinero que han ofrecido previamente para el desarrollo”. La CIDSE no tiene pelos en la lengua a la hora de establecer comparaciones que a más de uno le resultarán odiosas: “El capital que corre ilícitamente del Sur hacia el Norte excede considerablemente la asistencia de riquezas para los países en vías de desarrollo”.

Muy parecida es la posición de la CONFER. A su responsable del área de Justicia y Paz, el jesuita José Luis Saborido, no le duelen prendas al ir al fondo de la cuestión: “El problema es que los ODM, aún siendo buenos en sí mismos, no atacan la verdadera causa de la situación mundial, que es el sistema de globalización económica neoliberal en que estamos inmersos desde la caída del Muro de Berlín. Desde 2008 hemos vivido una sucesión de crisis: alimentaria, energética, financiera, climática… y todas han sido un anuncio de lo que hoy es evidente: una crisis global del sistema que supone una crisis hondamente ética”.

Saborido recuerda que la CONFER representa a miles de religiosos y religiosas muy comprometidos en la lucha contra la pobreza, el hambre y la enfermedad en el mundo, y desde esa posición dice ver la situación de los ODM “con gran desesperanza”. Para él, lo más grave es que “la crisis no ha provocado ninguna refundación del sistema, sino todo lo contrario: un afianzamiento del mismo, dando más dinero a los que ya lo tienen y privándoselo aún más a los que tenían poco.” Pero ese panorama no provoca su desánimo. Al contrario: “Los religiosos y religiosas que dan su vida por los demás en el mundo de la pobreza saben que estos problemas no se solucionan únicamente acudiendo a las emergencias de la población pobre, sino transformando las estructuras políticas, económicas y sociales, y, sobre todo, el corazón de las personas”.

Manos Unidas, recién galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, es otro de los actores con sobrada experiencia en la lucha contra la pobreza. Para su coordinador de documentación, Juan Souto, “los ODM no son nuevos para Manos Unidas”. En sus 50 años de trabajo en todos los continentes se han dedicado a ellos. Souto está convencido de que “luchar para erradicar el hambre y la pobreza, el analfabetismo, las enfermedades, la discriminación de la mujer…son objetivos realistas y que se pueden cumplir si se implementan las políticas adecuadas y se invierte el dinero necesario, que la ONU estimó en el 0,5% del PIB de los países desarrollados”.

Al tiempo que reconoce mejoras como “la reducción de la mortalidad infantil, el aumento del acceso al agua potable y las intervenciones relacionadas con el control de la malaria, el VIH o la inmunización contra el sarampión”, explica Souto que Manos Unidas entiende que “la crisis económica mundial ha supuesto un frenazo en el avance y consecución de los ODM, al recortar los países desarrollados sus inversiones y su ayuda oficial al desarrollo”.

Bajón en la ayuda

Éste es uno de los puntos más conflictivos. Así lo reconoce la Coordinadora Española de ONGD en un documento de cara a la cumbre de Nueva York: “Durante los últimos años se observa una disminución de la ayuda oficial al desarrollo europea, que pasó de un 0,51 de la renta nacional bruta en 2006 a un 0,42 en 2009, lo que ha supuesto 4.000 millones de dólares menos que en 2008. Ahora, a sólo cinco años de que expire el plazo marcado, el panorama es más desalentador que nunca. De nada servirá que se pongan sobre la mesa buenas intenciones si no van acompañadas de compromisos concretos, con un calendario, y vinculantes”. “Sólo con un 1% de lo aportado en 2008 para salvar el sistema financiero se podría erradicar el hambre en el mundo. Sólo haría falta querer hacerlo”, concluye el documento de la Coordinadora de ONGD españolas.

Este organismo es especialmente crítico con el papel de España, que ha recortado la ayuda oficial al desarrollo y la aleja “de la trayectoria positiva que había iniciado en 2004, en su ruta hasta alcanzar el comprometido 0,7%”, y lamenta que la disminución de fondos públicos les obliguen a disminuir sus acciones de ayuda al desarrollo: “El resultado de esta política es una Europa débil, falta de ideas y con escasa voluntad de comprometerse en su papel internacional como primer donante mundial”.

Pero no se trata sólo de donar dinero a los países pobres. No raramente con una mano se da y con la otra se quita más de lo donado. Como señala desde hace años la Red África-Europa Fe y Justicia (un importante lobby formado por congregaciones misioneras), las políticas comerciales de la Unión Europea para con los países ACP (África, Caribe, Pacífico) han creado más pobreza. Con los tratados de libre comercio conocidos como EPA (Acuerdos de Partenariado Económico) los países africanos han dejado de ingresar dinero por cobro de tarifas aduaneras que los productos europeos que entran en estos países ya no tienen que pagar. Además, los alimentos producidos en Europa o en los Estados Unidos suelen ser más baratos que los locales, gracias a los subsidios que reciben, y cuando inundan los mercados africanos arruinan a muchas pequeñas empresas. Otro problema es la escalada de compra de tierras africanas por compañías asiáticas y árabes. Agricultores de países con hambre pierden sus terrenos de cultivo para que naciones como Japón, Egipto o Indonesia hagan crecer en ellos cosechas para alimentar a sus ciudadanos.

Presión social

Otras valoraciones de los ODM van más en esta línea. La plataforma Derecho a la Alimentación, impulsada por Ayuda en Acción, Cáritas, Ingeniería Sin Fronteras y Prosalus, señala en un comunicado que “el principal problema no es la producción de comida, sino la distribución y acceso a los alimentos”. Esto explicaría un dato importante: “En los últimos 30 años, los 49 países más empobrecidos han pasado de ser exportadores a importadores de alimentos”. Y apuntan otra causa del poco avance de los ODM: “Se celebran grandes cumbres, pero nadie salvaguarda su cumplimiento, los compromisos no son vinculantes y no hay quien vele por ellos”.

Muchos piensan que sólo una intensa presión social hará que las políticas de los países ricos cambien. Es la conclusión de Juan Souto: “Hace falta que la sociedad civil haga suyos los Objetivos del Milenio y exija su cumplimiento. Demandemos a nuestros gobernantes que, así como han sido ágiles para conseguir dinero para sanear corrupciones bancarias y políticas, trabajen con la misma determinación para resolver los problemas de los pobres”.

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LOS OCHO OBJETIVOS DE DESARROLLO DEL MILENIO


1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre.

2. Lograr la enseñanza primaria universal.

3. Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer.

4.  Reducir la mortalidad infantil.

5. Mejorar la salud materna.

6. Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades.

7. Garantizar el sustento del medio ambiente.

8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo.

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UN ACUSADO DE GENOCIDIO PRESIDE EL COMITÉ DE LA ONU PARA LOS OBJETIVOS DEL MILENIO


Al escaso progreso realizado en la consecución de los Objetivos del Milenio se suma otra perplejidad: que el comité que la ONU puso en marcha en junio para evaluar el cumplimiento de estas metas esté presidido por el presidente de Ruanda, Paul Kagame, sobre quien pesan acusaciones serias de genocidio y crímenes de guerra. José Luis Rodríguez Zapatero copreside este organismo. En julio de este año, el presidente del Gobierno español decidió no recibir a Kagame después de que varias ONG le exigieran que no se reuniera con el mandatario ruandés cuando éste visitó Madrid para participar en una reunión de este comité.

Tres semanas antes de la Cumbre de Nueva York sobre los ODM se filtró un extenso informe del Comisariado de la ONU para los derechos humanos en el que se acusa al Ejército ruandés al mando de Kagame de haber cometido cientos de actos de genocidio contra los refugiados hutu en Congo de 1996 a 2003. En España, varios grupos de sociedad civil (www.bastadeimpunidadenruanda.org) han llevado a cabo una campaña en la que exigen la suspensión cautelar de Kagame como co-presidente de este comité y a Zapatero que renuncie a su cargo. Kagame está acusado también por la Audiencia Nacional de haber ordenado el asesinato de nueve misioneros y cooperantes españoles en Ruanda y en Congo. La publicación del informe de la ONU se ha retrasado hasta el 1 de octubre tras amenazas de Ruanda de retirar a sus tropas en misiones internacionales de paz. La plataforma española ha denunciado que ya en 1994 la ONU impidió la publicación de otro documento que revelaba masacres ordenadas por Kagame contra la población hutu en Ruanda.

jcrsoto@vidanueva.es

En el nº 2.722 de Vida Nueva.

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