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Marie-Joseph Lagrange. Una biografía crítica


Este libro de Bernard Montagnes (Editorial San Esteban, 2010) es recensionado por Jorge Juan Fernández Sangrador.

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Marie-Joseph Lagrange. Una biografía crítica

Autor: Bernard Montagnes

Editorial San Esteban

Ciudad: Salamanca

Páginas: 597

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(Jorge Juan Fernández Sangrador) Cuando, en 2007, visité l’École Biblique et Archéologique Française de Jerusalén, con el fin de leer los escritos de Marie-Joseph Lagrange (1855-1938), no los publicados como resultado de su apreciada labor investigadora, sino aquellos en los que han quedado consignados sus recuerdos y vivencias, me encontré con su diario espiritual, dividido en dos cuadernos, y cartas personales. Este material, agrupado en archivadores intitulados “Fonds Marie-Joseph Lagrange, o.p.”, se halla en unas dependencias de la biblioteca en las que se conservan manuscritos, fotos, informes y toda suerte de papeles y materiales emanados de aquella institución benemérita y de sus miembros.

La letra pequeña e ilegible de Lagrange constituye una dificultad para quien desee adentrarse holgadamente en las confesiones del egregio dominico, pero una transcripción del diario, realizada por Renaud Escande y revisada por Bernard Montagnes, resulta de gran ayuda para avanzar con presteza en el conocimiento de aquella alma profundamente religiosa y transida de espiritualidad católica.

En el diario hay apuntes sobre su llegada a Salamanca, la recepción de las órdenes menores en Ávila, los viajes a Alba de Tormes o el día en que empezó a estudiar hebreo. Menciona una jornada de paseo en la que los dominicos tuvieron que salir a la calle sin hábito u ocultándolo bajo un abrigo. Lagrange anotó entonces: “Oh, Jesús mío, somos ciertamente el desecho de la tierra, pues, expulsados de Francia, ni siquiera podemos ir al descubierto en la católica España. Dignaos fortalecernos con vuestra gracia y hacernos salvadores de almas”. Fue la única queja durante su exilio en Salamanca, desde 1880 hasta 1886, con lo que ya puede uno darse idea de cómo era en lo interior y cuál el dinamismo espiritual que le permitía hacer frente a las adversidades, que, en su vida, no fueron pocas.

Hacia la canonización

Además del diario y las cartas, en la biblioteca hay también un infolio, en cuya cubierta puede leerse: “Beatificationis et Canonizationis Servi Dei Mariae Iosephi Lagrange, O.P. 1855-1938. Foroiulien-Tolonen. Positio super fama sanctitatis et virtutibus. Congregatio de Causis Sanctorum, Prot. N. 1816, Romae 1999”. Es la positio presentada ante la Congregación para las Causas de los Santos en 1999 con el fin de proceder al estudio de la vida, la práctica de las virtudes cristianas y la fama de santidad de Marie-Joseph Lagrange. El proceso de canonización había sido incoado en la diócesis de Fréjus-Toulon, jurisdicción metropolitana de Marsella, en 1987.

Los autores de la positio fueron Bernard Montagnes, Maurice Gilbert y Joseph Doré. Una parte de esta ha sido publicada por Montagnes en un libro que lleva por título Marie-Joseph Lagrange. Une biographie critique (París: Les Éditions du Cerf 2004) y que acaba de ser traducido al español por José Antonio Marcén Tihista para la Editorial San Esteban. Es el estudio más completo que, a día de hoy, existe sobre el padre Lagrange. El de Pierre Benoit, El Padre Lagrange al servicio de la Biblia. Recuerdos personales (Bilbao: Desclée de Brouwer 1970), es de otro tenor y tampoco ha de faltar en la biblioteca de un escriturista.

Bernard Montagnes ha dividido la obra en dieciséis capítulos: el proceso de formación (1855-1890); la fundación de l’École Biblique (1882-1890); la expansión de l’École Biblique (1890-1900); la censura de las publicaciones (1891-1893); el Congreso de Friburgo (1897); las Conferencias de Toulouse (1902); los escritos prohibidos (1904-1907); la reprobación de Roma (1907-1912); de la reprobación a la reconciliación (1912-1914); tormentos del padre Lagrange desde la fundación de l’École Biblique (1890-1914); l’École Biblique durante la guerra y la labor realizada por el padre Lagrange (1914-1919); las secuelas de la crisis modernista y la situación de l’École Biblique después de la Guerra Mundial (1915-1919); la hora del relevo (1925-1935); los frutos del otoño (1935-1938); el regreso desde Saint-Maximin hasta Jerusalén (1938-1967). En el último capítulo, el autor describe el conjunto de rasgos peculiares que tanto humana como espiritualmente caracterizaron al padre Lagrange. Al final de cada capítulo aparecen algunos documentos atinentes al argumento en cuestión. Son setenta en total.

Tratándose de la positio para la causa de canonización, tendría que haberse ahondado más en la etapa salmantina del padre Lagrange, pues en la ciudad del Tormes, en septiembre de 1883, fue ordenado diácono; en octubre hizo la profesión religiosa solemne; en diciembre celebró la primera misa en la iglesia del convento de San Esteban, ya que fue ordenado presbítero en Zamora; anteriormente, en diciembre de 1880, había recibido, en Ávila, las órdenes menores y el subdiaconado. Y es que, cuando se va camino de los altares, lo concerniente a la profesión religiosa y a las sagradas órdenes no puede ser despachado con tan solo unas líneas. Montagnes, en eso, se ha quedado corto. Pero no en lo que se refiere a la trayectoria intelectual, académica y eclesial de Lagrange –realmente extraordinaria–, que el autor conoce bien, expone con claridad e ilustra con suficientes datos. Y hasta con cierto compromiso personal.

Así pues, con esta recopilación de noticias y testimonios, articulados literariamente por la pluma de Bernard Montagnes, al lector de lengua española se le brinda ahora la oportunidad de poder conocer mejor al biblista católico más relevante de finales del siglo XIX y de la primera mitad del XX: el padre Marie-Joseph Lagrange, o.p., siervo de Dios, fundador de la Escuela Bíblica de Jerusalén e intérprete infatigable de la Sagrada Escritura.

En el nº 2.721 de Vida Nueva.

Actualizado
17/09/2010 | 08:33
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