Los laicos asiáticos quieren contribuir al futuro del continente

Seúl acoge un congreso sobre el papel de los seglares en la evangelización

(María Gómez) ¿Qué papel tienen los laicos en la evangelización de Asia? En su propia opinión, son una “pequeña grey”, pero profundamente conscientes de la misión específica que tienen como bautizados, “no sólo para construir las propias comunidades cristianas locales, sino también para abrir nuevas sendas para el Evangelio en todos los sectores de la sociedad”.

Es el compromiso que unas 400 personas (laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas) han adquirido al término del Congreso de Laicos Católicos celebrado en Seúl (Corea del Sur) entre el 31 de agosto y el 5 de septiembre, bajo el título Proclamar a Jesucristo en el Asia actual.

“Testimoniar a Jesucristo, el salvador universal”, es la “gran misión”, el “servicio supremo y el don más grande que la Iglesia puede ofrecer al pueblo de Asia”, se lee en el mensaje final dirigido a los seglares asiáticos. “Asia está en un proceso de crecimiento y transformación social sin precedentes. (…) No obstante, debe afrontar serios problemas en la promoción de la libertad, de la justicia, solidaridad y desarrollo de condiciones de vida más humanas. (…) La específica contribución cristiana puede ser esencial para la solución de estos problemas”.

Junto a éste, se presentó un mensaje dirigido a Benedicto XVI en el que le aseguran su entusiasmo para con la misión que se les ha confiado, porque “el pueblo de Asia tiene necesidad de Jesucristo y de su Evangelio” y “hay sed del agua viva que sólo Él puede dar”, tal y como lo expresó Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica Ecclesia in Asia.

Entre los grandes temas que se han tratado durante estas jornadas, destaca el de la libertad religiosa. Según un informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada citado en los debates, se constata que, en una lista de 13 países con “graves limitaciones a la libertad religiosa”, diez están en Asia, y otras 15 naciones asiáticas están en la lista de los países que registran “limitaciones a la libertad religiosa”. Por eso en el mensaje final hay un agradecimiento a los que dan “valiente testimonio de su fe” en sociedades en las que incluso sufren hostilidades y amenazas por ello, al tiempo que se anima: “¡La sangre del martirio es semilla de nuevos cristianos!”.

¿Congreso “romano”?

Por otra parte, el Congreso no ha estado exento de cierta polémica por el modo en que ha sido convocado. En un artículo del National Catholic Reporter del 31 de agosto, Paul Hwang, director del Center for Asian Theology Solidarity, lamentaba que no se había contado con la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (FABC). “En el sitio web del Vaticano, el cardenal Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, escribe que ‘el congreso estará directamente organizado por el Consejo’ en colaboración con la Iglesia local”.

“El Vaticano –sigue Hwang– ha cometido un error al ignorar la colegialidad de los obispos y los fieles. El olvido del Vaticano también implica que la FABC ha sido neutralizada o que se ha quedado con menos poder”. “¿Es éste un congreso del laicado romano o del laicado asiático?”, concluye.

En el nº 2.720 de Vida Nueva.

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