Libros

La eficacia liberadora de la Palabra de Jesús


Una obra de Luis Manuel Romero Sánchez (Verbo Divino, 2009). La recensión es de Rafael Aguirre.

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La eficacia liberadora de la Palabra de Jesús. La intención pragmática de Mc 5, 1-20 en su contexto lingüístico y situacional

Autor: Luis Manuel Romero Sánchez

Editorial: Verbo Divino

Ciudad: Estella

Páginas: 356

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(Rafael Aguirre) Nadie mejor que un extremeño, como Luis Manuel Romero Sánchez, para preguntarse por los cerdos de Gerasa, un texto de enorme vivacidad narrativa y profundidad teológica, pero que causa una especial perplejidad en el lector moderno. Romero lo ha estudiado a fondo y el libro explicita bien la riqueza teológica, pero, además, es claro y está escrito con limpia sencillez, virtudes difíciles de encontrar en una tesis doctoral y, sin embargo, tal es el origen de este trabajo. Se estudia el texto sincrónicamente, sin entrar en problemas tradicionales ni históricos.

El capítulo primero es un análisis formal y sintáctico, que detecta la construcción del relato. El segundo aborda la semántica, la interpretación. Hay un contraste manifiesto entre la alienación del endemoniado (vv. 1-5) y su situación posterior (v. 15). El centro es el diálogo tenso entre Jesús y el endemoniado: el endemoniado conoce a Jesús (este elemento merecía mayor atención: ¿por qué Mc pone las confesiones cristológicas correctas en boca de endemoniados: 1, 24; 3, 11; 5, 1?), Jesús pregunta por su identidad al endemoniado, que es “legión” y no quiere abandonar la región. Los porquerizos, los gerasenos, el endemoniado reaccionan de formas diferentes. El que ha sido liberado le pide a Jesús que le deje “estar con él”. Romero, como casi todos los autores, dice reiteradamente que, al denegar su petición, Jesús no le admite como discípulo suyo, sino que le envía como misionero a la Decápolis. Quizá sería más exacto decir que no le admite entre los Doce, porque la expresión “estar con él” caracteriza a este grupo (3, 14). El mismo Romero dice, más tarde,  que “el ex endemoniado se convierte en un personaje-espejo en el que se mira y reconoce el verdadero discípulo” (p. 237). Cuando Mc escribe, los Doce son una realidad del pasado, de cuando los discípulos de Jesús aún pretendían prevalecer en el judaísmo. Pero ahora los caminos se han separado y la gran cuestión de las diversas comunidades era justificar la apertura a los gentiles, y cada una lo hace a su manera. Mt, con un mandato del Resucitado, pero Mc lo fundamenta en el mismo ministerio terreno de Jesús, que envió al geraseno a anunciar entre los paganos “lo que el Señor ha hecho con él”. En el NT todo misionero es testigo de su propia conversión.

En la segunda parte del libro se sitúa Mc 5, 1-20 “en su contexto lingüístico y situacional”. Por lingüístico entiende el autor la obra literaria a la que pertenece, el evangelio de Mc. En el contexto inmediato del episodio de los cerdos, destaca el poder de la palabra de Jesús (los milagros de 4, 35-41 y 5, 21-43). En el contexto amplio de todo el evangelio, hay que relacionar nuestro texto con los otros exorcismos (sinagoga de Cafarnaún: 1, 21-28; sirofenicia: 7, 24-30; joven: 9, 14-29). En estos textos, y en las numerosas alusiones a los endemoniados, encontramos un elemento clave y muy arcaico del ministerio de Jesús al servicio del Reino de Dios.

Dos rasgos decisivos

Por contexto situacional entiende el autor dos características extralingüísticas, que son decisivas para la comprensión del texto. La primera es la alusión al poder romano y al culto imperial, que descubre a partir de la palabra “legión” y de que los cerdos figuraban en los estandartes de la legión romana estacionada en aquella región. Mc contrapone el “evangelio de Jesús Mesías” (1, 1) al “evangelio” del César. La segunda es el sentido de las posesiones por espíritus impuros, que Romero examina a la luz de la antropología cultural. En toda sociedad se etiqueta de forma negativa a una serie de gente molesta, que queda así socialmente neutralizada. Hay situaciones especialmente penosas, que marginan a sectores enteros que pueden interiorizar esta desviación y expresarse de forma sumamente asocial. Por ejemplo, en países colonizados o en regímenes familiares que oprimen a las mujeres. Por eso, en los evangelios los espíritus impuros “poseen” a gente socialmente muy vulnerable. El etiquetaje negativo puede producir fenómenos de enajenación en quienes lo sufren y dar pie a “estados alterados de conciencia”.

En este punto alargo las reflexiones que hace el autor. En muchas culturas quienes caen en estas situaciones son considerados poseídos por espíritus impuros. Son víctimas de una situación social y, al mismo tiempo, sirven de válvula de escape de sus contradicciones. Los exorcismos de Jesús son una recuperación de esta gente, no para reintegrarlos en el orden vigente, sino en nombre de una sociedad alternativa, el Reino de Dios. Para Jesús sus exorcismos son el signo del Reino de Dios, pero para sus adversarios son acciones subversivas del orden teocrático e imperial establecido. De ahí las grandes controversias y acusaciones contra Jesús a que dan pie sus exorcismos.

El libro de Luis Manuel Romero tiene el interés de aunar una exégesis típicamente romana, si se me permite la expresión, con acercamientos bíblicos que se realizan en otros lugares. Puesto en plan más técnico, diría que, quizá, no es ajustado hablar de “contexto situacional” como de algo extralingüístico. Un texto, como el lenguaje, recibe su sentido del contexto socio-cultural en el que nace y en el que sirve de medio de comunicación, e indagar los supuestos culturales implícitos y compartidos por el escritor/hablante y los lectores/oyentes es entrar en el texto mismo si se quiere captar su sentido originario. Termino animando al autor de estas páginas para que prosiga el camino emprendido con tanta claridad y apertura de horizontes.

En el nº 2.720 de Vida Nueva.

Actualizado
10/09/2010 | 08:33
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