Llamados a generar una sana convivencia con el entorno

El CELAM convocó en Argentina un simposio sobre espiritualidad cristiana y ecología

Recientes inundaciones en Honduras

(Washington Uranga– Buenos Aires) El proceso de concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos y el avance de industrias extractivas y producción de agrocombustibles –entre otros temas– estuvieron en la agenda de análisis y debate entre científicos, economistas, teólogos, moralistas y pastoralistas en el marco de un simposio sobre Espiritualidad cristiana de la ecología, ambientes, economías y pueblos, organizado por el Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y celebrado en Buenos Aires entre el 20 y el 25 de agosto. El encuentro fue presidido por el obispo de Gualeguaychú (Argentina), Jorge Eduardo Lozano, responsable a su vez de la sección de Pastoral Social de dicho organismo continental.

La cita recorrió de manera crítica los problemas que enfrenta la ecología en toda la región latinoamericana y caribeña. Así, en el documento final se denuncia la aniquilación progresiva de la biodiversidad de la zona por la creciente destrucción ambiental por deforestación, contaminación de aguas y suelos debido a residuos industriales y urbanos, la minería a cielo abierto y el monocultivo extensivo, el avance de la desertificación y la extracción de hidrocarburos.

“Los estilos de vida predominantes en una parcela de la humanidad, de consumo desmedido, conllevan un desequilibrio entre la creciente demanda de recursos naturales, renovables y no renovables, y la disponibilidad de la tierra, así como también el agotamiento de las energías de bajo costo que amenazan el desenvolvimiento de las sociedades en el mediano plazo”, advierte el texto conclusivo elaborado con la participación de representantes de 16 países de la región, además de Alemania e Indonesia.

En la misma reflexión se destaca el peligro de “catástrofes” como “el calentamiento global” y sus efectos de fenómenos meteorológicos severos en el contexto del cambio climático (sequías, inundaciones, tormentas, etc.) y la “contaminación de las aguas y suelos, debido a la producción irresponsable”. Todo ello, sumado al “despojo forzado de territorio”, provoca “numerosos desplazados y refugiados ambientales”, produciendo más pobreza.

Por otra parte, “se evidencia la falta de responsabilidad en el manejo de las fuentes de energía y recursos naturales que se van agotando bajo patrones de producción y consumo insustentables que no asumen los costos ambientales presentes, que terminan siendo pagados por los pobres y ponen en peligro la supervivencia de generaciones presentes y futuras”.

Los participantes hicieron un llamamiento a encauzar una nueva espiritualidad cósmica que requiere de una sana convivencia con la naturaleza, porque “promover la conversión ecológica nos permitirá caer en la cuenta del valor intrínseco de la creación en la economía global de salvación obrada por Dios Padre creador en Jesucristo”.

Por último, se plantea la necesidad de conocer mejor la sabiduría milenaria de los pueblos indígenas del continente y encontrar mecanismos de incidencia en los poderes públicos nacionales e internacionales en defensa de los derechos humanos y, como Iglesia, “priorizar una economía de las necesidades humanas que sea justa, solidaria y recíproca y de políticas de desarrollo humano integral”.

————

PREOCUPADOS POR EL ABORTO


Aún sin digerir la modificación de la ley que autorizó el matrimonio homosexual (VN, nº 2.717), los obispos argentinos “están preocupados porque hay grupos que quieren plantear el aborto, pero no es el Gobierno”, según reconoció el sacerdote Jorge Oesterheld, vocero de la Conferencia Episcopal, al término de la reunión de la Comisión Permanente del Episcopado celebrada en agosto y en la que el tema estuvo presente.

Actualmente, existe una campaña de opinión impulsada por grupos feministas y organizaciones sociales que promueve la despenalización del aborto con el argumento fundamental de que ello ayudaría a evitar muertes y daños que sufren las mujeres, mayoritariamente pobres, que practican abortos ilegalmente.

La Iglesia ha rechazado estas posturas, insistiendo en su conocida posición de preservar la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y su consecuente negativa a cualquier intento de despenalización del aborto. Hasta la fecha, el Gobierno de la presidenta Cristina Fernández no ha tomado posición oficial sobre el tema, pero la mandataria ha dicho que personalmente está en contra de la despenalización.

wuranga@vidanueva.es

En el nº 2.719 de Vida Nueva.

————

INFORMACIÓN RELACIONADA

Compartir