Apostasía

(José María Rodríguez Olaizola– Sociólogo jesuita)

“No basta culpar de todo a la sociedad, al contexto o a la ignorancia. También es necesaria la autocrítica. Hay muchos que se borran porque a ellos también les gustaría decir algo. Y no se sienten escuchados”

Leo en un periódico gallego que, con motivo de la venida de Benedicto XVI el próximo otoño, un grupo de personas organizarán un acto de apostasía pública de la Iglesia. El festejo incluye entrega de papeles en el Arzobispado y banquete celebrativo después. Parece ser que los organizadores intentan hacer lo mismo cada vez que la Iglesia tenga algo importante que celebrar –aunque digo yo que lo que es apostatar, apostatarán solo una vez y banquetearán ciento–, y animan a sumarse a todos los descontentos.

Mi primer sentimiento es cierto enfado. Me incomoda el tono jocoso del tema. Pero pensándolo en frío, el disgusto tiene más bien que ver con que me duele que haya gente que abandone la Iglesia. No por proselitismo ni necesidad de que seamos más o menos. Es más bien la sensación de fracaso. Especialmente por el tono de resentimiento y enfado de muchos de quienes se bajan del carro. En la mayoría de los casos no hablan de fe en Dios, sino de pertenencia a una institución que rechazan. Me gustaría hablar con ellos.

Me gustaría contarles que la Iglesia es algo mucho más amplio, profundo, complejo y evangélico. Me gustaría hablarles de los motivos para seguir intentando, como parte de dicha Iglesia, que la verdad del evangelio se vaya haciendo más real, también en su propio seno. Me gustaría contar que hay mucha milonga anticlerical y mucha ideología simplificadora en bastantes discursos públicos sobre la Iglesia. Pero entiendo también que. Y en su adiós hay una invitación a preguntarnos, con humildad, qué estamos haciendo mal.

jmolaizola@vidanueva.es

En el nº 2.719 de Vida Nueva.

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