El Rey ensalza los valores del Camino

La crisis económica protagoniza la tradicional ofrenda al Apóstol

(José Ramón Amor Pan– santiago) Un año más, en una abarrotada capital de Galicia, el Rey cumplió con la tradicional ofrenda nacional al Apóstol Santiago. En lo que va de año, son más de 123.937 los peregrinos que han recibido la compostela, según datos de la Oficina de Peregrinaciones, un 40% más que en la anterior convocatoria jubilar.

El que faltó a la cita fue el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, representado por el ministro de Fomento, el gallego José Blanco. Sí estaban las principales autoridades civiles y militares de la comunidad autónoma, con el presidente de la Xunta de Galicia a la cabeza, el popular Alberto Núñez Feijoo. Quien tampoco quiso perderse esta fiesta fue Manuel Fraga (16 años presidente de la Xunta y actualmente senador por designación autonómica), cuya figura destacaba entre los asistentes en la Plaza del Obradoiro por su silla de ruedas mientras esperaba la llegada de los Reyes.

Tras afirmar que esta costumbre de acompañar al Apóstol en su solemnidad, mantenida por la Corona desde 1643, “refleja el valor que los españoles atribuimos al sentido de encuentro, concordia y unidad”, Juan Carlos I habló en su invocación de paz, fraternidad, fortaleza de ánimo, afán de superación, voluntad de concordia y compromiso de solidaridad, “un conjunto de valores permanentes que tu Camino lleva proclamando a lo largo de los siglos. Valores hoy más que nunca imprescindibles –especialmente en tiempos de crisis– para movilizar los espíritus, nutrir las mejores esperanzas y poder afrontar unidos los problemas que nos aquejan”.

Pidió al Apóstol “que nos ayudes a conservar y mejorar día a día lo mucho que hemos conseguido, así como a promover el diálogo y el consenso, la tolerancia y el respeto mutuo, el amor a la justicia y a la equidad, para reforzar los pilares de nuestra convivencia en libertad”. En otro momento hizo un llamamiento a la solidaridad interterritorial: “Te pido que fomentes todo aquello que nos une y nos hace más fuertes, que ensancha el afecto entre nuestros ciudadanos, que asegura la solidaridad entre nuestras Comunidades Autónomas, y que hace de España la gran familia unida, al tiempo que diversa y plural, de la que nos sentimos orgullosos”. Tras la típica petición “para que la guerra, el terrorismo, la opresión, el hambre, la discriminación y la violación de los derechos humanos sean proscritos de la faz de la tierra”, Juan Carlos I rezó “para que sepamos preservar nuestro entorno natural, único e irrepetible, pensando en el presente y en las generaciones venideras”.

En su respuesta, el arzobispo local, Julián Barrio, hizo una bella síntesis de la identidad cristiana. Esperanza, servicio y compromiso son las tres palabras que podrían resumir su homilía, en la que, entre otras cosas, afirmó: “Dios es nuestra felicidad. Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti, escribió san Agustín. No hay lugar para el conflicto entre la ley divina y la libertad humana”. También él habló de los grandes valores para salir de la actual crisis económica, social y cultural: austeridad, esfuerzo, solidaridad y caridad.

Presencia activa

Respecto a la presencia pública de los cristianos, Barrio subrayó que “la incomprensión será la normal reacción del mundo contra esta presencia activa del cristiano como testigo viviente de la santidad evangélica por la virtud. Lo que de anticristiano hay en el mundo tiene que reaccionar siempre igual contra Cristo y los suyos. Mi cáliz lo beberéis”. Reconoció que “vivimos en una organización eclesial y en un tejido de relaciones sociales donde simultáneamente crecen el trigo y la cizaña, como nos dice el Evangelio que se nos ha confiado”.

Desde Castel Gandolfo, al saludar a los fieles hispanos presentes para el rezo del Angelus, el Papa recordó la solemnidad: “Precisamente en este domingo, se celebra también la fiesta del Apóstol Santiago, tan venerado desde tiempo inmemorial en Compostela, y de tanto arraigo en vuestros países. En este Año Santo Compostelano, también espero unirme allí a los numerosos peregrinos en el próximo mes de noviembre, en un viaje en el que visitaré también Barcelona. Que, siguiendo las huellas del Apóstol, recorramos el camino de nuestra vida dando testimonio constante de fe, esperanza y caridad”.

Julián Barrio se había referido a esta visita papal encomendándola a la especial protección del Apóstol. Una visita que ha concitado algunas voces críticas, totalmente minoritarias, provenientes casi todas ellas del sector nacionalista gallego. Sobre todo aluden a los costes que va a suponer para las diferentes administraciones públicas, unos gastos que la Xunta ha cifrado en cuatro millones de euros (un más que ajustado presupuesto para atender todos los aspectos derivados de una concentración de 200.000 personas, del centro de prensa para los 1.000 periodistas de todo el mundo que se encargarán de cubrir la visita y de la retransmisión televisiva). Parecen no entender que el fenómeno jacobeo no viene dado por las promociones publicitarias ni por el hecho de que la UNESCO haya declarado el Camino de Santiago como primer Itinerario Cultural de Europa, ni por los múltiples espectáculos musicales que por estas fechas se programan. Como ha escrito en La Voz de Galicia Xosé Luis Barreiro Rivas, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Santiago, “no queda más remedio que concluir que lo que más molesta de la visita de Ratzinger es que sea católico –¡el pobre!–, y que, en vez de cantar rock metálico, o el Mit ihnen sollst du wallen, de Tannhäuser, nos recuerde que la catedral no es un parque temático de los caminos de Europa, sino un templo maravilloso –íntimo y solemne– hecho para rezar y creer”. Como tampoco parecen darse cuenta de los cuantiosos retornos económicos que una visita papal conlleva.

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LOS JÓVENES CULMINARÁN LA FIESTA


El ambiente de fiesta va a seguir caracterizando la capital gallega a causa de la celebración en ella de la Peregrinación Europea Juvenil (PEJ), que va a reunir del 5 al 8 de agosto, en torno a la Tumba Apostólica, a más de 12.000 jóvenes, una cifra que ha confirmado a Vida Nueva Javier Porro, coordinador general del evento. Serán más de 90 actividades las que se desarrollarán en esos tres días, entre las 30 catequesis que se impartirán durante las mañanas (los cardenales Rouco Varela, Cañizares y Sistach son algunos de los oradores confirmados), las actividades culturales y religiosas de las tardes y los conciertos que van a tener lugar por las noches (con artistas como Luis Guitarra, Migueli o Brotes de Olivo).

Los actos fuertes serán el de acogida del jueves por la tarde, que estará presidido por Julián Barrio, con la Cruz de los Jóvenes y el Icono de la Virgen de las Jornadas Mundiales de la Juventud como símbolos centrales, y la gran vigilia final en el estadio de San Lázaro, presidida por el cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos.

jramor@vidanueva.es

En el nº 2.718 de Vida Nueva.

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