El “arte” del libro religioso

Una gran exposición en la Colegiata de Santillana del Mar reflexiona sobre cómo la fe contribuyó a su popularización

(Juan Carlos Rodríguez) Justo ahora, cuando el libro deja de ser un objeto, cuando en el auge del ‘libro digital’ prima el contenido ante cualquier apreciación de diseño, composición, encuadernación o tipografía, la Colegiata de Santillana del Mar invita a redescubrir el libro como objeto artístico. Y no sólo eso, porque la muestra La religiosidad y el arte en los libros explica algo fundamental en el trazado de la historia de la cultura: cómo en la Baja Edad Media la religión se convierte en el verdadero revulsivo que permite la popularización del libro antes de la irrupción de la imprenta de Gutenberg.

Castillo de Ponferrada

Más aún: el origen del arte como transmisión de ideas a través de símbolos, que se mantendrá hasta el Barroco, se difunde como nunca gracias a la popularidad de los beatos del siglo IX y X, que nos revela, en la parte más estimada entonces del Apocalipsis de san Juan, las visiones de Dios y de Cristo, con sus correspondientes conceptos del cielo y de las almas.

El libro, pues, muchos siglos antes de que se hiciera un objeto ciertamente común, significaba la transmisión del poder y del saber, pero también el escenario sobre el que nació el concepto contemporáneo de arte. En las miniaturas mozárabes las formas son planas, superficiales, provocando el expresionismo más feroz por la falta de matización de sombras y luces. Son verdaderas iluminaciones, tanto en el sentido intelectual como gráfico de la palabra: colores vivos que se precipitan sobre el espectador. Ese color es el relleno de un dibujo en cuya rigidez y ritmos se despliega la personalidad de los artistas, en su mayoría copistas, del siglo IX y X, previos a la irrupción románica del siglo XI. Las múltiples copias o códices miniados del Beato de Liébana, el libro más conocido del medievo europeo, dan fe de ello. De ahí, el tesón con el que el abad de la colegiata de Santillana del Mar, Luis López Ormazábal, haya insistido en crear una exposición que es un camino para “acercarse a los libros a todos aquellos que no han tenido la oportunidad, para que, una vez la visiten, puedan disfrutar de sus contenidos”. Pero, sobre todo, para revivir cómo durante siglos el hombre se ha acercado a la religión.

Rico itinerario

Así traza un itinerario por la riqueza del libro religioso en una muestra que el público podrá visitar durante el verano, a partir de la extraordinaria Biblioteca de la Colegiata, antiguo monasterio benedictino, y del Museo Diocesano Regina Coeli. Se podrán apreciar biblias, algunas incunables, breviarios del siglo XIII, ejecutorias de Carlos V y Doña Juana, beatos de Liébana, incluso un texto de Confucio. “Contiene la memoria de un rico pasado que aún sigue vivo, y además representa un culto a la memoria de los que nos han precedido”, en palabras del obispo de Santander, Vicente Jiménez. O lo que es lo mismo: “Toda una propuesta para ver, contemplar, aprender y compartir”, según el consejero de Cultura del Gobierno de Cantabria, Francisco Javier López Marcano, en una definición exacta de la intención del abad de la Colegiata de Santa Juliana: la de transmitir la sutileza con que el arte sacro quedaba reflejada para sus fieles a través de los libros. Por ejemplo, simbolizado en la meticulosidad con que se trazaban las letras en un breviario mozárabe, hace que los pocos que quedan sean un objeto de exposición más que de culto. Y así, hasta llegar al centenar de piezas que se pueden examinar, en el que se conjuga además de forma armónica el contenido y continente, un escenario en el que se establece un diálogo entre el mensaje que narra el claustro del monasterio de Santa Juliana y el de los libros reunidos por el abad. La muestra también es una aproximación a la rica historia de la colegiata.

Claustro de la Colegiata

La propuesta de López Ormazábal se complementa con otras tres exposiciones que aportan el contexto a la muestra de Santillana del Mar. En Del códice al libro electrónico, abierta hasta el 3 de octubre en la Biblioteca Nacional (Madrid), se aprecia en un marco que invita a recorrer la evolución del ‘objeto’ libro que López Ormazábal ha destacado singularmente en su Colegiata: la intensa identificación entre religión, libro y arte. Y es lo que se ve en ese camino en el que el libro pasa del ‘rollo’, con una reproducción dieciochesca de la Biblia de Ester, al códice del Libro de las Horas según el uso de Roma, en edición del s. XV en Flandes, representación de una de las tipologías literarias más comunes en la Edad Media.

Única en el mundo

Mientras que, desde otro concepto museístico, el renovado castillo templario de Ponferrada expone en su exposición permanente un centenar de facsímiles de biblias, libros devocionales, estudios de medicina natural o atlas fechados entre el siglo X y el XX, una muestra que el director, Francisco-Javier García Bueso, califica como “única en el mundo”, tanto “por la calidad” de los facsímiles como por el número y el “interés de los temas”. Entre ellos, se podrá ver reproducciones de la Biblia mozárabe de León del 960, dos ejemplares del Códice Calixtino, el Libro de Kells o el Canon medicinal de Avicena. Los más de cien títulos forman parte de una colección de 148 facsímiles y 102 libros de estudio cedida por un coleccionista berciano, que ha firmado con el Ayuntamiento de Ponferrada un convenio por cinco años. En la colección figuran además facsímiles de doce ejemplares diferentes del Beato de Liébana, el Libro de horas de Carlos V, el Bestiario de Oxford, el Libro de caza del rey Modus, el Atlas de Pedro Teixeira, la Botánica de Lamarck, la Cosmografía de Ptolomeo o decenas de grabados sobre la obra de Leonardo da Vinci.

Beato de Liébana

Todos los volúmenes han sido “reproducidos artesanalmente” por editoriales nacionales e internacionales de referencia en el mundo del facsímil, como Moleiro, Eikon Editores, Siloé Arte y Bibliofilia, Liber Ediciones o Franco Cosimo Panini Editore, y su valor oscila entre los 3.000 y los 60.000 euros. El discurso expositivo gira en torno a “la universalidad de la historia y la evolución de la cultura escrita en diferentes ámbitos”, deteniéndose, por supuesto, en el libro religioso. Curiosamente, el propio Gobierno de Cantabria expone en el Instituto Cervantes de Bruselas una veintena de facsímiles de distintos beatos dentro de los actos vinculadas al Año Jacobeo como parte de la “embajada cultural” cántabra.

Titulada Viaje al fin de los tiempos: el Beato de Liébana y los beatos, también incluye la reproducción de un ‘scriptorium’ medieval. No sólo muestra la repercusión que tuvo la obra escrita por el monje de Santo Toribio de Liébana en el año 776, copiada a mano de monasterio en monasterio durante los siglos IX al XIII, convirtiéndolo en uno de los personajes más influyentes de la época. La muestra contiene reproducciones de los beatos de Las Huelgas, Tábara, Navarra, Emilianense, Corsini, San Miguel de Escalada, Valcavado, Gerona, Seo de Urgel, San Millán, Burgo de Osma, San Isidoro de León, Saint-Server, San Andrés de Arroyo, San Pedro de Cardeña, Lorvao, Santo Domingo de Silos, Manchester y Turín.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.718 de Vida Nueva.

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