Bonifacio Fernández: “La Vida Religiosa adquiere luz en relación con otros estados de vida”

Claretiano

(Luis Alberto Gonzalo-Díez, CMF) Bonifacio Fernández es un cristiano de 67 años. Ha dedicado las mejores energías de su vida al estudio y la enseñanza de la Teología. La congregación claretiana le ha concedido el privilegio de poder dedicar mucho tiempo a estudiar a Jesucristo y a hablar de él. Catedrático de Teología de la Pontificia de Salamanca, conoce de cerca la Vida Consagrada y también la vida de muchos matrimonios a través de Encuentro Matrimonial.

¿Cómo puede ayudar a la Vida Consagrada la relación con la vida matrimonial?

Distinguiría varios niveles. Un primer nivel es el funcional. En este sentido, los consagrados y consagradas ofrecen distintos servicios a los casados: en la educación de los hijos, formación como padres o cuidado de los ancianos. Hay otro nivel que es el simbólico. La fidelidad de los consagrados es un estímulo a la fidelidad de los casados; la pasión por el Reino de los consagrados es una advertencia a la necesaria pasión por la creación de los casados. La afectividad vivida en voto de castidad como amor abierto a todos, constituye un signo para el amor conyugal y familiar. Existe también el nivel personal: las relaciones interpersonales entre célibes y casados, sobre todo si la relación se establece con la pareja, pueden ser de gran ayuda mutua.

¿La Vida Religiosa ha estado muy distanciada de otras vocaciones en la Iglesia?

Ha habido demasiada separación: no hay más que recordar la pastoral vocacional que se hacía o la comprensión de la Vida Consagrada como estado de perfección. Lo que está en el fondo es una manera de entender la identidad por la diferencia. Desde el Concilio Vaticano II, estamos aprendiendo a poner de relieve lo que nos une a todos. Lo más importante es ser discípulos de Cristo.

¿Cree posible la vida comunitaria con otros estados de vida?

Posible es, puesto que se da en muchos grupos y comunidades. Hay que dar valor a otras formas de comunidad que no llegan a la comunidad de casa y de bienes, pero que son muy valiosas. Se caracterizan por un intenso nivel de comunicación y comparten no sólo ideas, sino también los sentimientos y experiencias.

¿Qué consecuencias tendría para la Vida Religiosa una opción decidida por la misión compartida?

El compartir la misión no incluye sólo a los religiosos y los laicos; incluye a otros consagrados, a los presbíteros y estructuras diocesanas. Es evidente que no es suficiente la acción común, incluye compartir la vida y las relaciones personales auténticas. Y éstas se fundan en la conciencia de que todos somos el cuerpo de Cristo. El sujeto último de los carismas es la Iglesia. Éstos están al servicio del amor y de la misión de la Iglesia. Todo ello contribuye a la autenticidad personal por parte de todos; implica  comunidades abiertas y flexibles; hace falta adquirir conciencia de que los bienes de los consagrados pertenecen al pueblo de Dios.

Lleva unos años reflexionando sobre la teología de la Vida Religiosa… ¿Estamos al final de un ciclo?

Es una cuestión difícil. Desde una observación cercana, se puede afirmar que un buen número de institutos está al final de su ciclo vital. Y cumplidos algunos presupuestos, pueden morir con toda dignidad. Otros muchos están en el comienzo de su ciclo vital. No con la rapidez y fuerza del siglo XIX. El contexto actual del mundo occidental no favorece ese crecimiento rápido. Otro grupo están en la etapa de madurez. Las estructuras administrativas son adecuadas y no ahogan el carisma. Estamos en una situación en la cual muchos rasgos apuntan a un crecimiento de la vocación laical y matrimonial, a una Iglesia menos clerical y con una gran diversidad de ministerios y testimonios. La Vida Consagrada del presente y del futuro se sostendrá en el diálogo y la comunión.

MIRADA CON LUPA

Tiempo de rapidez y vértigo; globalización y eclecticismo… La contemplación serena y la formación están diciendo a la Vida Consagrada que no todo vale y que la respuesta al futuro es una: trascendencia. Una Vida Religiosa que crea en sí misma, en los otros estados de vida y en Dios, sin confusión ni separación… es una Vida Religiosa con mañana.

lgonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.718 de Vida Nueva.

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