Barcelona pide que se respete la dignidad de las prostitutas

El Arzobispado denuncia el tratamiento sensacionalista de los medios

(Jordi Llisterri– Barcelona) Este 31 de agosto se cumplirá un año de la publicación en la prensa de las polémicas fotos de personas ejerciendo la prostitución en las calles más turísticas de Barcelona. Las instantáneas dieron la vuelta al mundo y generaron gran ruido mediático, especialmente focalizado en la imagen de degradación que ofrecían de la capital catalana.

Casi un año después, la intervención policial ha evitado nuevas fotografías en las portadas de los periódicos, pero las miserias humanas que se esconden tras la prostitución continúan preocupando a las entidades sociales que apoyan a las mujeres que tienen en ella su medio de subsistencia. Por ello, el Secretariado de Marginación del Arzobispado de Barcelona ha publicado una reflexión y unas propuestas que –por desgracia– no han tenido el mismo eco que las fotos del pasado estío.

El documento denuncia “el tratamiento sensacionalista del fenómeno y la poca atención que merece el gran problema personal de muchas de las que la ejercen”. También critica la hipocresía del negocio del sexo, “uno de los sectores que genera más ganancias económicas”, mientras, por otra parte, hay pocos recursos de las instituciones para encontrar salidas válidas para las personas que tienen que vivir vendiendo su cuerpo, poniéndose, en cambio, “el acento en problemas de orden público y de seguridad vial”.

El texto se ha preparado durante este curso con la colaboración de asociaciones y personas que llevan años ayudando a encontrar otras alternativas. Su única pretensión es la de “apuntar algunas pistas que puedan ayudar a los creyentes, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a tener algunos elementos de juicio que se echan de menos en los medios de comunicación”. También han contado con la ayuda de biblistas.

En este ámbito, remarcan que todos los hombres y mujeres tienen la misma dignidad: “Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. No se puede tratar a nadie como una simple mercancía. Las personas que se dedican a la prostitución tienen un nombre, Dios las conoce por su nombre”. Y recuerdan que para los cristianos no debe haber “prostitutas”, sino “personas que trabajan en la prostitución durante algunas o muchas horas del día, pero el resto de la jornada son padres, madres, vecinos o vecinas”. También destaca las palabras de Jesús, en las que asegura que “las prostitutas entrarán antes que vosotros en el reino de Dios (Mt 21,31-32)”.

Así, se pide a los creyentes y toda la sociedad que en su juicio sobre este fenómeno “no se dejen llevar por todo lo que tiene de sensacionalismo, y consideren la situación personal de aquéllos que se ven involucrados, ya que todos, de un modo u otro, somos responsables”. Si hay prostitución es porque hay gente dispuesta a pagar estos servicios, concluyen.

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ALTERNATIVAS “VÁLIDAS Y REALISTAS”


Las demandas del Secretario de Marginación hacia las Administraciones Públicas son que se dediquen más recursos para ofrecer alternativas “válidas y realistas” para quienes quieran dejar de ejercer la prostitución. Pide más pisos de acogida, especialmente para las mujeres mayores, y que se persiga “a las mafias y a todas las personas que se lucran explotándolas”.

Su crítica es muy contundente en el ámbito mediático, del que denuncia que las televisiones han encontrado en la prostitución un filón para ganar audiencia y que generalmente se acentúa “la morbosidad, mostrando mujeres con poca ropa”.“Lo que se busca no es la denuncia, sino estimular el voyeurismo”, añade. Por ello, exige más rigor en la aplicación de sus códigos deontológicos, “para que no se permita manipular, tergiversar, hacer uso lucrativo o sensacionalista o des-informar de estos temas”. Lamenta, a su vez, que los periódicos “no tienen ningún tipo de escrúpulo” por lucrarse con los anuncios de relax o de masajes mientras denuncian la prostitución en la vía pública.

No se olvida de reconocer el gran trabajo que “de manera muy satisfactoria” realizan personas e instituciones religiosas y civiles que ayudan y acompañan a las prostitutas, aunque éstas nunca aparezcan en las fotos.

En el nº 2.717 de Vida Nueva.

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