Editorial

Ya no hay que presuponer la fe

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Publicado en el nº 2.716 de Vida Nueva (del 17 al 23 de julio de 2010).

El pasado 28 de junio, en la Basílica de San Pablo Extramuros, y durante las vísperas de los santos Pedro y Pablo, el Papa anunciaba su decisión de crear un nuevo organismo, en la forma de Pontificio Consejo, con la tarea principal de promover una renovada evangelización en los países en donde ya resonó el primer anuncio de la fe y están presentes Iglesias de antigua fundación, pero que están viviendo una progresiva secularización y una especie de “eclipse del sentido de Dios”. Estas naciones constituyen un desafío para hallar los medios adecuados con los que volver a proponer la perenne verdad del Evangelio de Cristo.

La tarea de la nueva evangelización viene de lejos, acuñada como tal en los últimos años del pontificado anterior, pero que es preocupación constante de la Iglesia desde la celebración del Vaticano II. Se trata de buscar las formas de seguir anunciando a Jesucristo en un mundo que ha oído hablar de Él, pero que vive como si nunca lo hubiera escuchado. Un mundo en el que, pese a la cultura y la historia de sus hondas raíces cristianas, no se puede presuponer la fe. Un mundo con barniz de cristiano, pero totalmente de espaldas a Dios. Es un mundo que preocupa a la Iglesia, la cual, a través de este nuevo Pontificio Consejo, busca hacerse un hueco en medio del corazón de quienes necesitan que la fe les sea nuevamente propuesta y que, lejos de conformar sólo un elemento histórico, se vuelva vivo y significativo.

Ya desde la Evangelii nuntiandi, Pablo VI habló del esfuerzo que hay que hacer en la Iglesia para replanteamientos nuevos de cara a las nuevas situaciones y espacios que crecen veloces en la sociedad hoy. La Iglesia, que supo encarnarse en las diversas culturas para mejor proclamar a Jesucristo, “el mismo ayer, hoy y siempre”, necesita ahora una encarnación distinta. No una encarnación geográfica tan sólo, sino una encarnación en los estilos, en los destinatarios, en las formas, usando los medios de hoy y las categorías de pensamiento y culturales contemporáneas. Es el mismo Evangelio, pero con formas nuevas. Lo dijo también el papa Juan Pablo II, quien brindó a esta expresión una mayor relevancia. Hay, pues, que felicitarse por el nacimiento de este Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, que estará presidido por el arzobispo italiano Salvatore Fisichella.

Este nuevo organismo compartirá edificio, en la Via della Conciliazione, con otros dos de gran importancia, y que han de aunar esfuerzos conjuntos: el de Cultura, que preside Gianfanco Ravasi, y el de Comunicaciones Sociales, que coordina Claudio M. Celli. La nueva evangelización en un mundo con claves culturales distintas y variadas, y un mundo en donde la comunicación, las nuevas tecnologías y la dimensión global que conllevan, se impone, y al que hay que dar respuesta sugerente, valiente y generosa. Tres ámbitos importantes para poder llegar al corazón del hombre actual con la oferta del Evangelio. Tres hombres claves en la línea pastoral de Benedicto XVI, que va haciendo cambios en la Curia en este sentido: dotar de contenido a los organismos que buscan hacer presente el Evangelio en un mundo cambiante.

Aunque está aún por definir el perfil de este nuevo servicio, sí tenemos la pulpa principal, la idea que lo moverá y que entra perfectamente en el tono que el Papa está dando a su servicio pastoral. Un reto que empieza en los países creyentes, pero que no debe salirse de la gran parrilla que ya el Vaticano II puso en sus reflexiones. La tentación del involucionismo, buscando fórmulas que dieron éxitos pasados, es un peligro importante.
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