Rino Fisichella: “El nihilismo de Nietzsche ha hecho más daño al hombre que Marx”

Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización

(Texto y fotos: Darío Menor) El Vaticano cambia su postura sobre la secularización de Occidente: pasa de la defensa a la ofensiva, de la queja por los espacios perdidos al intento por recuperar los corazones y las mentes de los ciudadanos que se olvidaron, o se cansaron, de ser cristianos. Esta ingente labor le corresponde al Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, el flamante dicasterio creado por Benedicto XVI y cuya dirección ha sido confiada al arzobispo italiano Rino Fisichella, hasta ahora presidente de la Pontificia Academia para la Vida y rector de la Pontificia Universidad Lateranense.

– ¿Cómo hemos llegado a esta situación, en la que el Vaticano considera necesario crear un dicasterio para la Nueva Evangelización?

Hace más de 40 años que la Iglesia sentía como algo urgente proponer esta cuestión. En el análisis que ha hecho en sus cinco años de pontificado, y en el que ya hacía cuando era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Benedicto XVI habla de forma muy lúcida, profunda y clarividente del grave problema de la nueva evangelización. Jesús ha querido la Iglesia para la misión de anunciar el Evangelio. Hay épocas históricas en las que hemos olvidado que el primer objetivo es el anuncio del Evangelio e, inevitablemente, nos hemos desorientado en un laberinto con graves momentos de crisis.

– ¿Quiénes son culpables de la secularización de Occidente?

No hablaría de culpables, sino de causas que, desde el punto de vista histórico y cultural, han llevado a esta situación. En mi opinión, la primera causa está a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Todo se resume en un nombre y en una idea: Nietzsche y el nihilismo. La Iglesia no se dio cuenta inmediatamente del desafío que suponía el pensamiento de Nietzsche sobre el tablero de la historia porque, de forma casi contemporánea, nacía otra idea muy importante, y que entraba en el sistema social y político: el marxismo. La Iglesia y su teología han visto el marxismo como una causa determinante, porque el marxismo hacía del ateísmo su proyecto social.

– ¿Nietzsche ha hecho más daño a la Iglesia que Marx?

Nietzsche ha hecho más daño al hombre que Marx. Le ha quitado la posibilidad de poder pensar que la verdad se puede alcanzar y que ésta puede ser objetiva. Esto hace mucho más daño a la humanidad, porque tiene como consecuencia la fragmentación de la verdad y del sentido. Así llegamos al pensamiento débil que teorizan hoy algunos filósofos y a la muerte de la metafísica, que había sido prevista por algunos. El marxismo, por su parte, ya ha fracasado porque el sistema que había creado, que era básicamente económico, no ha aguantado frente al desafío de la economía liberal. Tampoco ha aguantado frente a la fe de los pueblos, que, pese a la voluntad del ateísmo, se ha mantenido con el sufrimiento.

Sin embargo, el nihilismo ha entrado en el comportamiento de cada persona, lo que ha llevado a una forma de secularización en la que se encuentra hoy Occidente. Así, se desconfía de la razón para alcanzar la verdad y se produce un cierre en uno mismo con un individualismo profundo.

No olvidar errores

– Los recientes escándalos y problemas que está sufriendo la Iglesia no ayudan a salir de la crisis. ¿Piensa que las dificultades han nacido también desde dentro de la propia Iglesia?

La Iglesia está formada por hombres. No podemos olvidar la paradoja de la propia naturaleza de la Iglesia. Continuaremos siempre haciendo nuestra profesión de fe, sosteniendo que la Iglesia es una y santa, pero que está formada por cristianos divididos y pecadores, no mejores que los otros hombres de este mundo. Ya nos recordaba el Concilio que la Iglesia necesita purificarse. El pontificado de Juan Pablo II se ha caracterizado, sobre todo en su parte final, por una expresión: la purificación de la memoria. Ésta significa no olvidar los errores que los cristianos hemos cometido en el pasado. Hemos sido los únicos que hemos reconocido nuestras equivocaciones. Si otras religiones, pueblos y confesiones cristianas hubiesen seguido nuestro recorrido, probablemente estaríamos frente a un futuro de reconciliación más fácil.

– España es uno de los países más secularizados de Europa. ¿Existe una preocupación particular del Papa sobre la situación española?

Sólo puedo hablar de forma general pues aún no contamos con el documento oficial. Tampoco puedo hablar en nombre de los obispos españoles. Evidentemente, una de mis primeras funciones será mantener un fuerte contacto con las Conferencias Episcopales. Este dicasterio debería ser capaz de entrar en las realidades ya existentes para crear un proyecto compartido con los Episcopados. Nuestro primer objetivo debe ser dirigirnos a los cristianos para volver a proponerles las razones de la fe: por qué creo, por qué digo que soy católico, cómo vivo mi fe.

Más información en el nº 2.716 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, vea la entrevista íntegra aquí.

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