Preocupados por los pobres y por la pederastia

Ambas problemáticas ocuparon un lugar central en la última Plenaria del Episcopado colombiano

Rubén Salazar Gómez

(J. L. Celada) Pobreza y desempleo fueron dos de los temas abordados por la LXXXIX Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), celebrada del 5 al 9 de julio en Bogotá en torno a “La labor evangelizadora de la Iglesia para la construcción de la sociedad en el contexto de los doscientos años de la Independencia”. En su discurso inaugural, el presidente de la CEC, Rubén Salázar Gómez, recordó que “la pobreza y la miseria de la mitad de nuestros conciudadanos ya no pueden ser consideradas simplemente como un hecho económico”, sino que esconden “la violación de unos derechos fundamentales de la persona y, por lo tanto, un conflicto social que debe ser encarado con valentía y arrojo por parte de los gobernantes y de toda la sociedad”.

En cuanto al desempleo, el hasta ahora arzobispo de Barranquilla advirtió que no se trata sólo de “un indicador del desarrollo alcanzado”, sino que, además, apunta “una falta de oportunidades para cuantos tienen derecho a un trabajo conveniente que les permita una vida digna, plenamente humana”.

En declaraciones ante la prensa, el prelado sostuvo que sus reflexiones no son una crítica de la Iglesia al Gobierno, sino “la constatación de una realidad”: que “la mitad de un país inmensamente rico en recursos y posibilidades está viviendo en la pobreza”. Lo cual debe conducir a “un compromiso mucho más decidido con los pobres”, pero también a que el Estado y el Gobierno se replanteen las políticas para la solución de este problema.

Ni ignorar ni encubrir

Salazar se refirió también a la pederastia, uno de los problemas que afectan hoy a la Iglesia católica, que “no es la Iglesia de los pederastas”, advirtió, al tiempo que pidió tratar este asunto “en un contexto más amplio”, porque los sacerdotes implicados en abusos a menores representan “el 0,02 % de los casos en el mundo”. Respecto a éstos, el presidente de la CEC dijo que harán “todo lo que esté a nuestro alcance” para evitar que se produzcan nuevas situaciones de abusos. “En este momento hay una mentalidad muy clara de que no se puede encubrir a nadie y, por tanto, no se puede ignorar la existencia de estos casos”, añadió.

Así, “siguiendo las directivas del papa , pedimos perdón a las víctimas de esos sacerdotes que abusaron de ellos”, reconoció, antes de apostillar que “ese perdón significa un compromiso muy claro de parte nuestra de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que esas situaciones nunca se vuelvan a presentar y que la justicia civil pueda verdaderamente castigar a los culpables”.

Finalmente, y tras reiterar que “no hay ninguna connivencia con estos crímenes”, sino “una condena absoluta de los victimarios”, contestó a preguntas de los periodistas sobre el modo de resarcir a las víctimas. En opinión del prelado, “resarcir no es dar dinero”, como ha sucedido en varios países, “es algo mucho más hondo, es lograr que esas personas que han sido víctimas se reconcilien consigo mismas, con Dios, con la sociedad y dejen de ser víctimas. Ahí está la verdadera rehabilitación de la persona: que llegue un momento en que deje de sentirse víctima aun cuando ha sufrido esas situaciones difíciles”. Y que los sacerdotes que hayan cometido esos abusos contra menores de edad sean “castigados de acuerdo a los juicios civiles”, concluyó tajante el presidente del Episcopado colombiano.

En el nº 2.716 de Vida Nueva.

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