Daniel Arasa: “El sacerdote digital sabe que Internet es muy positivo”

Profesor de Comunicación Digital e investigador del informe ‘Picture’

(Texto: María Gomez– Fotos: Luis Medina) Tras pasar por Málaga, donde ha participado en el encuentro de obispos responsables de Comunicación Social de Portugal y España (VN, nº 2.715), el profesor Daniel Arasa (Barcelona, 1971), recibe a Vida Nueva para comentar el informe Picture, el pionero estudio sobre el uso y actitudes de los sacerdotes ante Internet y las nuevas tecnologías, llevado a cabo por la Universidad de Lugano (Suiza) y la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma, al amparo de la Congregación para el Clero. Arasa está convencido de que Internet y las TIC son el presente y apuesta por la formación de los curas en este campo.

– A primera vista, ha contestado muy poca gente [el 1,2% de sacerdotes del mundo y el 1,7% de los españoles]. ¿Es así? ¿Eso influye en los resultados del estudio?

La encuesta es representativa, pero no extrapolable. Entre otras cosas, tenemos la seguridad de que refleja que los sacerdotes no son seres extraños con respecto al uso que se hace en la sociedad de las nuevas tecnologías. Responder a la pregunta de cuántos sacerdotes usan Internet es imposible con esta investigación. Lo que nos interesaba saber es: los que usan las TIC, para qué las usan y qué actitud tienen ante ellas.

– Como conclusión, los sacerdotes tienen una buena percepción de las TIC [el 87,8% las considera positivas o muy positivas], pero quizá no hacen de ello tanto uso.

En general sí, la visión es positiva o muy positiva. Porcentajes muy altos consideran que es muy útil para evangelizar, inculturar la fe, llegar a las generaciones jóvenes y ancianas… A la vez, no es una visión ingenua, sino que se reconocen los límites de las nuevas tecnologías para la misión sacerdotal: para la asistencia espiritual hay una cierta precaución.

– ¿Cómo se explica eso?

Creo que la deducción es simple: la fe cristiana lleva siempre al encuentro personal, y el sacerdote es consciente de que la tecnología es un instrumento que puede ayudar a acercar a la gente a la fe, a documentarse, pero que Internet no sustituye el encuentro personal ni de la comunidad ni menos los sacramentos. Por lo tanto, el sacerdote dice: yo puedo formarme para poder asistir a otros, pero para asistirles necesito encontrarles personalmente.

Romper estereotipos

– La Iglesia no está precisamente a la vanguardia en este ámbito. ¿Cómo es la oferta para los sacerdotes, y qué camino queda por recorrer?

Es un estereotipo pensar que la Iglesia no está delante en las nuevas tecnologías; en Latinoamérica, por ejemplo, es la primera institución que se ha lanzado a la Red. Por otra parte, el mundo digital es muy variado. A nivel institucional, la Iglesia tiene sus condicionamientos, como todas las instituciones, de lentitud, falta de recursos y prudencia. En cambio, en el ámbito privado hay muchísimo. Como la agencia de noticias Zenit, que tiene una potencia informativa tremenda; y también hay muchas iniciativas tipo blog muy interesantes… La variedad es enriquecedora y a veces la guerra de guerrillas tiene más efecto que un ejército organizado. Obviamente, la Iglesia institucional puede y debe hacer más; ahora mismo, en la Web 2.0, en cómo aplicar el nuevo modo de funcionamiento de la Red (más participativa, más dinámica) a las páginas oficiales.

– ¿La formación debería ser obligatoria en los seminarios y noviciados?

Más que obligatoria, diría conveniente. Aunque no podemos caer en el tecnologismo. Es más una cuestión de formación en el uso responsable de estos instrumentos para la actividad sacerdotal, que en el fondo es una educación en el carácter, en las virtudes, en el orden…

Más información en el nº 2.716 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, vea la entrevista íntegra aquí.

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