Paloma Pérez Muniáin, la esposa del diácono

‘Vida Nueva’ estrena una sección veraniega en la que cristianos dan ‘Noticia de su fe’

(Vida Nueva) Paloma es madre de familia, madre de Rut, de diez años, fruto de su matrimonio con Fernando, administrativo de profesión y diácono permanente por vocación y convicción. Y quiere compartir su experiencia de fe. Con este testimonio inauguramos una nueva sección para las próximas semanas, más veraniegas, en la que diversas personas darán fe de su fe en primera persona.

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Me presentaré: me llamo Paloma Pérez Muniáin, soy una mujer de 46 años, y soy de Pamplona. Ésta es mi única carta de presentación. Carezco de estudios, de carreras, y lo que deseo exponer habla de mi vida y de mi experiencia como esposa del diácono permanente Fernando Aranaz Zuza, de la diócesis de Pamplona-Tudela. Fruto de nuestro matrimonio tenemos una hija, Rut, de diez años, el mayor regalo que Dios nos ha podido dar.

Hoy vivimos este don del diaconado con alegría y esperanza, también con responsabilidad y, a veces, con preocupación, pero, sobre todo, con agradecimiento a Dios por todos sus dones recibidos, que no merecidos.

Los primeros años no fueron fáciles; fueron de confusión, tanto para Fernando como para mí, cuando Rut rondaba su primer año de vida.

Cuando esta historia comenzó, Fernando “sentía” –así lo expresaba él– una fuerte llamada de Dios que le pedía “algo más” en la Iglesia. Hasta llegué a pensar que mi esposo habría equivocado su vocación.

Fue un camino duro, lleno de dudas, incomprensiones y lágrimas. Fueron de gran ayuda y consuelo los hermanos diáconos, sus esposas y familias de diócesis vecinas. Sin ellos hubiéramos estado perdidos del todo.

Aquello que Fernando sentía era la vocación al diaconado de forma permanente. A mí me gusta decir simplemente diaconado. Vimos que Dios nos pedía un mayor compromiso partiendo de nuestro matrimonio. Digo “nos pedía” porque –estarán conmigo los matrimonios que lean esto–, en la vida en pareja, se comparte todo: lo bueno y lo malo, la alegría y el dolor, la noche y el día… Así que la confusión dio paso a momentos de paz, pero también de mucho sacrificio para la familia.

Sacramentos compatibles

Los dos sacramentos, matrimonio y diaconado, no sólo son compatibles, sino que han aportado fuerza y hondura a nuestra vida matrimonial y personal. Para la esposa del diácono, la segunda vocación a la que ha sido llamado su esposo es una opción personal (no sacramental) y así vive el diaconado como una realidad personal. La santificación en el matrimonio y en el diaconado es para la pareja conjunta. Los dos avanzando en el camino hacia el Señor.

Más información en el nº 2.715 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea el artículo íntegro aquí.

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