La Santa Sede, indignada con la Justicia belga

La investigación sobre los abusos sexuales a menores llegó a profanar las tumbas de dos cardenales

Agentes de Policía ante la antigua residencia del cardenal Danneels

(A. Pelayo– Roma) Bélgica parece querer adjudicarse el ingrato papel de ser una nación oficialmente hostil a la Iglesia católica. Primero fue la insólita condena (3-4-2009) por parte del Parlamento de unas malinterpretadas frases de Benedicto XVI sobre la lucha contra el sida, y ahora la increíble acción de la Policía y de la magistratura belga con la Conferencia Episcopal.

El 24 de junio a las 10:30 h., la Conferencia Episcopal de Bélgica (CEB) estaba reunida en la sede del arzobispado de Malinas. Era una habitual reunión de trabajo a la que asistía Jozef de Kesel, auxiliar de la Archidiócesis de Malinas-Bruselas, que al día siguiente sería nombrado obispo de Brujas. De forma inesperada, un poco antes de que se incorporara a la reunión el nuncio apostólico Giacinto Berloco, se presentó un escuadrón de policías que, además de retener por la fuerza durante nueve horas a todos los obispos, secuestraron sus teléfonos móviles, registraron de arriba abajo la sede de la CEB y el antiguo domicilio del cardenal Godfried Danneels, primado emérito de Bélgica, y –en un exceso sin precedentes– las tumbas, en la catedral de Saint Rombaut, de los cardenales Leon-Joseph Suenens y Jozef-Ernest Van Roey, en la búsqueda de archivos sobre casos de pederastia. Igualmente, secuestraron innumerable documentación en la sede de la comisión creada por la Iglesia belga y dirigida por el psiquiatra Peter Adriaennsens para combatir esta plaga.

Tarcisio Bertone

La indignación vaticana no se hizo esperar. El 25 de junio, la Secretaría de Estado hacía pública una declaración en la que, después de condenar cualquier acción pecaminosa y criminal como el abuso de menores por parte de los clérigos, “expresa su vivo estupor por las modalidades en que se han desarrollado algunas pesquisas llevadas a cabo por las autoridades judiciales belgas y su indignación por el hecho de que incluso se hayan violado las tumbas de los Eminentísimos Cardenales Arzobispos de Malinas-Bruselas”. Ese mismo día, el embajador belga, Charles Ghislain (que había presentado sus cartas credenciales poco antes), fue convocado por Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados; y por si fuera poco, el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, no se mordió la lengua e, interrogado por los periodistas, habló de “un secuestro, algo inaudito y grave; no hay precedentes ni siquiera en los regímenes comunistas de los viejos tiempos”.

André-Joseph Léonard

La máxima condena, sin embargo, estaba por llegar, a través de la carta de Benedicto XVI a André-Joseph Léonard, arzobispo primado y presidente de la CEB, en la que el Papa le manifiesta su “cercanía y solidaridad ante las sorprendentes y deplorables modalidades” de las investigaciones. Y añadía: “Muchas veces yo mismo he reafirmado que tales graves actos [de pederastia] sean tratados por el ordenamiento civil y el canónico, respetando la recíproca especificidad y autonomía. En este sentido, deseo que la Justicia siga su curso garantizando los derechos fundamentales de las personas y de las instituciones, respetando a las víctimas, reconociendo sin prejuicios a todos los que se comprometen a trabajar con ella y rechazando todo aquello que oscurezca las nobles tareas a ella asignadas”.

El ministro de Justicia, el cristiano-demócrata flamenco Stefaan De Clerk, insistió en que “los obispos habían sido tratados con normalidad”; y el primer ministro en funciones, el democristiano valón Yves Leterne, se refugió en la separación Iglesia-Estado y en el principio de que quienes cometen abusos a menores deben ser condenados de acuerdo con la legislación belga; cosas que nadie ha discutido por ahora, pero introducir una microcámara en las tumbas selladas de dos arzobispos eméritos parece más un recurso literario-cinematográfico a lo Dan Brown que una investigación policial seria.

Nota vaticana sobre Sepe

Crescencio Sepe

Hechos religiosos –entendidos del modo más amplio posible– y sus posibles relaciones con la Justicia, la actualidad produce un cierto número. Los últimos giran en torno a un escándalo de proporciones no pequeñas en el que están involucrados arquitectos, grandes constructores, políticos y eclesiásticos de alto rango. Entre éstos está el actual arzobispo de Nápoles, cardenal Crescencio Sepe, nombrado por Juan Pablo II secretario del Comité Central del Gran Jubileo del Año 2000, y después, en prueba de agradecimiento, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, puesto que abandonó en mayo de 2006 para suceder al cardenal Michele Giordano, cuya gestión económico-administrativa despedía un “tufillo” muy dudoso.

El cardenal Sepe está ahora siendo investigado por la Justicia italiana sobre algunas decisiones suyas relativas a la administración del patrimonio inmobiliario de la Congregación en Roma (2.000 inmuebles y apartamentos, cifra probablemente exagerada). Después de una primera defensa por parte del P. Federico Lombardi, el 28 de junio la Sala de Prensa hacia pública una larga nota sobre el affaire. La mayor parte es una síntesis de las tareas asignadas a dicho organismo, las instituciones que lo componen, las personas a su cargo (en Roma o en los países de misión), los proyectos que tiene que afrontar y los recursos con los que se financia. Una buena parte de los dineros proviene de las colectas de las diversas Obras Misionales Nacionales y, en segundo lugar, “de las rentas del propio patrimonio financiero e inmueble. El patrimonio se ha formado en el curso de decenios gracias a numerosas donaciones de benefactores de todo tipo que han querido dejar parte de su bienes a la causa de la evangelización”.

“La valoración de tal patrimonio –se explica en otro párrafo– es naturalmente una tarea comprometida y compleja que debe ser apoyada con los consejos de personas expertas bajo diversos aspectos profesionales y que, como todas las operaciones financieras, puede estar también expuesto a errores de valoración y a las fluctuaciones del mercado internacional”. Después de reconocer que el patrimonio se ha incrementado en los últimos años, “se ha abierto paso el reconocimiento de la necesidad de mejorar su capacidad de réditos, y con este fin se han instituido estructuras y procedimientos destinadas a garantizar su gestión profesional y de acuerdo con los estándares más avanzados”.

Traducido a román paladino, la gestión de Sepe dejaba bastante o mucho que desear (sin culpabilizar al cardenal o a sus colaboradores, como Francesco Silvano, hombre de su total confianza) y que, sin retirarle a la Congregación su autonomía financiera y económica, la Secretaría de Estado se prepara para controlar sus finanzas y su patrimonio más de cerca y con mayor rigor en cuanto a los “expertos” llamados a trabajar con ella, que no eran precisamente espejos de pulcritud en ningún sentido.

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SODANO RECIBE LAS ACLARACIONES DE SCHÖNBORN

El Papa recibió al arzobispo de Viena el 26 de junio

Último asunto “ingrato” para Benedicto XVI ha sido la reprimenda a su discípulo el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, que, como se recordará (ver VN, nº 2.707), criticó al cardenal Angelo Sodano como presunto encubridor de algunos casos de pederastia flagrante.

El purpurado austríaco fue recibido en audiencia por el Papa el sábado 26 de junio, primero a solas y, en un segundo momento, en compañía del ya citado Sodano y del secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone.

Según un comunicado de la Sala de Prensa, las conclusiones del coloquio han sido dos: “Se recuerda que en la Iglesia, cuando se trata de acusaciones contra un cardenal, la competencia es únicamente del Papa; las otras instancias pueden tener una función de consulta, pero siempre con el debido respeto a las personas”. Y segundo, también se ha aclarado que la palabra “habladurías” (utilizada por Sodano el Domingo de Pascua al saludar al Santo Padre) no debe ser interpretada “como una falta de respeto hacia las víctimas de los abusos sexuales”; ya la había utilizado Benedicto XVI el Domingo de Ramos, pero en otro contexto, todo hay que decirlo.

En resumidas cuentas, el decano del Colegio Cardenalicio ha obtenido satisfacción con estas aclaraciones, pero un confidente curial me decía a este propósito “más dura será la caída”. Prometo que no me atrevo a interpretar esta profecía.

apelayo@vidanueva.es

En el nº 2.714 de Vida Nueva.

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