El Papa advierte contra el ‘carrerismo’ en el sacerdocio

Benedicto XVI preside las ordenaciones de 14 diáconos de la Diócesis de Roma

(Antonio Pelayo– Roma) Absorbida la casi totalidad de su tiempo por el ‘ministerio petrino’ como Pastor universal de la Iglesia, Benedicto XVI no olvida que es Papa porque es Obispo de Roma, y, aunque de forma habitual los ‘asuntos’ de la propia diócesis se los lleva adelante su vicario, el cardenal Agostino Vallini, en varios momentos del año asume en primera persona su responsabilidad episcopal.

Lo hizo el 15 de junio, al abrir en la Basílica de San Juan de Letrán –la ‘catedral’ de la diócesis romana– el Congreso diocesano sobre La Eucaristía dominical y el testimonio de la caridad, dos puntos de primaria importancia en la pastoral de cualquier rincón del mundo, pero que –dijo– deben ser “componentes fundamentales de la vida y de la misión de la Iglesia y de todos y cada uno de los creyentes”.

El Papa expresó de forma muy clara su sensibilidad litúrgica: “La Santa Misa celebrada respetando las normas litúrgicas y con una adecuada valoración de la riqueza de los signos y de los gestos favorece y promueve el crecimiento de la fe eucarística. En la celebración eucarística nosotros no inventamos nada, sino que entramos en una realidad que nos precede y que, es más, abraza el cielo y la tierra, y por lo tanto también el pasado, el futuro y el presente. Por lo tanto, las prescripciones litúrgicas dictadas por la Iglesia no son cosas exteriores, sino que expresan concretamente esta realidad de la revelación del cuerpo y sangre de Cristo y así la oración revela la fe según el antiguo principio lex orandi, lex credendi”.

Luego reflexionó sobre el testimonio de la caridad: “Esta ciudad nuestra pide a los discípulos de Cristo un renovado anuncio del evangelio, un más claro y límpido testimonio de la caridad. Las necesidades y la pobreza de tantos hombres y mujeres nos interpelan profundamente. Una celebración eucarística que no lleva a encontrar a los hombres donde viven, trabajan y sufren, para llevarles el amor de Dios, no manifiesta la verdad que encierra en sí misma. Los gestos de participación crean comunión, renuevan el tejido de las relaciones interpersonales injertándolas en la gratuidad y el don y permiten la construcción de la civilización del amor”.

Joseph Ratzinger volvió a revestirse de su papel de Obispo de Roma el domingo 20, al conferir la ordenación sacerdotal a 14 diáconos de su diócesis. Después de glosar el sacramento del sacerdocio, llamó la atención de los ordenandos sobre un peligro al que ya se ha referido en más de una ocasión, el “carrerismo” (del que yo tengo archivadas al menos doce citas suyas en discursos y alocuciones diversas): “El que aspira al sacerdocio como un crecimiento del propio prestigio personal y del propio poder ha malentendido en su raíz el sentido de este ministerio. Quien quiera sobre todo realizar su propia ambición, alcanzar el propio éxito será siempre esclavo de sí mismo y de la opinión pública. Para ser considerado tendrá que adular, deberá decir lo que gusta a la gente, deberá adaptarse a los cambios de las modas y de las opiniones y así se privará de una relación con la verdad, obligándose a condenar mañana lo que haya alabado hoy. Un hombre que oriente así su vida, un sacerdote que vea en estos términos su propio ministerio no ama verdaderamente a Dios ni a los hombres, sino sólo a sí mismo, y paradójicamente acabará perdiéndose a sí mismo”.

Audiencia con Corcuera

Es posible que de esta concepción del sacerdocio y de la consiguiente preparación de los candidatos hablara el Papa con el reverendo Álvaro Corcuera, actual Superior de los Legionarios de Cristo, al que recibió el 17 de junio. Una audiencia que alertó a los medios de comunicación sobre la posibilidad de una inmediata resolución de la espinosa crisis abierta en esta institución por las criminales actuaciones de su fundador, Marcial Maciel. La Santa Sede se limitó a informar de la audiencia sin ofrecer ningún detalle sobre su contenido. Los Legionarios, por su parte, informaron de que Corcuera “ha querido agradecer personalmente al Santo Padre su paterna solicitud y renovarle la adhesión incondicional de los miembros de la Congregación y del Movimiento. El Santo Padre le ha asegurado que continúa acompañando de cerca con sus oraciones a la Legión de Cristo y ha transmitido a todos los miembros un saludo y con mucho afecto su bendición apostólica”.

Por otra parte, Roma está llena de rumores sobre los nombramientos que Benedicto XVI parece dispuesto a realizar antes de la solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo. Digamos cuatro palabras sobre esta insistente rumorología.

Giovanni Battista Re

El cardenal Giovanni Battista Re parece destinado a abandonar el timón de la Congregación para los Obispos. El purpurado, que cumplió 76 años en enero, goza de una excelente salud, pero habría manifestado su disponibilidad al retiro después de largos años de servicio a la Santa Sede, los últimos en cargos tan importantes como los de asesor y sustituto de la Secretaría de Estado con Juan Pablo II. Se dio por supuesto que le sucedería el actual arzobispo de Sydney, cardenal George Pell, de 69 años; pero algo ha debido cruzarse últimamente en su camino hacia Roma, haciéndolo poco probable. Su nombre ha sido sustituido por el de otro cardenal, el canadiense Marc Ouellet, arzobispo de Quebec desde 2002, después de un breve paso por la Curia Romana.

Marc Ouellet

El nombramiento que suscitará mayor ‘alboroto’ será tal vez el de Salvatore Fisichella, que dejará la presidencia de la Pontificia Academia para la Vida y el rectorado de la Universidad Lateranense para convertirse en el presidente de un nuevo Pontificio Consejo dedicado a la Nueva Evangelización, de tan wojtyliana memoria. El arzobispo, de 58 años, al que todos llaman Rino, es una estrella ascendente en el firmamento vaticano a la que nadie niega una excelente preparación intelectual y una reconocida capacidad de maniobra.

Entre los cesables a corto plazo figura el cardenal Walter Kasper, que dejaría el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos en manos del actual obispo de Basilea, Kurt Koch. También por razones de edad deberían cesar el cardenal esloveno Franc Rodé al frente de la Congregación para la Vida Religiosa, el cardenal alemán Paul Josef Cordes en el Pontificio Consejo Cor Unum y el cardenal brasileño Claudio Hummes en la Congregación para el Clero; y por razones de salud, el cardenal indio Ivan Dias.

Sepe, en rueda de prensa

Precisamente, el antecesor de éste en el cargo de prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el cardenal Crescenzio Sepe, ha sido llamado a declarar ante la justicia italiana porque su nombre ha sido citado por más de una persona en el escándalo de corrupción que envuelve al dirigente de la Protección Civil italiana, Guido Bertolaso. Éste habría recibido del actual arzobispo de Nápoles cuando se ocupaba de ‘Propaganda Fide’ una casa perteneciente a dicho organismo vaticano gratis et amore. El cardenal ha declarado que asume esta prueba con absoluta serenidad, y el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Federico Lombardi, se ha apresurado a expresarle su apoyo (“Una palabra de estima y de solidaridad”), que no le estorbará en un momento en que se le mezcla en turbios asuntos. Si se confirmaran las graves acusaciones que se le hacen, aumentaría la sensación, en sectores de la opinión pública italiana e internacional, de que algunos miembros de la Iglesia muestran escasa prudencia en su trato con personajes de conducta no siempre intachable en lo económico y en su vida personal.

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EL PRÓXIMO COMISARIO DE LOS LEGIONARIOS


Tal vez la audiencia del día 17 con Benedicto XVI haya sido la última actuación de Álvaro Corcuera como superior de los Legionarios. Todo indica que en breve se hará pública la decisión vaticana respecto a esta congregación; se sabe que el Papa ha insistido en que se haga todo lo posible por conservar “el entusiasmo de sus jóvenes”.

El Papa y el P. Corcuera, en junio de 2006

La solución pasa por el nombramiento de un nuevo responsable que se haga cargo del futuro inmediato de la institución y de sus numerosas e importantes obras. ¿Quién será el llamado a desempeñar tan delicada misión? Las quinielas todavía están abiertas. Se habló en su día del cardenal portugués José Saraiva Martins, ex prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos; del cardenal Norberto Rivera, arzobispo primado de México; y de su compatriota el cardenal Juan Sandoval, arzobispo de Guadalajara. Parece poco probable que la difícil tarea recaiga sobre quien ya lleva sobre sus hombros la responsabilidad de regir una diócesis.

Más recientemente, algunos vaticanistas (Andrea Tornielli, en Il Giornale del 17 de junio) han avanzado el nombre de monseñor Velasio de Paolis, presidente de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede. El arzobispo italiano, nacido en 1935, es un conocido experto en Derecho Canónico y goza de la confianza del secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, que, como se sabe, es factor decisivo en todo tipo de nombramientos eclesiales.

apelayo@vidanueva.es

En el nº 2.713 de Vida Nueva.

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