Expulsados: Marruecos endurece el control sobre los cristianos

(María Gómez) En los tres últimos meses, decenas de cristianos han sido expulsados de Marruecos, acusados de “actos contrarios a las leyes vigentes”, esto es, de proselitismo y de “sacudir la fe de los musulmanes”. Es un delito tipificado en la Constitución marroquí y en otras de los países del musulmán Magreb (junto con Marruecos, Argelia y Túnez, y, en algunas relaciones, Mauritania, el Sáhara Occidental y Libia), según las cuales se penará a quien fuerce a un musulmán a cambiar de religión. ¿Cómo, quién y por qué interpreta una actuación como proselitista? Los cerca de 90 expulsados aseguran que nadie les ha concretado el motivo, ni han podido someter su caso a un tribunal. La novedad es la cantidad de gente a la que están echando y que la mayoría, misioneros o cooperantes evangélicos, llevaban ya muchos años en el país.

El pasado 7 de marzo, un grupo de evangélicos fueron conminados a abandonar Marruecos. Entre ellos había 16 personas responsables del orfanato Village of Hope de Ain Leuh (en la provincia de Ifrane), lo que obligó a cerrar el centro, que llevaba diez años funcionando y superando las inspecciones periódicas, dicen fuentes evangélicas. Según el Ministerio del Interior marroquí, estas personas “se aprovecharon de la indigencia de algunas familias y eligieron como blanco a niños de menos de diez años”. Las medidas de expulsión fueron tomadas conforme a la legislación vigente, “para la preservación de los valores religiosos y espirituales del Reino”, aclara el comunicado oficial.

El caso recuerda al de una educadora de 37 años convertida al cristianismo que hace poco más de dos años fue arrestada en un autobús en Argelia por llevar varios ejemplares de la Biblia, acusada de “prédica de un culto no musulmán sin autorización”. O al de los cuatro jóvenes también argelinos que fueron condenados a entre dos y seis meses de cárcel, después de haber sido detenidos a la salida de la casa de uno de ellos, según la Policía, porque acababan de celebrar una misa sin autorización. Fueron algunos de los hechos más mediáticos de aquel año en el país, a los que se sumó, entre otros, la clausura de varios templos.

La expulsión de los cristianos del 7 de marzo no es la primera en Marruecos, pero sí ha iniciado una oleada sin precedentes en el reino alahuí desde que éste alcanzó la independencia, en 1956. Los que se han visto obligados a dejar el país son de muchas nacionalidades, principalmente, estadounidenses, latinoamericanos y europeos.

El único español del que se sabe hasta ahora es Francisco Patón Millán, de unos 60 años y gerente de una pequeña empresa de energía fotovoltaica, quien el 13 de mayo recibió la orden de irse, sin precisar ninguna razón, informa El País. Y entre los expulsados el 7 de marzo está el único católico, un joven religioso franciscano de origen egipcio que no había concluido su período de formación y que llevaba casi dos años en la comunidad que los frailes menores tienen en Tánger. En su momento, el Arzobispado pidió explicaciones a las autoridades por la que es la primera expulsión en la historia de la diócesis, pero el arzobispo Santiago Agrelo, confirma a Vida Nueva: “Todavía hoy no hemos recibido explicación alguna de esa expulsión”.

Iglesia en Argelia

El prelado gallego –que llegó en 2007 a Tánger, diócesis con dos millones de habitantes y unos 2.500 católicos– asegura que no tienen especial temor ante la oleada de expulsiones: “No me parece que entre los fieles de la comunidad católica de Marruecos haya miedo. Y tampoco me resulta que los católicos se sientan perseguidos en este país. Hay, eso sí, algunas cosas que nos sorprenden: es novedoso que haya habido tantos expulsados y que se prolongue tanto en el tiempo el goteo de expulsiones; es novedoso que se haya interrogado a personal musulmán que trabaja en casas de la Misión Católica… Y me parece novedoso que, al hablar de proselitismo, se haga referencia a obras sociales, presentadas como un medio para captar voluntades”.

¿Pero cómo encontrar el equilibrio? ¿Dónde está la línea que separa la evangelización y el proselitismo? “Los católicos la tenemos clara –responde Agrelo–. Es una línea de respeto escrupuloso al otro, a su fe, a su cultura, a sus convicciones. Ese mismo respeto nos lleva a identificarnos como cristianos, a vivir como cristianos y, si se me permite la expresión impropia, a ‘escandalizar’ como cristianos. Son muchos los cristianos que aquí entregan su vida al servicio de los pobres. La vida entregada y la gratuidad con que se ofrece son una evangelización creíble. A esa evangelización no podemos renunciar”.

Aunque el tema esté afectando más a las confesiones protestantes, es una obvia preocupación para los obispos católicos. En el último encuentro de la Conferencia Episcopal Regional del Norte de África (CERNA), celebrado en Rabat a finales de abril, se volvió a manifestar una idea que es clave a la hora de encarar la evangelización en esta región: voluntad.

Voluntad y prudencia

Los obispos están dispuestos a servir a las comunidades católicas de estos países en el marco de la libertad de culto proporcionada por cada Estado, trabajando en colaboración ecuménica con el resto de Iglesias reconocidas y con un objetivo claro, así expresado en el comunicado final del encuentro: “Vivir y colaborar –lejos de todo espíritu de proselitismo– con las personas, principalmente musulmanas, que nos acogen, con quienes se viven y se construyen los lazos de amistad”.

El inciso entre rayas no es gratuito. Tan necesaria como la voluntad es la prudencia. Porque lo cierto es que en el Norte de África la libertad de culto está garantizada (que no la libertad de conciencia), siempre que no haya riesgo de proselitismo, “una sensibilidad que necesita mucha prudencia”, asegura el vicepresidente de la CERNA y obispo de Túnez, Maroun Lahham: “Vivimos en países que nos acogen, que nos dan el espacio necesario para nuestro culto cristiano, pero debemos estar siempre atentos y ser prudentes de no dar la impresión de que con nuestra presencia o nuestras acciones caritativas queremos hacer una evangelización directa”.

Lo que las autoridades temen es la “contaminación” de la población local, opina Luciano Ardesi, experto en la región del Magreb. “Algunas Iglesias evangélicas son muy activas, y esto ha creado tensiones con los gobiernos de los Estados donde el islam es religión de Estado”, dice Ardesi. “Hoy los ciudadanos de estos países reivindican el poder declararse cristianos libremente, ejercitar libremente el propio culto, naturalmente en los lugares adecuados”.

Es el caballo de batalla, por ejemplo, en Argelia. En febrero de 2006, el Gobierno promulgó una ley según la cual los cultos no musulmanes deben celebrarse en lugares autorizados y por oficiantes que reciban un permiso de antemano. La medida causó varios incidentes desde entonces, incluidos los que se narran al principio de este reportaje.

El pasado febrero, unas 200 personalidades musulmanas y cristianas participaron en un coloquio organizado por el Ministerio de Asuntos Religiosos y titulado El ejercicio del culto, un derecho garantizado por la religión y por la ley. Los dos días de trabajos se desarrollaron en un clima sincero y respetuoso, que propició (aunque no a todos les gustó escucharle) que el arzobispo católico de Argel, Ghaleb Bader, pidiera la derogación de la ley de 2006, “pues ésta nació en una circunstancias excepcionales que ya no tienen razón de ser”. Los ‘desencuentros’ continúan, incluso con violencia: el pasado enero,  grupos de integristas islámicos incendiaron una iglesia protestante en la localidad de Tizi Ouzou, sin que las autoridades intervinieran para detenerlos.

Con todo, los cauces de colaboración son posibles y, en estos contextos, los puentes se tienden en el día a día, a veces más que a nivel institucional. Lo sabe bien Miguel Larburu, padre blanco que vive en Argelia desde hace más de 50 años. Este otro país del Magreb no se está contagiando de las prácticas de expulsiones: “Hoy en día, a Argelia no le interesa una polémica más”, asegura Larburu a Vida Nueva.

El religioso vasco es más crítico con el modo en que se está llevando a cabo la evangelización en estos países donde los cristianos son minoría: “Está claro que la Iglesia y sobre todo las confesiones protestantes no estamos jugando claro. Por una parte, y en lo que concierne a nuestra Iglesia, estamos en el dilema evangelización-cristianización, consecuencia de nuestra famosa ‘nueva evangelización’. Pero el problema no está en la religión, sino en los bajos niveles de cultura, en el mal-vivir, la crisis del trabajo y una juventud sin más ideal que el ver cómo su equipo de fútbol gana a Egipto, y sube a las nubes, o pierde contra Irlanda, y cae por los suelos”, dice, en referencia a la clasificación para el Mundial de Sudáfrica.

Catedral de Tánger

Ahondando en cómo afrontar la evangelización, Larburu prefiere escapar de las comparaciones con las Iglesias protestantes o con otras confesiones: “El éxito que viene confirmado por los números, para mí no deja de ser un éxito pasajero, sin raíces, que responde a situaciones de mal-vivir, de vacío cultural y de falta de sentido, como están afirmando los sociólogos y filósofos de las religiones. Por eso creo que la Iglesia no debería mirarse en ese espejo, sino seguir el camino de la humanización iniciado hace tanto tiempo y que es el verdadero camino de la encarnación de Dios en Jesús”.

“La posibilidad de tender puentes está ahí –concluye el misionero–. Sobre el terreno musulmán propiamente dicho, a lo mejor no ha llegado todavía el momento de tender puentes, pero sí pequeñas pasarelas, como definíamos en la diócesis nuestro proyecto. Queda el mundo de la emigración, con no sé cuántos millones de musulmanes fuera de su territorio natural histórico, como Europa, América o Australia, donde el pensamiento se libera y se hace más profundo en el contacto con las ciencias humanas; donde el pensamiento se vuelve autónomo”.

Construir juntos

Proyecto 'Casa Nazaret' en Tánger

La Alianza Evangélica Española advierte de que la oleada de expulsiones en Marruecos ha coincidido con el nombramiento del nuevo ministro del Interior, Taïeb Cherkaoui. Si se está recrudeciendo la actitud del Gobierno hacia los extranjeros, se verá con el tiempo. Mientras, los líderes cristianos se reafirman: “Nuestro único objetivo es participar en la construcción de un Marruecos donde los musulmanes, los judíos y los cristianos estén contentos de compartir su responsabilidad por construir un país donde puedan vivirse la justicia, la paz y la reconciliación”, escribían, en un comunicado conjunto del 10 de marzo, el arzobispo de Rabat, Vincent Landel, y el presidente de la Iglesia Evangélica en Marruecos, el pastor Jean Luc Blanc.

El arzobispo Santiago Agrelo también quiere seguir animando a sus fieles: “Por su fe, un cristiano es forastero y emigrante. Lo somos en cualquier parte del mundo, y los somos por vocación y por gracia”.

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EL PAPEL DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

Zapatero y el primer ministro marroquí, en la cumbre de Granada

El hecho de que la expulsión del grupo de cristianos del reino alahuí del 7 de marzo coincidiera con la celebración, en Granada, de la primera cumbre bilateral Unión Europea-Marruecos es, para muchos, signo elocuente de lo poco que el país magrebí respeta los derechos humanos. Y para no pocos, demuestra lo de puntillas que la comunidad internacional quiere pasar por este asunto. Apenas los Estados Unidos y los Países Bajos han presentado protestas formales ante el Gobierno marroquí por estas actuaciones.

El Gobierno español, que todavía ocupa la presidencia rotatoria de la UE, ha recibido multitud de críticas por su “pasividad”. Finalmente, el 24 de mayo en el Senado, el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, rechazó las expulsiones, explicó que la diplomacia española ya ha expresado su preocupación ante las autoridades marroquíes y, en otro momento, aseguró que España va a seguir exigiendo el respeto a la libertad religiosa, “como no puede ser de otra manera, y vamos a seguir insistiendo en el respeto a cualquier actuación de cualquier credo y en particular al cristiano”.

Durante el reciente III Foro de la Alianza de Civilizaciones (Río de Janeiro, 28-30 de mayo), Moratinos ha propuesto un seminario sobre la protección de las minorías cristianas para garantizar la libertad religiosa y su ejercicio.

En el nº 2.710 de Vida Nueva.

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