Fermín Negre: “Somos trovadores de Dios”

Sacerdote y miembro del grupo musical Ixcís

(Juan Loza) Fermín Negre es uno de los componentes del grupo musical cristiano Ixcís. Conjuga su faceta de compositor y guitarrista con la de párroco de Mollina y Humilladero (Málaga). Ixcís llevan desde 1992 aunando sus voces como “trovadores de la vida de Dios y de los hombres”. Con voz pausada y cercana, Fermín confiesa que su vida siempre ha estado ligada a la pasión por la música: “Va dentro de mí. Siempre voy tarareando en mi interior alguna canción mía o de otros grupos cristianos. Es mi versión del ‘orad sin cesar’. En mis canciones me descubro a mí mismo y a Dios, que me interpela y abraza como un hijo”.

Fermín nos relata los comienzos de un grupo que ha publicado su sexto trabajo. El Seminario de Málaga fue el escenario donde compuso sus primeras canciones. Más tarde, serían las protagonistas de los dos primeros discos de Ixcís. Siguió componiendo y en el avatar del camino se cruzó con otros músicos. El grupo se conforma por ocho personas, entre las que hay padres de familia, psicopedagogos, médicos o maestros. “Somos como una gran familia, muy variopinta”, comenta. Han afrontado vicisitudes, han superado momentos de dificultad. Respecto a sus compañeros, Fermín afirma que le aportan una nueva visión de la realidad: “Ellos son seglares y me hacen aterrizar a lo concreto. Cada uno le da un color a Ixcís, no sólo con las voces, sino con la vida y lo que cada uno es. Es una de las ‘Betanias’ de mi vida”.

Sus letras nos hablan de fe, vida, luz, justicia o unidad –el ecumenismo es una de las señas de identidad de Ixcís–. De todo aquello “que puede hacer disipar la noche en la que a veces nuestras vidas se sumergen”. A través de sus canciones, este grupo malagueño quiere “ser como una fuente por donde pase el agua de Dios para calmar al sediento en su camino”. Siente y experimenta una realidad que para él es palpable: la música es un vehículo para transmitir la fe. “Siento que el Evangelio toca los corazones de la gente en los ‘comparciertos’. El arte en todas sus facetas es un areópago que todavía no está bien explotado en nuestra Iglesia, al menos en España. Las personas tienen sed y hay que llevar el Agua viva con cualquiera de las vasijas”, explica con su verbo apasionado.

Compatibilizar su labor de cura con su vocación musical supone una tarea fácil. “Todo tiene la misma raíz, el Evangelio”. Un ‘comparcierto’ es para Fermín “como orar o dar un retiro, pero musicalizado. A veces pienso que son las mejores homilías de mi ministerio”. Y es que la música recorre cada poro de su piel: “Mi relación con Dios es muy ‘musical’. Me habla con canciones y yo le contesto del mismo modo, aunque a veces llega el silencio, que también es parte fundamental de la música”, apostilla.

Compone casi todas las canciones. Su inspiración llega sin previo aviso: “Así es el Espíritu de Dios. Muchas veces es la Palabra la que empieza a resonar, otras, la vida de la gente y los problemas del mundo o mis propios estados de ánimo, lo que me pasa y experimento cada día. Normalmente me vienen la música y la letra a la vez. Cuando ocurre así, me digo ‘esto viene de Dios’”.

Su música es gratuita. Bajo el lema la vocación de la música no es ser mercancía, sino regalo, no venden sus discos, sino que ofrecen gratuitamente “lo que Dios nos ha dado gratis”. Todos sus trabajos se pueden descargar desde la página web www.ixcis.org/.

En esencia:

Una película: dos, Once y Hermano sol, Hermana luna.

Un libro: El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl, y En tierra de nadie, de José María Rodríguez Olaizola.

Una canción: Confío.

Un deporte: el tenis de mesa aderezado de fútbol.

Un rincón del mundo: el paseo marítimo de Fuengirola, mi pueblo, contemplando el mar.

Un deseo frustrado: estudiar algún instrumento de música.

Un recuerdo de infancia: los juegos en la calle con mis amigos.

Una aspiración: vivir cada momento amando y sirviendo.

Una persona: Juan y Conchita, mis padres.

La última alegría: Abrazando la noche.

La mayor tristeza: que todavía exista Norte y Sur.

Un sueño: que todos seamos uno, respetando y acogiendo las diferencias.

Un regalo: una nueva canción que nace sin avisar.

Un valor: la gratuidad.

Que me recuerden por: ser uno de los de Jesús de Nazaret.

En el nº 2.709 de Vida Nueva.

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