Viva el Papa, oé, oé

Los peregrinos españoles se hacen sentir en el santuario de Fátima

(M. GómezEnviada especial) Para una persona que no esté muy acostumbrada a las aglomeraciones, Fátima puede resultar agobiante. La serenidad de los rostros que uno contempla por televisión no tiene nada que ver con la sucesión de tiendas de recuerdos, escaparates con figuras de Nuestra Señora en todos los tamaños, chavales que portan menús de comida y casi se abalanzan sobre el peregrino. Sin embargo, al salir a la explanada en una tarde como la de hoy, víspera del día grande (13 de mayo) y en el contexto de una visita papal, el escenario cambia: devoción total y, en general, silencio sacro. En general…

La enorme explanada se divide en dos: desde la Iglesia de la Santísima Trinidad hasta el altar (que, todavía vacío, preside una sugerente frase: “Repartid con alegría, como Jacinta”), se abre un pasillo vigilado cada ciertos metros por personas de la organización. A ese pasillo se asoman, detrás de las vallas, peregrinos curiosos; muchos se han traído la silla de casa y casi todos vienen prevenidos contra la lluvia. Privilegiados en primera fila, que ven pasar a otros más ‘favoritos’: los que portamos la acreditación verde podemos recorrer la calle todo lo larga que es. Aunque son las 16:30 h. (Benedicto XVI llegará justo dentro de una hora) y los controles empiezan a endurecerse.

Tanto que, antes de encontrar el resquicio por donde colarse hasta la sala de prensa, el periodista corre el riesgo de quedarse ‘acorralado’ en medio de la explanada, literalmente, en el centro del santuario. Desde el monumento al Corazón de Jesús que se yergue en la plaza, los reporteros gráficos tienen una excelente vista.

Lo mejor, en este momento, es cerrar los ojos e imaginarse a los tres pastorinhos, Jacinta, Francisco y Lucía. De fondo, una melodía familiar, la que en castellano dice: “El 13 de mayo, la Virgen María bajó de los cielos a Cova de Íria… Ave, Ave, Ave María…”.

Es tanta la paz, y uno no sabría si en la plaza hay cien o cientos de miles de personas… Hasta que se oye un helicóptero, y la multitud no espera a confirmar si se trata de Benedicto XVI. Pero el silencio general que reinaba hasta hace un minuto se vuelve fiesta, y otro canto procedente de un grupo donde abundan las banderas españolas invade la explanada: “¡Viva el Papa, oé, Viva el Papa, oé!” (su letra original, la futbolera “A por ellos, oé”).

Esto no es una JMJ, pero lo parece

Así es como España se hace presente en Fátima. Esto no es una Jornada Mundial de la Juventud, pero los jóvenes rojigualdos se arremolinan y bailan sin complejos, contribuyendo al “tópico” de que los españoles somos los más ruidosos. Es de justicia destacar también la presencia festiva de los italianos y de muchos portugueses, pero sin las guitarras y los tambores, definitivamente esto sería otra cosa.

Jorge y Gonzalo visten la camiseta azul que distingue a los jóvenes del Eu acredito. Vienen de Madrid, en un grupo de 12 personas del Movimiento de Schoenstatt que ya estuvieron ayer en la misa de Terreiro do Paço: “Nos sorprendió la cantidad de gente que había allí y el buen ambiente, aunque nosotros no fuimos a cantarle la serenata al Papa. Estamos cansados, pero con mucho ánimo de verle mañana”. Esta noche participarán en la bendición de las velas y, de momento, se preparan incluso pintándose la cara también de azul.

Un poco más allá, en un grupo que ondea banderas rojas y amarillas, se reúnen jóvenes del Camino Neocatecumenal de toda España que danzan “en momentos de fiesta para expresar el júbilo y la alegría”, explican a Vida Nueva. “Vemos que es importantísimo en este momento, en el que el Papa está sufriendo y la Iglesia está siendo atacada -aseguran-, dejar los estudios y los trabajos y venir para que el mundo vea que la Iglesia es joven y que el Papa se sienta acogido, arropado, que no está solo, que estamos todos con él. Nosotros siempre seguimos al Papa”, dicen Ignacio y Álvaro, y aclaran que estas concentraciones siempre dan frutos vocacionales.

Pasarán la noche en tiendas de campaña, como las que ya tienen preparadas los jóvenes que, en otro punto, continúan los cantos y bailes en corro. “Nosotros hemos llegado hoy, venimos de Sevilla, de la parroquia de la Sagrada Familia, y lo que queremos es ver al Papa, porque algunos de nuestro grupo ya le han visto en Sydney, pero nosotros no…”. “¿Y qué os parece ser los únicos en la plaza que estáis montando este bullicio?”. “Pues claro, somos la juventud, que se nos vea aquí”.

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