Portugal, una Iglesia en transición acelerada

Desde el 11 al 14 de mayo Benedicto XVI visita el país luso

(Vida Nueva) Acción social y cultura son dos de las áreas en las que más se hace sentir el trabajo de la Iglesia católica en Portugal. Una Iglesia que está perdiendo practicantes (apenas dos millones de los más de nueve millones de católicos del país van a misa los domingos, según datos de 2001), que invierte mucho en la defensa de los valores tradicionales ligados a la familia, pero que no se hace muy presente en los graves problemas sociales por los que atraviesa el país.

El ‘Pliego’ de esta semana en Vida Nueva ofrece, en vísperas de la visita de Benedicto XVI a Portugal, un retrato de algunas facetas del catolicismo portugués, así como datos relativos a la participación de los creyentes y la presencia de las instituciones de la Iglesia, un repaso a la situación actual del Concordato firmado entre Portugal y la Santa Sede en 2004, así como información de las visitas papales de Pablo VI y Juan Pablo II. El viaje comienza este martes 11 de mayo y se prolongará hasta el próximo día 14. Vidanueva.es, ofrecerá diariamente información in situ de esta visita.

(António Marujo– Corresponsal de Vida Nueva en Lisboa) Una Iglesia en la que Fátima tiene un peso significativo, en la cual predomina una actitud aún muy clerical, que pierde practicantes, con una acción social importante en cuanto al número de personas a las que involucra y de beneficiarios de los que se ocupa, pero con poco empeño en las cuestiones sociales. Ésta es la Iglesia en Portugal que recibe al papa Benedicto XVI entre el 11 y el 14 de mayo, una Iglesia que está siendo desafiada por una sociedad en donde crece la indiferencia religiosa y donde se afirma la laicidad, o incluso el anticlericalismo de algunos grupos. Al mismo tiempo, es una Iglesia empeñada en una nueva actitud ante la cultura. El catolicismo portugués está en una fase de muchos cambios, además acelerados.

Un contexto de adversidades

“La Iglesia católica ya no es una fuerza mayoritaria”, afirmaba el presidente de la Conferencia Episcopal Porguesa (CEP) y arzobispo de Braga, Jorge Ortiga, en una entrevista publicada a finales de abril por la Agencia Ecclesia. Y añadía: “[La Iglesia] tiene que situarse también en un contexto de adversidades y contratiempos, porque no todo facilita el encuentro con la propia fe. Por otro lado, fruto de la globalización y de la integración en la Unión Europea, la situación económica ha transformado muchos hábitos y comportamientos: ha generado un consumismo desenfrenado por parte de algunos y una desigualdad creciente”.

Pero la última gran batalla de muchos católicos ha sido la vuelta de un tema ligado a la familia: la oposición a la ley que regula el matrimonio entre personas del mismo sexo. Aprobada ya por el Parlamento, la ley espera la decisión del presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, que podría vetarla. Si eso sucediera, el Parlamento, cuya mayoría es de izquierdas, debería conseguir volver a aprobar el texto.

En la fase de debate sobre el documento, varios grupos de católicos aparecieron en público manifestándose en contra de la ley. Durante un año, más en el norte que en el sur (más descristianizado), la movilización se dejó sentir en la opinión pública, en los medios de comunicación, en la calle. El Episcopado prefirió mantener una discreta oposición doctrinal, sin entrar en posicionamientos públicos o en declaraciones más violentas.

Temas como la familia o el aborto movilizan a “una parte del laicado”, dice a Vida Nueva Carlos Azevedo, obispo auxiliar de Lisboa e historiador de formación. Principal responsable de la coordinación de la visita de Benedicto XVI a Portugal, Azevedo afirma que esa movilización demuestra que, “cuando hay organización, las personas son capaces de una respuesta articulada”.

El problema de la pobreza

En el reverso de esta realidad está un catolicismo que casi no se moviliza en lo que respecta a las cuestiones sociales. Dos millones de personas (el 20% de la población) viven en Portugal por debajo del umbral de la pobreza. El país tiene una tasa de desempleo por encima del 10% (una de las más altas de la Unión Europea). Paralelamente, muchos gestores de empresas públicas y privadas obtienen rendimientos escandalosamente altos.

El sistema de educación sufre una crisis de crecimiento provocada por la ampliación de la escolarización obligatoria en las últimas cuatro décadas y por las sucesivas reformas. Y la privatización de varios ámbitos del sistema de salud ha llevado a mucha gente a quedarse con menos protección social.

Ante esta realidad, organismos como Cáritas Portuguesa, la Comisión Nacional Justicia y Paz (CNJP) y otros han insistido en la necesidad de un mayor compromiso de los cristianos en la resolución de las graves cuestiones sociales a las que el país se enfrenta.

“Hay un empeño de todas las instituciones y personas que están sobre el terreno por combatir la pobreza. Ése es un trabajo discreto pero eficaz”, dice el obispo Azevedo.

¿Estamos ante el riesgo de tener dos Iglesias diferentes, dos modos distintos de traducir el catolicismo? “Es importante que haya diferentes formas de abordarlo, que se movilicen otras personas para diferentes causas, llamando la atención de grupos de poder y del Estado”, añade el obispo.

Fátima, centro geográfico, religioso y pastoral

En Fátima, destino principal del viaje de Benedicto XVI a Portugal, el catolicismo oficial se cruza con la religiosidad popular. El santuario está en el eje de la vida de la Iglesia portuguesa. Por su localización (se sitúa prácticamente en el centro geográfico del país), por el número de actividades pastorales que allí se realizan (decenas de encuentros, debates, conferencias) y por la afluencia de peregrinos: en los últimos años, más de cuatro millones de personas (y más de cinco millones en 2007) han recorrido el que es el mayor destino turístico del país, pero que poca atención le ha merecido al poder central.

En Fátima se encuentran personas para las que sólo cuenta el cumplimiento de la promesa (por una curación, por un examen que transcurrió bien, por un deseo realizado). Pero también, en menor número, hay católicos para los que está más claro que el santuario es un lugar de espiritualidad o de renovación pastoral.

Y la cultura

En los últimos años, la Iglesia católica se ha vuelto hacia la cultura: un Secretariado Nacional eficaz, voces respetadas en la comunicación social, proyectos de exposiciones, inventarios del patrimonio o protocolos de colaboración con el Estado son algunas de las actividades que han visibilizado el trabajo de la Iglesia en este campo.

Cabe destacar que entre el 70 y el 80% del patrimonio histórico de Portugal es patrimonio de matriz religiosa. Una buena parte es hoy propiedad del Estado, y muchos bienes necesitan restauración. A pesar de lo que se ha hecho, la escasez de recursos no permite llegar a todo lo que es necesario.

No obstante, un acuerdo entre el Estado y la Iglesia permitió crear el proyecto de la Ruta de las Catedrales, que prevé la rehabilitación y restauración de 22 catedrales históricas del país. Con un protocolo firmado en el verano de 2009, el proyecto está concluyendo el análisis de las necesidades.

Más información en el n º 2.706 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea el ‘Pliego’ completo aquí.

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