La CCEE pide superar el miedo a los inmigrantes

VIII Congreso de Migraciones, en Málaga

(M. Gómez) Un centenar de delegados del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), entre obispos, directores nacionales de la pastoral de los emigrantes y agentes de pastoral se dieron cita en la ciudad española de Málaga, del 27 de abril al 1 de mayo, para el VIII Congreso de Migraciones.

El encuentro se enfocaba con un planteamiento positivo, abordando las migraciones no como un fenómeno económico, laboral o político, sino eminentemente humano, tal y como se expresaba en el lema, Europa y las personas en movimiento. Superar los miedos – Diseñar perspectivas, intentando dar una respuesta para el trabajo pastoral de la Iglesia en Europa, tal y como lo explicó el presidente de la Comisión de Migraciones de la CCEE, José Sánchez. El además obispo de Sigüenza-Guadalajara aclaró, durante la inauguración, que no se trataba tanto de analizar las causas y las consecuencias de los movimientos migratorios, como de abordar sus implicaciones, que no son sólo para la propia persona en movimiento, sino además para la familia, la comunidad (también la comunidad eclesial) y la realidad social.

Estas tres instituciones fueron tres momentos fundamentales en la temática del encuentro. En cada uno de estos puntos, se intentaba ofrecer una respuesta desde el punto de vista eclesial para verificar qué hacen y qué deben hacer la Iglesia y los Estados. Por ejemplo, sobre el primer ámbito, Sánchez aseguraba: “De poco sirve garantizar derechos fundamentales del individuo (justa remuneración, libertad de expresión, asociación, religión, etc.), si no van acompañados de la garantía de sus derechos a formar una familia y a vivir en familia una vida digna”. Sobre la comunidad-parroquia, se preguntó cómo llevar a cabo la acogida y el acompañamiento para la plena incorporación en la comunidad, o en qué medida la interculturalidad significa una riqueza para la pastoral…

El miércoles intervenía en el Congreso el presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Antonio Mª Vegliò: “La Iglesia busca afirmar la cultura del respeto, de la igualdad y de la valoración positiva de la diversidad, capaz de ver a los migrantes como portadores de valores y de recursos. Por eso invita a revisar las políticas y las normas que comprometen la protección de los derechos fundamentales”, dijo.

En el aspecto más concreto de relaciones con migrantes de otras religiones, Vegliò aseguró que la Iglesia intentará intensificar los encuentros y el diálogo interreligoso y seguirá “acogiendo fraternalmente” a los migrantes de “Iglesias hermanas”, compartiendo con ellos “la riqueza de la diversidad” y proclamando “juntos el Evangelio mediante las palabras y las obras”.

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SOMETIDOS A UNA “EXPLOTACIÓN INTOLERABLE”


Reunidos en Rabat del 20 al 24 de abril, los obispos de la Conferencia Episcopal Regional del Norte de África (CERNA), han afrontado la cuestión de los emigrantes ‘en situación irregular’, sobre todo mujeres y niños, que son particularmente vulnerables y que, aseguran los obispos, están sometidos a una “explotación intolerable”. “Frente a este problema, que reclama una mayor atención por parte de la comunidad de las naciones, los miembros de la CERNA intercambiaron opiniones sobre la asistencia humanitaria y pastoral, una ayuda modesta pero muy concreta, según el espíritu del Evangelio y en conformidad a las enseñanzas de la Iglesia”, dice el comunicado de la Agencia Fides.

Por otra parte, los participantes (obispos y vicarios generales de Argelia, Libia, Marruecos, Túnez y Mauritania, y el prefecto apostólico del Sáhara Occidental) han hecho patente su deseo de ponerse al servicio de las comunidades católicas que se les han confiado, según la libertad religiosa que reconocen los Estados, y en colaboración ecuménica con el resto de Iglesias reconocidas, “viviendo y trabajando –lejos de cualquier espíritu de proselitismo– con las poblaciones, en su mayoría musulmanas, que los acogen y con las cuales se han establecido relaciones de amistad”. Así, los obispos subrayaron la solidaridad vivida como experiencia al servicio de los menos afortunados, en colaboración con las asociaciones civiles en los países del Magreb.

En el nº 2.705 de Vida Nueva.

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