José García Paredes: “El Espíritu quiere edificar su casa en la Vida Religiosa”

Director del Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR)

(Luis Alberto Gonzalo-Díez, cmf) Ante la XXXIX Semana Nacional de Vida Consagrada, que se celebrará en Madrid del 6 al 10 de abril, entrevistamos a José Cristo Rey García Paredes, director del Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR). Lleva muchos años en la brega teológica y mantiene intacta la ilusión. Capaz de integrar procesos y de esperar, con sabiduría, el tiempo de la Vida Consagrada…

¿Por qué la casa: morada y misión?

La casa-morada: porque hemos de retornar a casa y reconstruirla. Está en ruinas. Hay muchas personas que no se sienten confortables. Es lugar de silencios o gritos, de reproches, indiferencias o aburrimiento. El confort conseguido no logra hacer confortable la casa. Y es que le falta espíritu, vida interior. Muchos no han descubierto la casa-morada. También los religiosos necesitamos una casa: la casa de la comunidad. Para ello hemos de aprender el arte de la morada. Ser auténticos moradores.

La casa-misión: desde la morada a la misión, desde la misión a la morada. Todo lo que se sueña en la casa nos lanza a reconstruir moradas, a realizar la gran misión. Debemos realizar el sueño de Dios: que este mundo sea una auténtica oikos, la casa de todos.

¿Es la casa un punto nuclear en el momento de reestructuración en el que estamos los consagrados?

De poco nos servirá re-estructurarnos si lo único que re-organizamos son no-lugares. Sería como hacer un mapa de desiertos, de espacios vacíos. Sólo las auténticas casas-morada-misión aportarán a la re-estructuración toda su belleza.

Es tiempo de edificar una nueva casa para la Vida Consagrada. ¿Cómo la ve?

El Espíritu quiere edificarse su casa en la Vida Religiosa. Me la imagino como un lugar donde hay viento, donde se respira, donde uno se cansa y descansa, donde se llora y se ríe. Es un oratorio que se vuelve habitación personal, sala de estar, comedor, cocina, lavabo. Es como un lugar donde el Espíritu sopla como quiere y donde quiere. La casa de la Vida Consagrada es bella, porque es espacio de reconciliación, de diálogo, de intercambio de dones, de servicio. En ella se hace posible lo aparentemente utópico, es decir, el encuentro de los diferentes. Por eso, es la casa que recibe a todo el mundo, que sonríe a todo el mundo. Es una casa interconectada: de conexión universal. Se parece mucho a la casa que Jesús soñó.

Háblenos de los ponentes… Una selección cuidada, ¿quiénes son y por qué?

Son ocho mujeres y ocho varones. No se trata de cuotas. Es el resultado de una interesante búsqueda. Dos hermanos obispos (Raúl Berzosa y Santiago Agrelo); una superiora general (Amelia Kawaji); el teólogo y anterior presidente de la CLAR (Ignacio Madera); un profesor de la Facultad de Teología de Granada (Ignacio Rojas); tres profesores del ITVR (Antonio Bellella, José Vico y Carmen Martínez); dos profesores del Salesianum (Amedeo Cencini y Caterina Cangià); una profesora laica (Inmaculada Torné); tres provinciales (Teresa Hernando, Rosaura Rodrigo e Inmaculada Fernández) y un hermano misionero (Pascual Hernando). También habrá una intervención de Samuel Canilang, director del Instituto de Vida Consagrada de Asia. Creo que entre todas y todos nos ofrecerán una bella sinfonía de la oikos.

Ya 39 Semanas de Vida Consagrada… ¿Por qué es necesario participar?

Cada edición sorprende y anticipa algo que vendrá “después”. A estas Semanas afluyen búsquedas mundiales: reflejan la multiculturalidad del alumnado de nuestro ITVR. Descubrimos que la reconstrucción de la Vida Religiosa es posible con una aportación mundial y sabia.

MIRADA CON LUPA

Treinta y nueve años consecutivos reflexionando sobre el momento y las necesidades de la Vida Consagrada son, sin duda, un buen apoyo para conocer el presente e intuir el futuro. Las Semanas son el foro más significativo de los consagrados en España y fuera de ella. Es, en este tiempo globalizado, imprescindible estar, sintonizar y ponerse manos a la obra en esa reestructuración espiritual que exige la misión. La Vida Consagrada, más que nunca, tiene que aprender a dar pasos comunes e intercongregacionales para encontrar el futuro.

lagonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.701 de Vida Nueva.

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